Frutos de Cuyo no escapa a la realidad de Arcor a nivel nacional. El presidente de la firma, Luis Pagani, reconoció públicamente la semana pasada que están atravesando "la crisis más larga" que recuerden. Entre otras medidas, resolvieron adelantar vacaciones para 2.500 trabajadores y trabajadoras entre octubre y noviembre. La principal alimenticia del país está padeciendo las estadísticas: la caída del consumo repercute directamente en su rentabilidad.

Sin embargo, la planta rawsina no corre el riesgo de cierre ni mucho menos, porque de hecho se está ampliando, absorbiendo las actividades que cesaron en la Patagonia, según dijo ayer aquí en Banda Ancha la secretaria de Industria, Sandra Barceló. La tarea de la funcionaria por estos días es mantener el celular súper activo, por expresa instrucción del gobernador Sergio Uñac, para no perder pisada a las grandes compañías que generan miles de puestos laborales en San Juan.

También encendió las luces de alerta el apagado del horno de la histórica cementera Loma Negra. Barceló igualmente aclaró que siguen con el fraccionamiento y otras actividades, para llevar un poco de tranquilidad a las familias que escuchan con preocupación cada declaración sobre su propio futuro. La planta cementera de Olavarría, la primera del imperio de Alfredo y Amalita Fortabat, quedó paralizada este año.

Cuando las empresas grandes empiezan a tomar estas medidas, es una señal de alerta para el gobierno de la provincia por doble razón. La primera es que cualquier impacto que provoquen en el empleo será de magnitud. Y la segunda es que sus decisiones no son producto del arrebato de un emprendedor pyme, agobiado por las circunstancias. No. Son producto de discusiones internas de directorios con muchos cálculos y estimaciones sobre la mesa. Por lo tanto, cuando se consuman, difícilmente haya margen para una marcha atrás.

Pero no son Frutos de Cuyo-Arcor ni Loma Negra las firmas que más preocupación generan por estas horas en el gobierno de la provincia, sino otra alimenticia que llegó con grandes planes y luego también cayó víctima de la recesión. Tía Maruca, la fábrica de galletitas de Albardón que se quedó con las instalaciones de Pepsico, rescatando al personal que se veía amenazado en 2017.

Un alto referente de Tía Maruca fue visto días atrás en San Luis, anotando a la empresa en una licitación pública para proveer galletitas a los comedores de la provincia de Alberto Rodríguez Saá. Esta acción despertó la inquietud en San Juan, ante la mínima sospecha de que, por una cuestión de costos y de demanda garantizada, el capital decidiera migrar a la vecina cuyana. Sería devastador para nosotros.

Aunque no se trasluzca hacia afuera, el gobierno uñaquista está monitoreando con devoción cada movimiento empresario. Barceló reconoció que las decisiones corporativas exceden al Estado, por supuesto. Sin embargo, manejar la información de antemano siempre permitirá abrir el paraguas y ofrecer auxilios varios. Ya no hay subsidios con recursos locales, pero siempre estarán las gestiones de buenos oficios a disposición. Fundamentalmente, cuando asoma en el horizonte el cambio de gobierno nacional.

La mayor limitación que tiene la provincia en este contexto es que las variables macroeconómicas dependen del modelo nacional agotado, que apostó por el achicamiento del consumo como receta para bajar la inflación. El fracaso quedó a la vista. El candidato mejor posicionado para tomar las riendas de la Casa Rosada, Alberto Fernández, tendrá el desafío de despertar esas variables y de hacerlo en el corto plazo. No será fácil.

Los funcionarios también tienen instrucciones de mediar para bajar la conflictividad laboral. Cuidar los salarios es, antes que nada, evitar los despidos. Por eso hay al menos un sector del gobierno provincial que es partidario de regionalizar las paritarias, porque hay realidades diferentes según la zona del país. Al arco sindical esto le puede generar resquemor, pero a todas luces es parte del debate que vendrá, pensando en la era post-macrismo.


JAQUE MATE