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Más allá de la intención de voto y de la fragilidad de las encuestas, un sondeo nacional revela el podio de angustias argentinas. Todas tienen que ver con la economía.
No es el impuesto a las Ganancias en los salarios o, como solían llamarlo hasta diciembre de 2015, el impuesto al trabajo. Tampoco es el cepo cambiario versión 2019. Llamativamente, tampoco es el precio del dólar ni las tasas de las Leliq. No es Venezuela o la relación con el mundo.
El podio de las preocupaciones argentinas está tomado por tres temas bien domésticos y hasta obvios para cualquier argentino o argentina sin importar su orientación política: pobreza, desempleo e inflación.
Según un sondeo de la consultora Clivajes realizado en octubre en todo el país, incluyendo la zona Cuyo y publicado por el diario Perfil esta semana, en esos tres tópicos vinculados a la economía se concentran las angustias que directa o indirectamente pueden impactar en las elecciones del próximo 27 de octubre.
Es cierto que las encuestas están pasando por un momento de descrédito, después de que ninguna acertó los resultados de las primarias del 11 de agosto. Pero esta firma en particular, Clivajes, estuvo muy cerca. Pronosticó un resultado de 44% para Fernández-Fernández y de 32% para Macri-Pichetto. Es decir, una distancia de 12 puntos entre el primero y el segundo. El guarismo oficial y definitivo estiró esa diferencia a 15 unidades. Nada mal.
Esta misma consultora midió un crecimiento notable de la fórmula del Frente de Todos en esta oportunidad, al extremo de pronosticar que Fernández podría obtener alrededor del 53% contra el 33% de Macri. Serían 20 puntos de diferencia el 27 de octubre, cinco más que el 11 de agosto.
Pero el acento no debiera estar puesto en esa profecía sino en las razones que emergen del estudio de opinión pública. La economía, dimensionada en pobreza, desempleo e inflación, le gana por goleada a otros tópicos como la inseguridad y la corrupción.
No se debería interpretar que a la gente dejó de importarle la violencia en las calles o el desvío crónico de fondos públicos. Es simplemente el hambre que aprieta. El resto de las materias pendientes puede esperar, no indefinidamente, pero la urgencia está en el salario y el plato de comida.
Prácticamente el 70% de los encuestados atribuyó la mayor responsabilidad de la crisis económica al gobierno actual. A la oposición la culpó el 16%. El resto focalizó en el contexto internaional y en el FMI. Hecho el relevamiento en la primera semana de octubre, poco impacto habría tenido la campaña del "Sí se puede" que está desplegando el macrismo por algunas ciudades del país.
El gobierno de Cambiemos tiene un trayecto breve, de tan solo 16 días, para enfrentarse a las urnas. Parece difícil que pueda revertir el malestar. Por el contrario, por las definiciones de algunos de sus más encumbrados voceros, como el senador Miguel Pichetto y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, habría cierta vocación de extremar el discurso hacia la derecha, para fidelizar el capital electoral propio.
La negación del hambre en el país bajo la muletilla de que el que no labura es porque no quiere y otras frases de ocasión, suenan halagadoras para los oídos del ciudadano conservador. Difícilmente ayuden a sumar apoyos por fuera de ese núcleo duro.
Tal vez en Juntos por el Cambio estén pensando en la construcción de la oposición a partir del 10 de diciembre. Es válido, aunque confunde un planteo tan cerrado e inflexible cuando los comicios todavía no pasaron.
El otro mensaje que se debe considerar es que las preocupaciones de la gente no cambiarán de un día para el otro. Las mismas angustias que le tocó transitar a Macri, recibirán a Fernández el 10 de diciembre si es que finalmente resulta electo. Pobreza, desempleo e inflación son el tridente que desgarra la gestión de Cambiemos. También arrinconará a los recién llegados. Contala como quieras.
JAQUE MATE