Es grande la tentación de interpretar que los tiempos electorales están acelerando el optimismo en la Argentina. Es decir, hay necesidad de generar mejor clima social para cosechar simpatía en las urnas. Y para eso no existe mejor noticia que anunciar prácticamente el final de la pandemia. Algo así sucedió a fines de la semana pasada. Sin embargo, la prudencia parece mejor opción. Porque en rigor de verdad, el Covid 19 no se fue a ningún lado y la tercera ola está todavía por llegar.

En San Juan sigue siendo muy bajo el nivel de adherencia a la vacunación, según el grupo que se analice. En el segmento de niños, niñas y adolescentes de 12 a 17 años con comorbilidad, hasta el viernes se habían inscripto apenas unos 5.000 de 20.000 estimados originalmente. Una cuarta parte, según datos oficiales suministrados por la ministra de Salud Pública, Alejandra Venerando, al móvil de Canal 13.

Se ha vacunado con una dosis apenas poco más de un tercio de los adultos de 50 a 59 años. Los de 40 a 49 están un poco mejor, pero tampoco hubo una avalancha de demanda. Los más inmunizados fueron los adultos mayores. Muchos de ellos todavía esperan que les completen el esquema.

Este lunes comienzan a aplicar la vacuna Moderna a los que aceptaron recibirla en sustitución del segundo componente de la Sputnik V. Llegaron poco más de 26.000 dosis de este medicamento de origen estadounidense y su administración será voluntaria. El que quiera podrá inyectarse. El que no, seguirá esperando la rusa aunque sin plazo.

Según Alberto Fernández, hace 10 semanas consecutivas que baja la cantidad de casos en Argentina. En el mismo sentido ha decrecido la ocupación de camas y las víctimas fatales. Son todas buenas noticias y podría asumirse que es el final de la segunda ola, afortunadamente. Tuvieron incidencia las vacunas, es innegable.

El 80 por ciento de los mayores de 18 años recibió al menos una dosis, dijo también el presidente. Pero para enfrentar la demorada variante Delta hacen falta las dos aplicaciones. Y ahí los números están bastante flojos. Por eso en agosto quieren colocar 7 millones de segundas dosis.

Con esa proyección, Fernández anticipó que volverán los eventos masivos al aire libre, el turismo grupal y el viaje a países limítrofes en breve, entre otras flexibilidades. Desde el pasado sábado, en San Juan creció el aforo en bares, restoranes y celebraciones religiosas al 70 por ciento. Se incrementó a 20 pasajeros parados la ocupación permitida en el transporte público.

Cambian los parámetros epidemiológicos. La ministra de Salud de Nación, Carla Vizzotti explicó que aunque hay muchísima circulación de personas en la vía pública, eso ya no se traslada a contagios inmediatamente como sucedía el año pasado. Algo cambió y ese algo es la vacunación. Además los protocolos del distanciamiento se convirtieron en parte de la vida cotidiana. El uso del tapabocas. El lavado frecuente de manos.

Hasta el ministro de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el macrista Fernán Quiroz, auguró que la tercera ola será 'banal', porque vendrá con  muchos contagios pero pocos internados y menos víctimas fatales. ¿Es temeraria su profecía? No necesariamente. Si se alcanza a vacunar con doble dosis a una buena proporción de la población, entonces se habrá superado el obstáculo.

Sin embargo, siguen resonando las palabras de la jefa de Epidemiología de San Juan, Mónica Jofré, del lunes pasado en Banda Ancha. La pandemia no ha terminado ni terminará el año que viene. El germen seguirá mutando y habrá nuevas variantes, cada una más agresiva que la anterior. La humanidad apenas habrá acomodado la vida para seguir adelante. Con el auxilio de las vacunas y un poco de suerte, se convertirá en una enfermedad como tantas otras.

Vale la pena repasar las palabras de Jofré para comprender la dimensión del problema y preguntarse si la postura oficial, encabezada por el presidente de la Nación, es demasiado optimista. Si se están tomando medidas apresuradas porque la sociedad está agotada de tantas restricciones. Si hay que activar los sectores de la economía que nunca pudieron regresar, como los eventos sociales y espectáculos masivos, porque no dan más. Si en definitiva el clima electoral ha precipitado las cosas, porque el malhumor siempre se termina expresando en las urnas.

Sin dudas hay un componente político en las medidas. Siempre que hay gestión de gobierno, se toman decisiones políticas. Una parte importante de esas decisiones está fundada en parámetros técnicos. Epidemiológicos en este caso. Pero otra parte siempre está teñida por el contexto. El mundo entero se mueve de esa manera. Así hubo posturas más y menos restrictivas, para un mismo problema de alcance planetario.

Sea como fuere, los argentinos y las argentinas, los sanjuaninos y las sanjuaninas, comenzarán a transitar un periodo de mayores flexibilidades. El precio de la libertad será tomar cada uno sus propias decisiones. Ya no habrá un policía en cada esquina pidiendo explicaciones. Ya no queda nada por explicar.


JAQUE MATE