Vienen tiempos diferentes. La pandemia llegó y dejó una marca indeleble desde distintos puntos de vista. En lo económico puso a los empresarios en el desafío de adaptarse a la virtualidad, a acelerar su migración a las plataformas o atenerse a las consecuencias. En lo social los encuentros sufrieron una metamorfosis todavía en proceso. Todo, absolutamente todo quedó atravesado por lo sanitario. Hisopados, camas críticas y vacunas pasaron a ser moneda corriente de dominio público. Vienen tiempos diferentes.

Y vienen medidas drásticas también. Inimaginables hace un par de años. Tan impensables como el mismo encierro que se vivió en Argentina pero también en el resto del mundo. Esas decisiones estarán siempre atadas a la necesidad de seguir adelante con la menor cantidad de contagios y de fallecidos, a sabiendas de que hay circulación viral de variantes cada vez más agresivas.

Así como Argentina mira hacia el Norte, porque en aquel hemisferio debutaron primero con el flagelo del Coronavirus, San Juan mira hacia los grandes centros urbanos de este país, porque lo que sucedió ahí luego terminó llegando a este rincón de la geografía nacional. Si pasó en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe o Mendoza, pasó luego en San Juan. 

La noticia causó impacto. En Córdoba impedirán el ingreso a las escuelas a docentes que no estén vacunados o que pretendan ingresar a dar clases sin presentar PCR negativa cada semana. Será considerada como una falta no justificada, por eso les descontarán el día no trabajado. Es una dura decisión tomada por el gobierno de Juan Schiaretti, frente al regreso de la presencialidad plena en todo el país este mes.

Este jueves Córdoba sumó 841 casos de Covid 19, el triple que Santa Fe, por ejemplo. También quedó por encima de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con más del doble de infectados. Quedó apenas por debajo de Provincia de Buenos Aires. El distrito más poblado sumó 1160 casos. Claro que Buenos Aires tiene más de 15 millones y medio de habitantes, contra alrededor de 1 millón y medio de Córdoba. La incidencia de la peste en la Docta sigue siendo muy elevada en la comparación.

Córdoba fue también la provincia del caso cero de la variante Delta que se convirtió en una bomba sanitaria. El señor que viajó a Perú y al regreso esquivó el confinamiento, disgustado con las medidas, contagió a diestra y siniestra. Se reunió con amigos y parientes. Hasta que se manifestó la enfermedad de la manera más cruel. Perdió la vida luego de una penosa agonía por una neumonía bilateral. 

Es también la provincia del gran Mario Pereyra, reconocido militante anticuarentena, cuya vida se fue prematuramente por la pandemia. Por supuesto que los problemas de Córdoba son asunto de los cordobeses. Y no tanto.

El vínculo entre las provincias argentinas es hoy tan fluido como en tiempos de prepandemia. Basta salir en el  auto o comprar un pasaje de colectivo para transitar de una jurisdicción a la otra sin restricciones. Entonces, que haya una situación compleja en uno de los 24 distritos siempre será motivo de alerta para los restantes.

San Juan tiene una situación epidemiológica muy buena. Los números son indicativos de esta calma, con unos 700 casos activos de Covid 19 por el momento. Es el nivel más bajo de todo el año. Los contagios detectados a diario están por debajo de 100. Y la ocupación de camas críticas sigue en descenso, ya bastante menor al 60 por ciento. Pero la pandemia no terminó. La variante Delta que está circulando en otras grandes urbes sin ser aún dominante, en algún momento hará aquí lo que hizo en otros países.

El tránsito hacia la presencialidad escolar total en San Juan pondrá al sistema en vigilancia permantente. No tanto por lo que suceda en el aula, sino por el ingreso y el egreso a la institución educativa, el viaje en colectivo desde y hacia el hogar. Volver a la presencialidad plena implica movilizar cientos de miles de personas en simultáneo. Salud Pública cuenta con un plan de vacunación que se ha acelerado notablemente hasta alcanzar el 70 por ciento de los mayores de 50 años con doble dosis. Sin embargo, desde ahí para abajo queda toda una tarea pendiente.

El nivel de vacunación de niños, niñas y adolescentes de 12 a 17 años con comorbilidad sigue muy bajo en la provincia. Apenas llegó al 40 por ciento y la propia ministra de Salud, Alejandra Venerando, reconoció que es preocupante porque depende estrictamente de la decisión de cada familia. Y se acerca la presencialidad plena.

Algunos pensarán con justa razón que hay una sobreactuación. Si los contagios están en su piso histórico, es grande la tentación de pensar que lo peor ya pasó. Pero alcanza con mirar hacia Córdoba para entender que la pandemia tiene todavía capítulos por escribir.

En San Juan no hay vocación política de imponer medidas drásticas como el carnet sanitario obligatorio. Una muestra de ello será el festejo del 21 de septiembre en el autódromo de El Villicum, en el que no se exigirá el comprobante de vacunación. Pero todo esto es posible en este preciso instante de calma epidemiológica. Si se recalentara la curva, ¿llegará el momento de imitar a Córdoba? Por ahora son ensayos en el aire. Pero el antecedente está. Y la peste también, dando vueltas por ahí.


JAQUE MATE