El juego de los intendentes
Dentro del oficialismo, se conformó un bloque relativamente sólido con un solo norte: apuntalar al gobernador Sergio Uñac. Si esto termina o no en el diseño electoral de 2023, podrá evaluarse más adelante.
Intendentes son todos. Pero hay intendentes e intendentes, en el delicado presente que transita la provincia por estar inmersa en un país jaqueado por la crisis económica y el malhumor social. Dentro del oficialismo, se conformó un bloque relativamente sólido con un solo norte: apuntalar al gobernador Sergio Uñac. Si esto termina o no en el diseño electoral de 2023, podrá evaluarse más adelante.
Hay intendentes e intendentes. Uno en particular tuvo protagonismo en las últimas semanas: Leopoldo Soler. Supo ser un enérgico opositor a los intendentes peronistas de su departamento. Combatió duramente a Alfredo Ortiz y a Jorge Agapito Gil, la dupla que se intercalaba por mandatos, uno al municipio y el otro a la Legislatura.
Hasta que un día la interna justicialista rompió esa monotonía y Soler, que había sido candidato por el basualdismo, llegó al tan ansiado sillón en 2015. Desde entonces cambió su relación con el PJ. En un giro de 180 grados empezó a militar para Sergio Uñac intensamente. No le fue mal. Hoy se jacta de haber entregado más viviendas que cualquiera de sus antecesores.
El lunes Soler fue el elegido por sus pares para ensalzar la figura del gobernador, cuando se distribuyeron más de 700 millones de pesos para obras de infraestructura a través del programa FODERE. Los municipios solo pueden recibir esos recursos si tienen las cuentas equilibradas. En tiempos de quebranto nacional, corrida cambiaria e incertidumbre política, fue suficiente para poner a San Juan otra vez como 'el modelo' a seguir.
Lo dijo Soler en la Sala Rogelio Cerdera repleta de representantes departamentales de ambos lados de la grieta. Dijo que este modelo es digno de llevarse a la Nación. Fue un guiño hacia la siempre latente proyección de Uñac en Buenos Aires.
Hace algunas semanas Soler puso la casa. Fue el anfitrión de casi todos los intendentes peronistas y bloquistas para respaldar políticamente al gobernador. Se tomaron una foto y la replicaron por todos lados. El mensaje llegó y el ullunero pudo figurar con cierto protagonismo sin despertar suspicacias. No tiene intenciones de desafiar a Uñac, no aparece en el banco de recambio.
Es el emergente de una generación de intendentes que está jugándose el futuro inmediato porque no pueden ir por otra reelección. Están sentando las bases para dejar algún heredero propio en el municipio y resolviendo su continuidad en la función pública. Posiblemente, en la mayoría de los casos, en una diputación departamental.
Además de Soler, valga citar como ejemplos al calingastino Jorge Castañeda, al sarmientino Mario Martín o al veinticinqueño Juan Carlos Quiroga Moyano. Todos ellos están en la misma situación de no poder repetir como intendentes pero podrían ilusionarse con una oficina en Libertador y Las Heras.
Otros que también encontraron el tope a su reelección municipal tienen una proyección diferente. Aspiraciones más ambiciosas. Posibilidades de dar el salto a lo provincial.
Entre estos caciques que cotizan distinto, nunca entró en el cálculo pasarse a la Legislatura, perdiendo el poder territorial y el manejo de presupuesto. Llegarán al final de sus mandatos con alta consideración positiva y pretensiones elevadas. Dos nombres se ajustan a esta caracterización: Fabián Gramajo y Cristian Andino.
Ambos tuvieron efusivos apretones de manos y sonrisas el lunes cuando recibían los fondos para las obras de infraestructura de sus departamentos, igual que cualquier otro. Si alguno de ellos hubiera hecho algún movimiento inusual, habría sido noticia. Si el gobernador hubiera deslizado algún gesto de preferencia, también habría provocado interpretaciones varias. Son tiempos de mucha sobriedad y cara de póker.
El plan A sigue siendo una nueva postulación de Uñac, aunque el gobernador todavía no lo haya manifestado públicamente. Sí ha defendido su derecho a ser, aunque no haya lanzado su candidatura 2023. Es muy temprano para una jugada semejante, más aún cuando las urgencias son otras.
Pero el uñaquismo en pleno -incluidos todos los intendentes- ha defendido la interpretación constitucional que lo habilita para competir. Gramajo y Andino se sumaron a este clamor, en una señal inequívoca de disciplina partidaria.
Pero si hay un plan A, hay un plan B. Y en esa segunda opción aparece un abanico de posibilidades con dirigentes de buena imagen y proyección de crecimiento. Gramajo y Andino o Andino y Gramajo son dos de esos nombres en danza. Hay otros por cierto, como el ministro de Desarrollo Humano, Fabián Aballay.
Lo cierto es que los intendentes son al gobernador lo mismo que los gobernadores al presidente: un punto de apoyo imprescindible para la gestión. Los jefes comunales están cumpliendo su cometido. Algunos con mayor holgura, otros con tropezones, pero están todos alineados. Uñac lleva la batuta. Solo él baja las coordenadas.
En esa misma línea Roberto Gattoni pidió acatar las instrucciones políticas de Uñac. En una entrevista en Radio Sarmiento el pasado fin de semana el vice dijo que los peronistas deberían aguardar que el gobernador asigne los lugares porque él y solo él tiene la claridad para identificar la mejor estrategia.
Fue polémico, teniendo en cuenta que la corriente Lealtad Justicialista que conduce José Luis Gioja viene discrepando hace tiempo con las decisiones de Paula y Libertador. Nada hace suponer que vaya a cambiar gratuitamente esa relación.
Hasta ahora, la división interna le costó al oficialismo tres bancas en la Cámara de Diputados. Los tres legisladores del Bloque Lealtad rompieron luego del desentendimiento por la derogación de las PASO el 16 de diciembre. Pero en el Poder Ejecutivo y en los municipios peronistas/bloquistas, el encolumnamiento con Uñac está blindado.
Esto no significa que no haya diálogo con el giojismo por lo bajo. El contacto existe porque en el fondo hay una percepción de que el sucesor de Uñac, sea en 2023 o en 2027, tendrá que concitar el mayor consenso posible. De un lado y del otro.
JAQUE MATE