"Con los viñateros estamos en la misma vereda, no en la vereda de enfrente", dijo el ministro de Producción, Andrés Díaz Cano, ayer en Banda Ancha. Con la espalda más ancha que nunca, recién ratificado por el gobernador Sergio Uñac para continuar al frente de la cartera, viene de participar de una asamblea convocada por la Federación y la Asociación de Independientes, para hablar estrictamente del asunto que les quita el sueño por estas horas. No son las retenciones. No es la sequía. Es, como siempre, el precio de la uva para la próxima temporada.

Con esa definición política, acerca de poner al gobierno en la misma vereda de los viñateros, Díaz Cano eligió donde pararse. No significa que vaya a enfrentarse con los industriales, pero sí que está dispuesto a marcarles la cancha para cortar con la aparente especulación que reditúa en ganancia extraordinaria para algunos, en perjuicio de la mayoría que se encarga de mantener vivo y productivo el viñedo. En este caso, la mira está puesta en las poderosas mosteras.

El ministro desempolvó la experiencia de la vendimia 2019, para ratificar la postura oficial en la misma vereda de los viñateros. En la cosecha pasada se pagaron 70 centavos menos que en la de 2018. Entonces tuvo que salir el gobierno a comprar uva a $7,50 prácticamente de contado, mientras las mosteras pagaban $3,50 en ocho a diez cuotas

Con la uva adquirida, el Estado hizo mosto, lo vendió y salvó el costo. La conclusión para Díaz Cano no tiene muchas vueltas: las ganancias que tienen las mosteras es mucha y es en dólares. Por lo tanto, el ministro sostiene que están en condiciones de poner un precio mayor al que se ha venido trabajando. Pero, si no hubiese predisposición para repartir la torta, habrá mano política nuevamente en el medio.

"Tendremos que seguir presionando para que los viñateros puedan tener un precio digno", apuntó el ministro uñaquista. Presionando. No pareció un término escogido al azar.

Según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino las exportaciones de mosto o jugo concentrado de uva son las que más crecieron en 2019, con una suba del 32,9%. Se despacharon más de 127.000 toneladas. El volumen vendido al exterior creció en 31.434 toneladas en la comparación interanual. Todo eso fue posible porque hubo materia prima en cantidad y calidad suficientes. El proceso empieza en la cepa, aunque decirlo suene a obviedad.

Por supuesto, la explosión de exportaciones de mosto ocurrió con un dólar que pasó de $38 en enero a casi $80 en diciembre, por impacto de la Ley de Solidaridad Social. La diferencia en pesos siempre quedó para los grandes exportadores, ya que los contratos con los productores viñateros se ancló a la moneda nacional.

El 10 de diciembre pasado, en su mensaje de reasunción como gobernador, Uñac volvió a poner en valor la apuesta a la renta productiva, al riesgo empresario, a la generación de empleo genuino, como contracara de la timba financiera y los capitales golondrinas que llegan, hacen fenomenales negocios y parten con las alforjas llenas. Desde esa perspectiva, las mosteras fueron y son pilares importantes del aparato productivo de la provincia. San Juan hace décadas se consolidó como exportador de jugo concentrado de uva y conquistó mercados que supo mantener aún cuando las condiciones internas no eran las mejores y la competitividad pendía de un hilo.

Por lo tanto, la metáfora de las veredas que empleó el ministro Díaz Cano no debería entenderse como una declaración de guerra, ni mucho menos. Tan solo, como la necesaria mano del Estado en un escenario asimétrico, donde por primera vez en mucho tiempo, reaparecieron las vacas gordas. Sin uva, no hay mosto. Tan simple como eso.


JAQUE MATE