El alivio/fastidio de los jubilados
La otra grieta dormida, de larga data, que volvió a brotar con el pago inminente de un bono selectivo, para los que perciben la mínima y un par de escalones más.
Este jueves a partir de las 20, ya estarán disponibles para retirar por cajero automático del Banco San Juan los 5.000 pesos del bono de diciembre, de todos los jubilados que cobran la mínima. O unos billetes menos progresivamente, hasta cubrir a todos aquellos retirados que ganan hasta 19.000 pesos mensuales. Esa es la línea divisoria entre los que tendrán un diciembre y un enero extraordinario, con un alivio para sus bolsillos, y los que no. El costo empezó a sentirse mucho más allá de las arcas fiscales, ahí donde vuelve a aflorar la grieta.
Los últimos serán los primeros. Con aquella consigna bíblica y un acertado sentido de justicia social, el debutante gobierno de Alberto Fernández resolvió apuntalar el devastado poder adquisitivo de los sectores más vulnerables, donde las jubilaciones menores entran sin ninguna duda. Sin embargo, la porción previsional que queda excluida de las atenciones del presidente, también tuvo que soportar el peso de los tarifazos y el aplastamiento de sus haberes en comparación con la inflación.
Retocar ahora con exclusividad las jubilaciones inferiores en la escala, no solamente repara a los adultos mayores que quedaron en el fondo, muy por debajo de la línea de pobreza. También queda en el límite de cometer un injusticia con los abuelos que por su historia de aportes quedaron por encima de la franja de los 19.000 pesos y que viven mensualmente con apenas unas monedas más. Esa diferencia mínima fue suficiente para que terminaran afuera de la solidaridad en la emergencia. Y acabaran empatados por todos los haberes que venían por detrás.
Ese punto crítico es específicamente el que genera molestia y empezó a crecer durante las últimas jornadas, mientras aumentaba el interés de la enorme mayoría de jubilados que perciben la mínima y pasaban la Navidad al menos con la certeza de que el Año Nuevo será levemente mejor. El resto, todo aquel que quedó por encima de los 19.000 pesos, la verá pasar en esta oportunidad. Y seguirá a la espera de marzo, cuando Fernández deberá cumplir con la promesa hecha, de producir un aumento para todos y todas, sin la atadura de la ley macrista de movilidad jubilatoria, simplemente por decreto y a criterio propio.
La grieta de los que están por encima y por debajo de esa línea imaginaria que divide a los que cobran y los que no el bono, tiene una raíz un poco más profunda, que no se gestó en la crisis agravada en los últimos dos años de gestión de Cambiemos. Viene de aquella oportunidad en que el gobierno K habilitó la moratoria previsional y posibilitó el otorgamiento de jubilaciones a todas aquellas personas excluidas del sistema formal, porque nunca nadie les hizo los aportes, sin importar la magnitud de su esfuerzo.
Los medios las llamamos "jubilaciones de amas de casa", aunque el rótulo fuera por demás genérico y ocultara la verdadera naturaleza de la moratoria, mucho más diversa y genuina en su intención de dignificar a la víctima del empleo no registrado. El Estado decidió hacerse cargo de su propia ineptitud para garantizar el trabajo en blanco. Y ya que no pudo hacerlo durante los años de actividad, resolvió echar mano en los años de retiro, a modo de compensación.
El sistema multiplicó exponencialmente sus titulares de derecho y media biblioteca política cuestionó la exigencia de recursos, con la solapada afirmación de que estaban "regalando jubilaciones" a personas que no habían aportado y por lo tanto, no las merecían. Ese fue el punto exacto de germinación de la nueva grieta.
Mientras intentaba aplacar los 44 grados de la Nochebuena, una docente retirada reflexionaba en voz alta acerca de su suerte, de seguir poniendo el hombro sin importar el cambio de gobierno. Antes fue para beneficio de las energéticas, por ejemplo. Ahora para colaboración con los abuelos que menos cobran. El problema es que en su propia familia hay un ejemplo, de una mujer que logró la jubilación vía moratoria, aunque su patrimonio era importante y hoy percibe renta por alquileres varios. El desvío no debería tachar la reivindicación para el resto. Sin embargo, el fastidio volvió a brotar, en la víspera del bono solidario.
JAQUE MATE