El encuentro del gobernador Sergio Uñac con los intendentes del Frente de Todos el pasado martes en Casa de Gobierno fue relativamente calmo. Sin embargo, tras bambalinas hubo algunos pases de factura por los rendimientos dispares, con una caída generalizada de votos en comparación con comicios anteriores. La consigna es resistir el 14 de noviembre. Recuperar adhesiones en cada distrito para aumentar el margen de ventaja, encomendándose a la Casa Rosada para que no venga otra tempestad que amenace la supervivencia del espacio en la provincia.

El tembladeral que provocó la ola de renuncias de ministros kirchenristas, con Eduardo 'Wado' De Pedro como punta de lanza, era mirado con preocupación desde la provincia. El mensaje de sozobra era fogoneado también por la oposición, que rápidamente habló de golpe interno. Después de mucho tiempo se sembró dudas sobre la gobernabilidad. 

Los gobernadores peronistas cumplirán un rol esencial en las horas subsiguientes, en particular los que pudieron defender su distrito. Ya funcionaron como soporte de Alberto Fernández este miércoles dramático. Allí estuvo Sergio Uñac.

El análisis hecho puertas adentro en la reunión con los intendentes partió del siguiente diagnóstico. Juntos por el Cambio no amplió su caudal electoral, sino que el oficialismo sufrió una contracción llamativa. Eso determinó que se acercaran el primero y el segundo como nunca antes, a tan solo cinco puntos. En un comicio de virtual primera vuelta, esa ventaja es muy precaria. Sobre todo si no amaina la tormenta. La detonación de las renuncias en la Casa Rosada no colaboró para generar calma.

Según algunos periodistas porteños como Gustavo Sylvestre, la bajada de línea de Alberto Fernández y su entorno este miércoles por la noche era 'bajar la espuma'. En criollo esto significa no volverse locos. Se perdió el 12 de septiembre en casi todo el país y posiblemente el resultado se repita el 14 de noviembre. Pero para 2023 falta mucho todavía. No parece buena idea rifar el poder por un arrebato, más allá de tomar algunas decisiones urgentes. Todos los dedos señalan a la economía.

En este contexto, los intendentes sanjuaninos enrolados en el Frente de Todos repasaban este miércoles los resultados en sus departamentos, escuela por escuela, mesa por mesa, para sacar conclusiones. En Chimbas, Fabián Gramajo salió airoso el domingo con una diferencia respetable de 51 a 28. Sin embargo, también sintió el desgranamiento de unos 10 puntos si se compara legislativa con legislativa. Si la comparación es con la general de 2019, la pérdida fue mayor aún.

Aún así, el aporte chimbero al Frente de Todos fue clave para equilibrar las cosas con otros distritos donde el resultado fue catastrófico. Especialmente el eje Este-Oeste. En Santa Lucía el oficialismo quedó 25 puntos abajo. En Capital 22 puntos. Y el Rivadavia, 13 puntos.

El 23 por ciento de ventaja oficialista en Chimbas, junto con los 8 de diferencia que aportó Rawson y 20 que sumó Pocito, permitieron alcanzar la victoria. A los arañazos.

Gramajo no descansó en los laureles, frente a la precariedad de la situación. No podría hacerlo, porque sería demasiado riesgoso. Esos 23 puntos de ventaja sobre Juntos por el Cambio en Chimbas fueron buenos pero debieron ser mejores. Algo pasó en el medio y el análisis preliminar indica que se escapó el voto de la zona céntrica, circundante a la plaza departamental. 

Los comerciantes y trabajadores independientes, los industriales asentados con domicilio en la zona, manifestaron su disgusto con la situación económica y lo hicieron sentir. Es claramente el público objetivo para alcanzar en este segundo tramo de la campaña.

El malestar de las áreas céntricas se vio compensado con el arrasador acompañamiento en los vecindarios más vulnerables. Para muestra, basta citar la zona de la Villa Mariano Moreno y aledañas, donde la diferencia se disparó. El Frente de Todos alcanzó 60 puntos contra 21 de JxC. Está más que claro dónde hay que apuntar los esfuerzos.

'Falta política, falta escuchar', reconoció un alto dirigente en la cumbre de intendentes. Aunque Uñac no les habló en tono de reprimenda, quedó plasmada una obligación: si cada jefe comunal o presidente de Junta del PJ -donde no son gobierno- trabaja para aumentar un punto en su distrito, eso sería suficiente para garantizar la victoria el 14 de noviembre. Decirlo es una cosa, lograrlo es otra.

Los departamentos del eje Este-Oeste son irrecuperables frente a la magnitud de la caída del pasado domingo. Sin embargo, la mayor aspiración es que peronistas y aliados sean capaces de perder por menos margen. Aún en la derrota, hay chances de que sea más decorosa.

Rawson tiene una de las cargas más pesadas. Haber ganado apenas por 8 puntos por encima de Juntos por el Cambio, en un distrito gigantesco donde la oposición prácticamente se quedó sin referentes, ante la retirada circunstancial de Gimena Martinazzo, es difícil de presentar. Los caciques del oficialismo rawsino son cada vez más pero la sumatoria no fue rutilante. Para ellos urge levantar la puntería. Tienen sobre sus espaldas el padrón más importante de la provincia. El único que puede compensar el derrumbe del eje Este-Oeste.

Ya el martes los intendentes salieron con la convicción de que hay que resistir. Que la ola nacional pega fuerte. El miércoles se agravó el escenario fundamentalmente por la incertidumbre sobre el futuro del gabinete y la relación de Alberto y Cristina.

Aquel pedido presidencial de 'bajar la espuma', más que una medida política es una acción de supervivencia.


JAQUE MATE