Entre el futuro de grandeza que profetiza Javier Milei -cual Moisés reencarnado- y el apocalipsis económico y social que predice el peronismo, cada quien termina atrapado en su propia fe. Es creer o reventar. Nunca fue más gráfica esta definición. Ante la falta de certezas hay una coordenada que puede funcionar como punto de referencia: si al presidente le va bien, al gobernador Marcelo Orrego también debería irle bien. Debería.

Es decir, si Nación logra en un plazo razonable ordenar las variables de la economía -no solo la macro sino fundamentalmente la micro- podría respirar la provincia después de estos meses angustiantes.

Esa es la esperanza que mantiene más o menos estable el acompañamiento al presidente libertario. Perdió algunos puntos con respecto al 56 por ciento que obtuvo en el ballotage en noviembre, pero conserva un núcleo bastante consistente de respaldo popular.

Milei y su equipo siguen apostando a que lo peor está sucediendo ahora, entre marzo y abril. A partir de mayo empezaría el repunte. Una recuperación milagrosa. Y siguen las expresiones bíblicas. El gobierno de Orrego saca cuentas para sobrellevar la coyuntura hasta que venga el alivio.

Eso es precisamente lo que ofreció el presidente el viernes en la apertura de sesiones del Congreso. Un trueque. Un toma y daca. Si los gobernadores quieren un poco de oxígeno, antes tendrán que poner la firma en el documento de los 10 puntos enunciados ahí en el recinto. El Pacto de Mayo. Nombre pretencioso para refundar la Nación en una fecha icónica, con una receta añeja. Pura ortodoxia liberal.

Orrego se apuró en decir que firmará. Si esa es la condición para recuperar fondos provinciales, no queda más alternativa. Igualmente el futuro del pacto es todavía incierto. La Casa Rosada no logró siquiera coordinar el primer encuentro con todos los mandatarios provinciales este viernes, como se había propuesto hacerlo originalmente.

Otra vez Orrego mandó una señal de diálogo y proximidad con Milei. Ya lo había hecho durante el tratamiento de la Ley de Bases, aunque el presidente escrachó a sus diputadas, Nancy Picón y María de los Ángeles Moreno por votarle en contra un inciso irrelevante en ese proyecto gigantesco que naufragó por falta de consenso.

Orrego precisa que Milei enderece el rumbo. Solo el éxito de la gestión libertaria podría brindarle al gobernador sanjuanino un marco de optimismo para encarar el futuro. Lo contrario sería seguir administrando miserias. El contraste con la gestión anterior y su denostado 'plan platita' se hace evidente en la caída de la obra pública y en la menor actualización de salarios, por citar dos ejemplos.

Hasta ahora, una parte importante de la sociedad decidió acompañar el ajuste como única salida a la crisis heredada. Se hizo visible este miércoles en una consulta del móvil de Canal 13 en la estación Mitre, entre pasajeros de la Red Tulum. El aumento del boleto de colectivos fue recibido con pesar pero también con resignación. Esa tolerancia social es un activo político enorme para cualquier gobierno.

Si a Milei le va bien, entonces a Orrego le va bien. ¿Y si sucediera lo opuesto? La receta provincial es sentarse sobre la caja para tener plan B. Esto significa, contar con un resto, una reserva que permita generar una burbuja. Por eso se tomaron medidas de austeridad extrema, aunque las cuentas permitiesen moverse con mayor soltura.

El peronismo sanjuanino está midiendo los escenarios posibles. Sabe que en caso de un eventual derrumbe de Milei, lo único que habrá en frente será nuevamente el PJ. Les pesa todavía el fracaso de Alberto Fernández, porque está muy fresco. Pero la historia argentina ha demostrado que el péndulo va y viene, también en las urnas.

Un alto referente del justicialismo sanjuanino relativizó el efecto espejo entre Milei y Orrego. Dijo que si el presidente tuviera éxito, eso no necesariamente favorecería al gobernador. Por su temperamento, el economista libertario buscaría fortalecer su propio espacio. El tablero en San Juan estaría encaminado nuevamente a dividirse en tercios. Y cuando eso sucede en una elección legislativa, alguien se queda afuera. Ya pasó en 2023.

Con una diferencia muy ajustada entre el PJ, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza, Orrego solo pudo meter una diputada nacional al Congreso. Se quedó sin senador. El 2025 será estratégico para el futuro del gobernador. Necesitará engrosar su representación parlamentaria. Quien no tiene votos para ofrecerle a la Casa Rosada, poco puede pedir a cambio.

¿A Milei le servirían los legisladores aliados que le pueda aportar Orrego? ¿O preferiría tener legisladores propios? La respuesta parece bastante obvia. La única manera de sacarse de encima las presiones y avanzar sin hacer concesiones sería con votos propios. Aprendió de mala manera que necesita del Congreso.

Si a Milei le va bien, a Orrego debería irle bien. Sin embargo, ese espejo puede tener algunas deformaciones. A veces, hasta puede ser un espejismo.


JAQUE MATE