El lunes 3 de febrero, la noticia curiosa llegaba desde el lejano oriente. En tan solo 10 días los chinos habían construido el Hospital Huoshenshan, o Montaña del Dios Fuego, para atender a 1000 pacientes con Coronavirus en la zona donde surgieron los primeros casos, en la ciudad de Whuan.

No solo levantaron un centro sanitario de semejante magnitud en una semana y tres días, sino que además le asignaron un personal de 1400 personas para atender la contingencia, entre profesionales de la salud y auxiliares. Muchos de ellos ya tenían experiencia en situaciones parecidas.

El resultado obtenido por China fue asombroso. Según el ministerio de Salud de aquella nación, el 13 de marzo solo hubo ocho casos de nuevas infecciones por el Covid-19. Fue la cifra más baja desde que se comenzaron a relevar datos de la enfermedad que mantiene al mundo en vilo.

A la rápida reacción del Estado se sumó una notable disciplina ciudadana, muy diferente de la actitud displicente de buena parte de la población italiana y española, que hoy pagan las consecuencias de la epidemia desbocada.

Este martes, desde China surgió la novedad de una vacuna desarrollada con éxito para detener al Coronavirus. Ya están en condiciones de iniciar los ensayos clínicos.

Aquella curiosidad del hospital de Whuan construido en apenas 10 días se convirtió en la medida apropiada para la respuesta. No sirve nada menos y así lo entendieron los especialistas argentinos que le sugirieron al presidente Alberto Fernández extremar las medidas. Aún pagando el costo de que todavía hoy haya personas descreídas de las acciones oficiales.

La infectóloga sanjuanina Beatriz Salanitro terminó de echarle luz al asunto ayer en Banda Ancha, aquí en Canal 13. La reconocida especialista admitió que el problema del Coronavirus es básicamente su alto índice de contagio medido con la acotada capacidad que tienen nuestras terapias intensivas, sumando todas las camas disponibles, tanto en los hospitales públicos como en las clínicas privadas.

Un conocedor del sistema hizo un cálculo redondo a pedido de Canal 13 San Juan. Son aproximadamente 50 plazas en terapia intensiva las que existen en la provincia. Más que suficientes para atender las patologías de rutina. El problema es que la coyuntura podría exceder ampliamente los requerimientos habituales.

El médico sanjuanino Fernando Rocchetti lanzó esta semana en Facebook un intrigante mensaje: "Si supieran cuántos respiradores artificiales hay en la ciudad, no volaría una mosca". Su posteo fue compartido por otro profesional de la salud, Roberto Jameson, avalando el punto crítico.

La obsesión de las autoridades sanitarias está puesta en reducir al mínimo la cantidad de contagios, porque si hubiese una avalancha de personas que necesitaran internación, directamente no habría disponibilidad. O, visto el medio vaso lleno, el desafío está puesto en ponerle un límite a los contagios, a la medida de la capacidad que tiene la provincia.

La enfermedad tiene un índice de internación del 20 por ciento, según la doctora Salanitro. De las medidas de prevención entonces dependerá que el universo de contagios se acote lo máximo posible, a sabiendas de que habrá cada vez más casos en San Juan como en el resto del país. Frente a esta realidad esperable e inevitable, el arma que queda todavía disponible es reducir la transmisión al mínimo. Esto solo es viable con la colaboración de todos los habitantes.

Argentina, mucho menos San Juan, no tiene el desarrollo chino para crear de la nada un hospital en 10 días. Eso no va a ocurrir, como no sucedió en Italia ni en España. El camino posible es el que se ha trazado desde el gobierno nacional. Hay muchos otros problemas además del Coronavirus, pero la coyuntura obliga a focalizar los esfuerzos en esta enfermedad.


JAQUE MATE