Después de Alberto y Patricia, todo igual
Apenas seis días entre uno y otra, para comparar dos visitas de campaña que tuvieron una similitud con ojos bien sanjuaninos.
No fue casual que la semana empezara y terminara con visitas políticas de grueso calibre en San Juan. Primero Alberto Fernández el lunes 23 de agosto y luego Patricia Bullrich, el domingo 29. La proximidad de las elecciones primarias del 12 de septiembre le imprimirá a estos días una mayor intensidad, aunque a todas luces sea una campaña chata que tienta al electorado a mirar hacia otro lado. Más allá de la apatía que se podrá medir en el nivel de asistencia a las urnas, resulta interesante trazar las similitudes de entre los dos extremos de la grieta. Y las sutiles diferencias entre lo local y lo nacional.
Habrá que referirse a ambos por sus nombres de pila, como instan los mensajes de campaña hace tiempo, para darles más proximidad con el ciudadano. Alberto llegó en una cápsula impenetrable no solo para los periodistas sanjuaninos sino también para la gente de a pie. Aterrizó en Pocito, se tomó unas fotos en la planta textil de la firma Vesubio, recorrió las viviendas en construcción para las familias de Rivadavia, damnificadas por el terremoto, y cerró con un discurso orientado más a Buenos Aires que a San Juan, en Quinta Nazareno.
Esta será una elección de rango nacional y el Frente de Todos se juega la gobernabilidad de los dos años de mandato que le quedan. Ni qué decir, la posibilidad de soñar con retener el poder en 2023. Para eso falta una eternidad. Primero habrá que salir airosos de la caótica herencia económica de Cambiemos, las secuelas de la pandemia y también los daños autoinfligidos por una serie de promesas de cumplimiento demorado. Entre otras, la generación de empleo y la recuperación del poder adquisitivo.
Sin embargo, más allá del carácter nacional de la elección, cada vez que un presidente de la Nación vino a la provincia generó expectativas acerca de algún anuncio o al menos alguna referencia de carácter regional. Alberto pudo haberse referido al problema de la sequía, que afecta no solo a San Juan sino a toda la economía regional recostada sobre la cordillera de Los Andes. También pudo haber abordado el problema de los fletes al puerto. Las espantosas rutas que aíslan más que conectan con el resto del país, tanto la 40 como la 20. Pero optó por tomar parte en un pleito vecinal en el que poco tenía por decir, porque está todo contenido en la Constitución Nacional.
Dijo una obviedad al señalar que La Rioja no tiene derecho de reclamar regalías o beneficios por el proyecto minero sanjuanino Josemaría. Por supuesto. Nunca cupo duda. Aún así fue lo más parecido a un título periodístico, de lo que dejó su hermética visita a San Juan.
Estaba inhibido de hacer anuncios, es verdad. Pero venir a San Juan para no referirse a los sanjuaninos sino para seguir sintonizando la campaña en clave nacional (porteña), resultó extraño. Vino a terreno amigo. El gobernador Sergio Uñac le ofreció una recepción a la altura y no hubo el menor sobresalto. Habrá anotado el presidente la gentileza provinciana y ojalá tenga buena memoria hacia adelante. Pero todo quedó ahí nomás.
En la antípoda, Patricia también tuvo un desembarco hecho con el molde de la campaña nacional (porteña). Recorrió el Parque de Rivadavia, epicentro de Juntos por el Cambio gracias al intendente Fabián Martín, y estuvo rodeada por una cantidad importante de militantes. Las imágenes dejaron plasmada la falta de distanciamiento social y hasta los barbijos mal puestos. Pero parece que en ese contexto no resultara tan indignante.
'Queremos vivir en libertad con una justicia independiente', dijo la presidenta del PRO y fue título, porque no hubo mucho más tampoco para anotar. Mismo repertorio de ocasión, interesante para un sector de la sociedad disconforme con el kirchnerismo o populismo, para emplear una terminología propia del espacio. Pero la dimensión local no estuvo. Claro, es una elección de carácter nacional, dirán los defensores de la exministra de Mauricio Macri. Sin embargo eso no debiera ser motivo para resignar un mínimo conocimiento acerca del lugar a donde vienen los referentes desde Buenos Aires.
¿Conoce Patricia el problema del agua para riego en San Juan, más allá de la fugaz mención en Rivadavia? ¿Buscar una solución forma o no forma parte de la agenda de Juntos por el Cambio? ¿Qué piensa acerca del problema crónico de la falta de conectividad de esta provincia con los principales puntos de salida de la oferta exportable? ¿Sabe acaso que la prometida revolución de los aviones por aquí no vino? ¿Y que la refacción del Aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento quedó abandonada y tendrá que volverse a licitar?
Sí, esta no será una elección para hablar de temas sanjuaninos sino de las facturas cruzadas entre ambos extremos de la grieta. Puros intangibles. Valores imprescindibles para el país, ciertamente, pero tan gastados que suelen quedarse en puro palabrerío. Mientras tanto, las soluciones siguen pendientes. En esta columna apenas se han mencionado un par de cuestiones concretas. Cada uno desde su sector de la economía podrá identificar muchas más.
La porteñización de la campaña parece ser uno de los rasgos comunes en las últimas visitas nacionales, más allá de las diferencias conceptuales de fondo. Esas diferencias son las que le ponen un picante a los días previos a votar aunque en San Juan parecen bastante disimuladas. Porque después de Alberto y de Patricia, aquí todo siguió igual.
JAQUE MATE