Advertencia: el diálogo a continuación está inspirado en hechos reales. Escuchado en un grupo de personas de entre 30 y 40 años, una nochecita cualquiera en San Juan.

-Ni siquiera sirve comprar dólares, porque las cosas aumentan más.
-Yo quisiera comprar un dólar...
-¿Para qué?
-¡Para traer a Messi a San Martín y me hago Verdinegro!

La escena cerró con risas. Fue un recorte interesante del clima que atraviesa el sanjuanino promedio en la semana previa a votar por tercera vez en el año. Fuera de la burbuja política, nadie parece tomar nota del picoteo peronista entre uñaquismo y giojismo o la feroz interna de Juntos por el Cambio. La vida real está apartada de la lucha por el poder.

Hay sustento para afirmar que la política, los precandidatos y precandidatas, corren el riesgo de pescar en la misma pecera de siempre, en sus públicos cautivos, sin demasiado margen para ampliar su base de representación. ¿Cuán diferentes pueden ser los números del próximo domingo en comparación con el 14 de mayo y el 2 de julio, cuando los resultados en ambos comicios fueron tan disímiles?

Sergio Uñac está apostando a repetir los guarismos de la primera elección, cuando el PJ arrasó en la mayoría de los municipios con su foto, a pesar de estar inhibido de competir por la cautelar de la Corte Suprema. José Luis Gioja, a través de su hermano Juan Carlos, se aferra al 2 de julio, cuando su espacio relegó al uñaquismo en medio de la derrota peronista global. Un saldo similar este 13 de agosto sería suficiente para borrar al gobernador de la carrera por el Senado.

Marcelo Orrego ganó con holgura la gobernación a pesar de que sus candidatos el 14 de mayo no tuvieron un desempeño excepcional, salvo el batacazo de Susana Laciar en Capital y la sorpresa de Alfredo Castro en Sarmiento. El gobernador electo se jugará una parada importante el próximo domingo, apoyando a Horacio Rodríguez Larreta contra Patricia Bullrich. Final abierto.

A continuación, una cruda verdad. El futuro de uno u otro es tremendamente irrelevante para la opinión pública, ajena a la disputa interna y las maniobras de los altos operadores. Como se dijo antes, hay sustento para esta cruel afirmación.

El consultor Hugo Haime escribió el fin de semana en el diario Perfil que el 50 por ciento de los encuestados está desinteresado en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Va de nuevo: a la mitad de los argentinos y las argentinas no les importa lo que se vota en seis días. Hay enojo y frustración.

Si Malena Galmarini dijo que votar por Juan Grabois es tirar el voto a la basura o si Fernando Iglesias usó la muerte de René Favaloro para atacar a Rodríguez Larreta, todo redunda en la retroalimentación de un microclima para los mismos. El espectáculo de la política mide mal en los estudios de opinión y los focus groups, agregó Haime.

La misma lógica debería aplicarse a San Juan. Mientras las redes sociales se llenan de panfletos en contra de Uñac y en contra de Gioja, el ciudadano común ni siquiera se entera. Corre lo más lejos posible. Curiosamente, en las conversaciones off the record algunos dirigentes se muestran conscientes de esta situación. El desinterés es la gran marca de la víspera de las PASO.

Ya no se trata de un problema peronista solamente. Es un desafío transversal a todas las fuerzas del oficialismo y la oposición. La militancia está retraída, en términos generales. Por eso tanto Uñac como Gioja han invertido la primera parte de sus respectivas campañas en aceitar la maquinaria. Orrego hizo exactamente lo mismo. El primer movimiento fue concentrar a los fiscales para dar el banderazo de largada.

Si el involucramiento de las bases está demandando tanto esfuerzo, comprometer a los votantes desinteresados en la política se vuelve titánico. El consultor Carlos Fara, que tuvo cierta participación en la campaña sanjuanina del 2 de julio, también marcó la apatía como rasgo distintivo de esta vigilia de primarias.

El sábado en el diario Perfil, Fara aseguró que en todos los campamentos de campaña a lo largo y lo ancho del país se percibe este clima. Y no es una abstracción, para nada. Podría ser el caldo de cultivo ideal para un alto índice de abstención y de voto en blanco

Históricamente las PASO han tenido menor participación que las generales. Podría interpretarse que las elecciones para gobernador pueden ser las más convocantes. Por eso vale rescatar los valores alcanzados el 2 de julio en San Juan.

De un padrón de 603.000 electores, fueron a las urnas 441.000 ciudadanos, equivalentes al 73 por ciento de presentismo. No está mal. Pero si ese es el pico máximo alcanzado, se puede complicar la proyección para este 13 de agosto.

No es todo. De los 441.000 que fueron al cuarto oscuro, casi 8.000 votaron en blanco o anularon su voto. Parece poco en términos relativos. Pero, valga la insistencia: si este es el mejor número posible, las cosas solo podrían empeorar el próximo domingo.

Cada ausente, en sus distintas variantes, indica lejanía, desencanto, falta de expectativas. Tal vez la mejor manera de comprenderlo sea escuchando más. Como aquel diálogo del dólar, la inflación y Messi en San Martín.


JAQUE MATE