El culebrón nacional, como anillo al dedo para Orrego
Los roces del Frente de Todos escalan tanto que Juntos por el Cambio logra disimular sus asuntos internos. Pasa a nivel nacional y pasa también en San Juan.
El nuevo capítulo del culebrón nacional, entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, fue motivo más que suficiente para que la oposición se frote las manos. Los roces del Frente de Todos adquieren tal magnitud que Juntos por el Cambio logra disimular sus asuntos internos. Pasa a nivel nacional y pasa también en San Juan.
Más allá del furcio de Alberto, que dijo 'garganta profunda' por referirse a la publicación 'garganta poderosa', hubo una fuerte contradicción con Cristina al posicionarse frente a las organizaciones sociales. La vicepresidenta había planteado el lunes que el Estado debe retomar el control de los beneficios que hoy están virtualmente tercerizados. Y el presidente le contestó con un fuerte respaldo a esas asociaciones barriales. Otro choque a cielo abierto y van... mil.
Tanta incomodidad provocan estos chispazos nacionales que Sergio Uñac esquivó la pregunta del cronista de Canal 13 este martes en la Residencia de Adultos Mayores Eva Perón. Dijo que no pudo escuchar a Cristina porque le tocó trabajar todo el día. Por supuesto, tomar partido por el presidente o por la vice dejaría desacomodado al gobernador. Entonces, mejor dar un paso al costado y dejar que las cosas decanten. No vaya a ser que termine pagando un costo gratuitamente. Con lo suyo tiene más que suficiente.
Pero no es una actitud solamente de Uñac. Los gobernadores que confluyeron en la Liga han conformado su propio equipo. Han unido fuerzas para tener una voz de peso en ese tablero nacional que amenaza con diluir los intereses federales. Es una manera de terciar en una disputa que no está claro todavía cómo terminará. Ni cuántas bajas habrá en el camino. O cuántos daños colaterales.
Una postura semejante está asumiendo el presidente de la Cámara de Diputados de Nación, Sergio Massa. El líder del Frente Renovador optó por abrirse de los choques entre Alberto y Cristina. Tan explícita es esta estrategia, que su referente local, Franco Aranda, lo expuso sin filtro el pasado viernes en Banda Ancha. La intención es sentarse al lado del camino, como Fito Páez. Escuchar a otros y que los Fernández resuelvan sus diferencias como puedan.
Este vendaval le permitió a Juntos por el Cambio apoltronarse como espectador de los conflictos ajenos, tapando sus rencillas. Pero no todo es paz y armonía en el bunker amarillo. La presencia de Mauricio Macri mete ruido. El expresidente conserva un núcleo duro de seguidores importante. Con ese capital es el interlocutor imprescindible para cualquiera que tenga intenciones de encabezar fórmula en 2023.
Desde ese púlpito, Macri se permitió y se permite decir algunas incomodidades. Con el cartel de incauto y hasta de ingenuo, tildó al prócer radical Hipólito Yrigoyen de 'populista'. Generó una herida sangrante con la UCR y cuesta mucho imaginar que no había medido ese costo político. El expresidente demostró que sabe construir donde le interesa construir. Hoy parece que la opción está en la derecha, en aquellos votos extremos que podrían irse con Javier Milei. Ahí es donde está mordiendo el fundador del PRO. Entonces no fue ningún descuido.
Igualmente en San Juan esas jugadas pueden esquivarse con elegancia. Buenos Aires queda tan lejos que la onda expansiva de aquellos escandaletes se va disipando. Además, hay una notoria bajada de línea para mostrar solamente armonía. Hay un rechazo sistemático a todo lo que sea polemizar. El aparato de comunicación por redes sociales funciona como un reloj suizo. Todos al unísono, uniformados, medidos. Así ganó Cambiemos en 2015. Nada nuevo hay bajo el sol.
Pero la armonía montada para la vidriera también tiene fisuras. Sin ir más lejos, el pasado miércoles en Banda Ancha la vicepresidenta del PRO, Gimena Martinazzo, dinamitó las apariencias. Atacó ferozmente al presidente de su propio partido, Enzo Cornejo. Dijo que el diputado provincial 'tiene posiciones tibias', que debe transparentar las cuentas y llamar a elecciones de inmediato para renovar la conducción.
Martinazzo le echó en cara a Cornejo que se hizo el distraído en la supuesta investigación interna por violencia de género, inciada a raíz de la denuncia contra el exdiputado nacional Eduardo Cáceres. Quedó en la nada.
Este cimbronazo en el PRO no es un tema menor. Cornejo es socio directo de Producción y Trabajo. Se sienta a la mesa que encabeza Marcelo Orrego. Es de suponer que el santaluceño no podrá permanecer indiferente mucho más, mientras sigan explotando estas peleas debajo de su ala.
Para afuera dirá que son cuestiones propias de otro partido político y que es respetuoso de la vida interna del PRO. Para adentro, con seguridad, hará un llamado a la paz. Si algo aprendió Orrego en sus años de militancia es que siempre le fue mejor cuando menos polvareda levantó.
Los chispazos entre el PRO y los radicales a nivel nacional todavía no hicieron pie en San Juan. Incluso después de que el presidente de la UCR, Horacio Tello, tildó de 'populista' a Patricia Bullrich por su pasado como montonera, nadie tomó registro. A nadie ofendió. Con seguridad habrá una primaria donde los radicales lleven su propio candidato presidencial, posiblemente sea Facundo Manes, y los macristas se asocien a Orrego para acompañar a Horacio Rodríguez Larreta u otro.
Este escenario permite entrever que a Orrego le interesará particularmente que el PRO no le meta ruido en la estrategia. Desde Buenos Aires le reconocen al diputado nacional su liderazgo, pero al mismo tiempo juegan a dos y tres puntas, cuando le dan el mismo trato a Cornejo que a Martinazzo e incluso reciben a disidentes hoy inscriptos en Consenso Ischigualasto.
Poco y nada de esto trasciende hacia afuera, posiblemente porque es mucho más potente el espectáculo interno del Frente de Todos.
JAQUE MATE