El Covid 19, al borde de lo tolerable
La preocupación mayor ya no es el estado actual de los números sino la proyección hacia adelante. El sistema está al límite. Y la sociedad también.
Será inolvidable aquella conferencia de prensa de la ministra de Salud, Alejandra Venerando, del 8 de abril, cuando pronosticó que hasta 40.000 sanjuaninos y sanjuaninas podrían tener contacto con el Coronavirus. Y que de todos ellos, unos 8.000 necesitarían atención médica. Y que no menos de 1.800 terminarían ocupando una cama de hospital. Fue el punto de partida. Prepararse para lo peor, esperando que no suceda. La dramática situación que atraviesa SanJuan por estas horas está lejos todavía de ese escenario dantesco. Pero el sistema camina por un delgado punto de equilibrio, al borde de la exigencia tolerable.
La secretaria de Planificación de Salud Pública, Alina Almazán, blanqueó la preocupación oficial en la conferencia de prensa de este lunes. Con un porcentaje de ocupación de camas del 80 por ciento, la funcionaria reconoció que el sistema está "estresado". Un eufemismo o un tecnicismo para definir el momento crítico, sin caer en un tremendismo peor. Es decir, rechazando que haya un colapso.
Ahora bien, Almazán también aclaró que se está haciendo "el máximo esfuerzo" para responder a las necesidades sanitarias. Huelgan las aclaraciones. No hay margen. Con personal de Salud afectado por el Covid 19 o aislado por haber estado en contacto estrecho con un positivo, los recursos se limitan. Si además se combina con una demanda creciente de pacientes, el combo arroja la luz amarilla que monopoliza las preocupaciones.
Para Nación no es secreto el delicado punto que enfrenta San Juan. Un poco antes que Almazán, en el informe habitual de Nación, el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Alejandro Costa, había puesto a la provincia entre los cuatro distritos más exigidos, con mayor ocupación de camas críticas en todo el país en términos porcentuales. Le sucedió antes a otras jurisdicciones, que hoy están viendo bajar su curva de contagios.
El Covid 19 actúa a traición. Es tan fácil contraer el germen como prevenirse. Sin embargo, el cuidado involucra una rutina asfixiante por la sumatoria interminable de meses de distanciamiento. Hay un notable agotamiento social que contribuyó a la circulación viral comunitaria. A esta altura, el enemigo invisible, tal cual lo definió el presidente Alberto Fernández allá en el inicio del combate, se atrincheró en las calles sanjuaninas y ataca en los flancos más débiles.
Se filtró nuevamente en geriátricos. Esta vez, en tres residencias de adultos mayores de Capital, donde las personas son más vulnerables frente a la enfermedad. Más abuelos, más abuelas con Covid 19 impactarán directamente en una mayor ocupación de camas. Dijo Almazán que en San Juan hay dos tipos de casos. Están los leves que transitan la enfermedad en su domicilio. Y están los que rápidamente se agravan y requieren de un momento a otro la intervención del equipo médico. No avisa. Pega y arrastra a la persona hasta una cama de hospital.
Este lunes por la noche habían 193 pacientes internados en áreas Covid 19 distribuidas en 8 hospitales públicos y 5 clínicas privadas. Con las terapias intensivas podía establecerse un podio de ocupación. A la cabeza quedó el Rawson, con 21 personas en estado crítico. Pero en segundo y en tercer lugar quedaron sanatorios: la Clínica Santa Clara, con 17 personas; y el Hospital Privado, con 16.
Apenas dos semanas antes, el lunes 26 de octubre, bastaba con 3 hospitales públicos para atender a los pacientes con Coronavirus. Esa es la trayectoria de la peste. Es su fenomenal capacidad de transmisión que termina cubriendo como una ola a poblaciones enteras, en un abrir y cerrar de ojos. Desde ese punto de vista, la preocupación mayor ya no es el estado actual de los números sino la proyección hacia adelante. Es algo que todavía ningún funcionario o responsable del área sanitaria se atrevió a pronosticar. Al menos, no en público.
El viernes pasado, la jefa de Epidemiología, Mónica Jofré, dijo que están trabajando para evitar que haya un pico de curva. Por eso están acentuando la vigilancia de los contactos estrechos con algún síntoma, para aislarlos de inmediato. La clave será esa específicamente: achicar como se pueda la circulación viral comunitaria. La Organización Mundial de la Salud recomendó recientemente apelar a los confinamientos estrictos solo como último recurso, porque el impacto socioeconómico de un retroceso a Fase 1 es tan nocivo como el propio Coronavirus. Sin embargo, está ahí latente el botón rojo.
Es decisión del gobierno de Sergio Uñac no cerrar actividades. Incluso habiéndose incorporado Santa Lucía y Rivadavia el pasado fin de semana a aislamiento social, preventivo y obligatorio. Se sumaron a Capital y Rawson. Más allá de la etiqueta, nada cambió y nada cambiará. Se redoblará el esfuerzo persuasivo para apelar a la responsabilidad individual. Pero seguirá adelante la actividad como hasta ahora. Para quienes sienten pánico de contagiarse, porque se saben en desventaja inmunológica, el cuidado personal será cosa de vida o muerte.
Lo dijo el propio presidente Fernández el viernes pasado. El promedio de edad de fallecidos en Argentina está por encima de los 70 años de edad. A los adultos mayores les queda el último esfuerzo. Evitar salir cuanto sea posible. Esperar que lleguen las vacunas de Rusia, Oxford, China o donde sea, sabiendo que ellos serán priorizados por el Estado Nacional. Pero resguardarse pagando el alto costo de haber puesto sus vidas en pausa. Es un sacrificio enorme. Pero por el momento es el único mecanismo de defensa probado. Al borde de lo tolerable.
JAQUE MATE