Difícilmente en cualquier otro tema, Sergio Uñac hubiera confrontado tan abiertamente con Alberto Fernández. Tuvo que ser el aborto. Habían pasado  menos de 48 horas de la marcha celeste motorizada por la Iglesia Católica y cultos evangélicos que tuvo una alta adhesión en San Juan. Se sabe, aquí es la posición mayoritaria. No se diga más.

"San Juan va a mantener la postura que tuvimos originalmente", dijo el gobernador este lunes en rueda de prensa en Ullum, minutos antes de una entrega de viviendas. En 2018, los seis diputados nacionales y los tres senadores optaron por el rechazo.

El 19 de noviembre el presidente Fernández se puso corbata verde para anunciar el proyecto de aborto legal que enviaba al Parlamento. Prometió que haría "todos los esfuerzos para que el Congreso acompañe" la iniciativa. Esta es la gran diferencia con respecto a 2018, cuando Mauricio Macri habilitó el debate pero no se involucró a favor sino en contra.

"Que el Presidente mande un proyecto, que reclame su tratamiento y aprobación, y que se comprometa públicamente de que el aborto es necesario, genera un escenario distinto", sostuvo Fernández. No habría manera de decirlo más fácil.

Garantizó que esta vez "no habrá un presidente llamando a un gobernador para que sus senadores voten en contra". Cabe preguntarse entonces: ¿el presidente llamará a los gobernadores pidiendo el voto a favor?

Si ya ocurrió o si estuviera por ocurrir, Uñac igualmente plantó bandera celeste. En ningún otro asunto planteado por la Casa Rosada, aún los más incómodos como la intervención estatal de Vicentín, hubo un rechazo tan abierto como en el aborto legal. Básicamente y más allá de las convicciones personales, al pocitano le toca gestionar una provincia que mayoritariamente no le perdonaría una postura diferente.

Uñac dijo que conoce la voluntad de los legisladores nacionales y que todos son coincidentes con su punto de vista. Incluso se atrevió a anticipar que los opositores, Marcelo Orrego y Eduardo Cáceres, irían en el mismo sentido. Lo han manifestado públicamente, pero en esta ocasión el gobernador los presentó dentro del conjunto para abonar la idea de unidad provincial en el Congreso. Todos celestes. Y punto.

De manera tal que cuando el proyecto se trate el 10 de diciembre en la Cámara de Diputados, los cinco legisladores y la única legisladora por San Juan tendrán voto cantado. La diferencia, la incógnita, habrá que buscarla por otro lado.

Más allá de la controversia pública entre Uñac y Fernández, el debate por el aborto legal ya fue. Ocurrió de cara a toda la sociedad en 2018. Difícilmente hayan variado las posturas. Nadie pasa de celeste a verde o viceversa. No existe el argumento que pueda torcer voluntades. Tiene que ver con lo más profundo del pensamiento.

Para los celestes, el aborto legal sería tanto como habilitar un genocidio de niños por nacer. Para los verdes, se está empujando a miles de mujeres a prácticas clandestinas hasta perder la vida, y reclaman el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos. Hay jurisprudencia internacional en uno y en otro sentido.

Aunque el debate ya se transitó, la solución no apareció. El problema sigue ahí. Los abortos clandestinos siguen sucediendo a la luz del día y muchas veces la diferencia está en el bolsillo de la persona. Con plata, la interrupción del embarazo es segura. Ilegal siempre. Pero segura.

Se habló en 2018 de evitar el debate por el aborto apuntalando la educación sexual integral para evitar los embarazos no deseados. Dos años después San Juan cuenta con una norma, que se sancionó en aquella oportunidad, pero que sigue sin materializarse en el aula. Hay cuadernillos cajoneados. Hay pudor. Hay rechazo a la perspectiva de género. Y la historia sigue su curso.

En el fondo hay una custodia rigurosa del sistema así como está, aterrorizada del más mínimo cambio. Pero el debate propuesto ahora tiene también una dimensión coyutural.

Tiene oportunidad política, porque en un contexto de crisis abre el espectro de intereses. Se diversifica la agenda, focalizada en las vacas flacas y la maldita pandemia. En ese aspecto, Fernández actuó bastante parecido a Macri, aunque suene ofensivo para uno y otro lado de la grieta. Coincidentemente o no, el aborto legal apareció como protagonista abriéndose paso a los codazos.

Que no se malinterprete. El tema es central. La circunstancia en que se promovió el debate en 2018 y ahora en 2020 parece bastante acomodada a los poderes de turno. En cualquier caso, la peor hipótesis sería reducir todo a una pantomima. Un zapateo que levante polvareda, sin caminar hacia ninguna dirección.

Por lo pronto, Uñac se puso el pañuelo celeste. Bien contrastante con la corbata verde de Alberto. Incómodo pero resuelto. Forzado a cuidar la relación con su electorado. Esperando la llamada más incómoda de Buenos Aires.


JAQUE MATE