El día que sobren las vacunas
El plan se aceleró, pero igualmente la inmunidad de rebaño no se alcanzaría antes de agosto o septiembre. ¿Cuántos rechazarían su dosis?
Días atrás en una conversación privada, un importante dirigente de la oposición puso en foco un nuevo temor vinculado a la pandemia. Es un problema que ya se está viendo en las naciones más desarrolladas y que primero debutaron con el Covid 19, mucho antes que Argentina. Como ocurrió con los contagios y con las muertes, esos dilemas terminarán llegando más temprano que tarde a estas latitudes. Ese desafío ya no es conseguir las vacunas, porque en efecto a ellos les están sobrando las dosis, sino lograr que se inmunice el último grupo que se resiste ideológicamente a recibir el antivirus.
Hoy parece una ficción, visto desde la realidad criolla. Cuando todavía se celebra la llegada de cada vacuna sin importar su procedencia o el laboratorio, pensar en que haya un sobrante porque un sector de la población desprecia esa oportunidad, es inimaginable. Tal vez haya que empezar a fijarse en esa película que ya está rodando en algunas naciones privilegiadas del Hemisferio Norte. Estados Unidos, sin ir más lejos. A eso obedece el exhibicionismo vacunatorio hasta en las playas, sobre la cálida arena de Florida. Están prácticamente en una etapa de rogarle a la gente que se inmunice.
Oculto entre la multitud que espera su turno para vacunarse, existe un segmento de sanjuaninos y sanjuaninas que sigue meditando el asunto. Si es un número importante o no lo es tanto, por el momento resulta incalculable, básicamente porque faltan dosis. Todas las que lleguen ya tienen una larga fila de destinatarios esperándolas. Sin embargo, sucederá eventualmente que se alcance el bendito 75 por ciento de la población inmunizada. Ahí podrá pasarse en limpio la estadística.
San Juan ha acelerado la vacunación al ritmo de los despachos de Nación. La jefa del Programa de Inmunizaciones, Marita Sosa, dijo este miércoles en Banda Ancha que están aplicando entre 6.000 y 7.000 dosis a diario. Es un número importante, que ha permitido incluir esta semana al grupo etario de 50 a 59 años sin importar su carácter esencial o que tengan alguna comorbilidad. Es un segmento grande estimado en unas 72.000 personas.
Los trabajadores de Salud, de Seguridad y de Educación prácticamente ya se vacunaron por completo. Quedan algunos puntos porcentuales por ahí pendientes, básicamente porque inocularse siempre fue voluntario. Hubo temor oficial en diciembre, acerca del nivel de aceptación que tendrían las Sputnik V, las primeras en llegar. Todavía algunos opositores nacionales militaban la desconfianza contra ese desarrollo del Instituto Gamaleya.
Luego vino el aval publicado en la revista científica The Lancet y el asunto quedó liquidado. Hasta la absurda denuncia penal presentada contra Alberto Fernández por 'intento de envenenamiento de la población' quedó en abstracto. Sin embargo, el martilleo de desconfianza dejó una estela difícil de borrar por completo. Algo semejante sucedió con AstraZeneca y los casos de trombosis. Hubo estudios que demostraron que no había relación entre la vacuna y ese trastorno de coagulación. Sin embargo, la incertidumbre quedó inyectada bien profunda.
Por eso la jefa de Inmunizaciones destacó en Banda Ancha el importante número de inscriptos para recibir las vacunas desde que comenzó la campaña en diciembre de 2020. El grupo más numeroso fue el de 18 a 59 años con comorbilidad y a esta altura más de la mitad ya recibió al menos una dosis. Se ha acortado la demora entre la solicitud online y el otorgamiento del turno. El sistema se pudo aceitar en la medida en que empezaron a llegar volúmenes más importantes al país.
La gente pudo ver que las vacunas son seguras y que los efectos secundarios son mínimos, los mismos que provoca cualquier otra vacuna del calendario ordinario. Más avanzó la campaña, más se corrió la voz. De pronto en cada familia, en cada grupo de amigos o de compañeros de trabajo, había al menos un integrante inmunizado. El boca en boca fue surtiendo efecto. Hasta los más críticos y desconfiados terminaron poniendo el brazo. En ese pinchazo, en el fondo, habita la única esperanza de salir adelante.
Según el parte de vacunación más reciente, dado a conocer este miércoles por la tarde, tomando el primer grupo objetivo de 255.000 personas, ya recibió al menos la primera aplicación el 74 por ciento. Este nivel de avance permitió incorporar a otro segmento que no estaba originalmente previsto, el de 50 a 59 años sin factor de riesgo. Esperan su turno otras personas muy expuestas, como trabajadores de comercio especialmente cajeras de supermercados, bancarios, personal de ANSES y otras reparticiones con atención al público, municipales que recolectan residuos. La lista es mucho más extensa. Interminable posiblemente.
Tanto las autoridades nacionales como las provinciales estiman que entre agosto y septiembre se podría alcanzar el nivel de inmunidad de rebaño tan ansiado, a fuerza de vacunas. Coincidirá además con el final del invierno. El cambio de estación hará su parte para que haya pasado lo peor. Falta poco y al mismo tiempo es una eternidad, si los casos vuelven a repuntar como está sucediendo desde hace 48 horas en San Juan.
Quedan por delante unos tres meses difíciles, con nuevos confinamientos intermitentes, vacaciones de invierno adelantadas y extendidas en las escuelas, alta demanda de camas críticas y temor. Mucho temor. Pero la vacunación seguirá avanzando. Cada dosis colocada ayudará a convertir esta peste en una más de las tantas que llegan con el invierno, sin poner en jaque el sistema sanitario. Ese es el plan.
Pero, como en todo plan, siempre es recomendable dejar un margen para lo inesperado.
JAQUE MATE