El aprendizaje de la 125
Para algunos, la actualización de las retenciones al campo sojero puede resultar como un revival de aquella guerra ruralista. La experiencia indica lo contrario.
Apenas empezaba a transitar sus primeros meses de gobierno Cristina Fernández de Kirchner, cuando en marzo de 2008 estalló el conflicto por la icónica resolución 125 de retenciones móviles a las exportaciones de soja, trigo y maíz. La mesa de enlace, integrada por la Sociedad Rural Argentina, la Federación Agraria y otras organizaciones semejantes, resistió la medida con un fuerte lock out y cortes de rutas que terminaron desabasteciendo a buena parte del país. Por ejemplo, a San Juan.
Todo es historia conocida, por lo que no vale la pena detenerse demasiado en el repaso de lo anecdótico. Salvo recordar que la guerra del campo empezó en marzo y recién finalizó en junio, cuando Cristina dio marcha atrás, después del voto no positivo de su vicepresidente, Julio Cobos.
El pedido de "solidaridad en la emergencia" que hizo el presidente Alberto Fernández fue interpretado por algunos como el revival de aquella cruzada ruralista, de la que salió buena parte de la militancia que conformaría luego el Frente Cambiemos, con Alfredo De Ángeli como principal exponente.
Sin embargo, habiendo transcurrido más de una década, pasaron cosas. La coyuntura hoy se presenta distinta. Referentes importantes del campo sanjuanino, que supieron acompañar la protesta pampeana en 2008, hoy la miran de lejos y con desconfianza.
"Hay gente que por ahí se preocupa más por lo que le pasa a la Pampa Húmeda que por lo que nos pasa a nosotros", dijo ayer en Banda Ancha el presidente de la Asociación de Viñateros Independientes, Juan José Ramos.
El productor vitivinícola integraba la Federación Agraria en 2008 y, por mandato de cúpula, sostuvo la protesta contra la resolución 125 responsabilizando a la Casa Rosada por la recarga tributaria. Ramos jugó fuerte. Puso la cara en los medios de comunicación sanjuaninos. Discutió con quien se le pusiera en frente. Lo hizo con convicción.
Sin embargo, luego su relación con la Federación Agraria se fue enfriando. A decir verdad, nunca tuvo un gesto de reciprocidad de parte de los líderes sojeros. A ellos nunca les importó demasiado el destino de la uva y los castigados productores de este cultivo intensivo, regado por la mano del hombre y cosechado racimo por racimo.
Lo dijo Ramos sin rodeos: "Los de la Pampa Húmeda ni se acuerdan de la actividad nuestra cuando tienen que defenderla". Por eso hace tiempo se apartó de aquella mesa de enlace y se integró a la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que tiene un área específica de economías regionales. Allí conviven desde los viñateros cuyanos, patagónicos y norteños, hasta los productores de manzanas, limones, caña de azúcar y lana de oveja.
Ramos entendió que las retenciones actualizadas por Fernández, toman el mismo parámetro que dejó Mauricio Macri, sin alterar las alícuotas. Simplemente las pone al día con el nuevo valor del dólar. Desde la brutal devaluación, la diferencia exportadora se convirtió en renta extraordinaria. Una parte ahora quedará para la recaudación del Estado, urgido de recursos para aplicar a la economía interna.
Los problemas del campo sanjuanino son muy diferentes. No ocuparán espacio en las primeras planas nacionales. Si no se esmeran en instalar sus propias dificultades, otra vez podrían quedar diluidos en una disputa totalmente ajena, donde el tema será el precio de la tonelada de soja en la Bolsa de Chicago, sin registrar siquiera el valor del kilo de uva, el litro de vino a granel o la tonelada de mosto concentrado. No parece que esta vez vaya a repetirse aquella historia. Para algo sirvió el aprendizaje de la 125.
JAQUE MATE