El gabinete es una cuestión de poder
Mauricio Ibarra le puso la cara a un planteo de oxigenación que vienen haciendo varios en silencio. Roberto Gattoni salió a cruzarlo duramente. El trasfondo.
Hace varios años, un gobernador confesó en una conversación reservada la razón por la que se había empecinado en sostener a integrantes de su gabinete, a pesar de que había razones más o menos públicas para producir el recambio. Era una cuestión de poder. Si el conductor cede a presiones externas para redefinir su equipo de colaboradores, automáticamente se está mostrando permeable de más. Débil, posiblemente.
La anécdota mínima puede darle marco a las tensiones manifiestas esta semana en el seno del gobierno de Sergio Uñac. El martes en Paren las Rotativas el dirigente y asesor Mauricio Ibarra habló del ciclo cumplido de algunos ministros y les pidió públicamente que dieran un paso al costado. No dio nombres, por supuesto. Dos días más tarde salió a cruzarlo el vicegobernador Roberto Gattoni, tildándolo de imprudente.
Ibarra había estado reunido durante varias horas con Uñac luego de las elecciones y antes de pasar por Canal 13. Podría interpretarse que lo dicho al aire primero se había planteado en privado. Y que incluso, siendo un colaborador estrecho del gobernador, podía oficiar de portavoz más que de libre pensador.
Gattoni intentó echar por tierra todas estas conjeturas. En una sola respuesta dijo que Ibarra es un dirigente del Frente de Todos pero no es vocero de Uñac. Incluso, que 'no forma parte del equipo de gobierno provincial', aunque figure en la grilla de asesores. 'Me pareció una opinión imprudente', apuntó el vice contra el rawsino.
La imprudencia presunta radica en aquel principio explicado en la anécdota que abrió esta columna. Si el gobernador realizara cambios en el gabinete a pedido de un tercero, habrá perdido la iniciativa política frente a la sociedad. Si esa es la lógica, la reacción esperable es la contraria. Es decir, que Uñac se plante con el equipo que lo secunda y lo sostenga hasta el último aliento.
Después de escuchar la vehemencia de Gattoni delante de la cámara de Canal 13, se puede anticipar más continuidad que cambio. De hecho, el vice hizo una evaluación muy positiva del resultado de las elecciones del domingo pasado, en línea con lo que viene diciendo el propio Uñac. Ponderó que San Juan logró sostener la victoria a pesar de la ola nacional adversa y destacó los indicadores de recuperación económica.
Ibarra tampoco propuso una mirada derrotista de las elecciones legislativas. Según su perspectiva, vienen tiempos de mayor equilibrio en la política argentina, con fuerzas parejas, y San Juan no escapa a esa tendencia. Aún así, reconoció que hace falta mejorar algunos aspectos de la gestión, sin puntualizar ninguno en particular.
Fue cuando utilizó la metáfora futbolera para referirse a los funcionarios como si fueran jugadores en la cancha. Dijo que algunos ya han jugado 120 minutos y están cansados, que deberían pedirle al DT un cambio voluntariamente, porque ya no están en condiciones de rendir al máximo.
'Necesitamos un gobierno con funcionarios que vayan a correr la última pelota', reclamó Ibarra con tono sereno, casi suavizando el peso de sus palabras, plenamente consciente de que estaba encendiendo una mecha.
Terminado el escrutinio definitivo, el Frente de Todos consiguió lo que se había propuesto originalmente: conservó las dos bancas de diputado nacional. Desde ese primer punto de vista, fue objetivo cumplido y motivo suficiente para festejar. Sin embargo, la estrecha diferencia con Juntos por el Cambio, de unos 5.000 votos, despertó el debate interno. En la vereda de enfrente, la oposición se envalentonó pensando en 2023.
Este es el escenario que detonó los debates dentro del PJ y aliados. El bloquismo tuvo que salir a poner la cara por la derrota en Iglesia y el presidente del partido, Luis Rueda, hasta amenazó con desplazar a los dirigentes históricos para abrir espacio a las nuevas generaciones. Pasar la guadaña para dejar que crezcan nuevos brotes.
El peronismo tuvo que respirar hondo para pasar la derrota en Capital, Santa Lucía y Rivadavia. También hubo pases de factura por los distritos donde ganaron pero perdieron muchos votos de la primaria a la general. ¿Fue todo ola nacional? ¿Cuánto pesaron las gestiones municpiales? ¿Acaso hubo algún reproche también para lo provincial? En torno de estas tres preguntas gira el debate.
En medio de las discrepancias hay un punto de acuerdo, no menor. Todos coinciden en salvar a Uñac de las críticas. No hay quien cuestione su conducción. Ni siquiera en el giojismo han desafiado las decisiones tomadas en Libertador y Paula.
La discusión es en voz baja, reservada, involucra a todos pero no sale hacia afuera. Por eso Ibarra sacudió el tablero con una declaración mediática. Le puso la cara al menos a un sector que viene pidiendo oxigenar el gabinete. Y tuvo que soportar luego el embate público de Gattoni, un peso pesado del uñaquismo de paladar negro.
En lo sucesivo, ambos bajarán el tono en público. Habrán evaluado seguramente que no es oportuno ventilar las cuestiones internas ni mucho menos presentarse enemistados, porque estarían provocando un cimbronazo adicional para la gestión provincial. El agua seguirá corriendo por debajo del puente. Varios años atrás, Néstor Kirchner le dijo a un sanjuanino una frase que puede servir en este contexto: 'paciencia y ley de gravedad'. O, en otras palabras, el tiempo termina acomodando las cosas.
JAQUE MATE