El peronismo, con la calculadora en la mano
El pragmatismo redobla la expectativa depositada en el superministro Massa. Y ese pragmatismo implora dejar de lado los rencores en la cúpula del PJ sanjuanino. No hace falta restaurar los afectos.
En una conversación sin micrófonos ni cámaras, un dirigente justicialista de Rawson se sinceró. Puede que Sergio Massa no les cierre a todos, por su perfil de centroderecha, sus lazos con la embajada de Estados Unidos y su roce con el poder económico más concentrado. Pero todos los días le prenden velas al superministro para que consiga bajar la inflación y reconciliar al PJ con el votante. De paso, que se convierta en un candidato presidencial viable para 2023, porque hoy no tienen a nadie más en el horizonte.
Dicho de otro modo, para este peronista rawsino de base, salir a pedir el voto por un candidato presidencial que no mide nada es un problema mayúsculo. Es el escenario que algunos anticipan si el proyecto de Massa se cae. Entonces, si Cristina Fernández de Kirchner pudo hacer los purismos a un lado y anteponer una mirada pragmática, de ahí para abajo la militancia está llamada a seguirla. Es lo posible a esta altura de los acontecimientos.
La reflexión de lo nacional tiene bajada local específica. Aunque las elecciones provinciales sean desdobladas, el peso de los aciertos y los desaciertos de la Casa Rosada siempre se sentirá en las urnas en San Juan. El impacto podrá atenuarse o no según el planteo de la campaña, pero siempre se filtrará en alguna medida. Hay antecedentes de sobra al respecto.
Entonces, que levante la puntería el gobierno nacional es una condición necesaria para trazar un 2023 viable. Es uno de los factores de la calculadora peronista por estos días. No el único, por cierto.
El pragmatismo del PJ, asociado a la vocación de poder, también empieza a golpear la puerta de las cúpulas que dilatan el acuerdo de unidad en San Juan. Uñaquistas y giojistas al unísono están clamando por un entendimiento, en la comprensión de que los porcentajes no tienen la holgura de antaño. Los resultados arrasadores quedaron en la memoria, luego de la cuasi paridad de las legislativas de 2021.
Si de uno y otro lado de la interna peronista piden unidad, ¿por qué no sucede? Bueno, hay condiciones que no terminan de compatibilizar. Las desavenencias no son menores. A cuentagotas se filtraron un par de ellas. El giojismo exige que se habilite un sistema electoral que permita competir desde la categoría de gobernador para abajo. El uñaquismo no está convencido todavía.
La segunda condición es todavía más urticante, porque se refiere a una nueva candidatura de Sergio Uñac para la gobernación. El oficialismo sostiene que está habilitado, mientras el giojismo lo viene objetando en voz baja y amagando con judicializar una eventual postulación si llegara a suceder. Puede ser o no una discusión de orden jurídico. Es con seguridad una carta política para poner sobre el paño de la negociación.
En los últimos días volvió a cobrar fuerza la hipótesis de una ley de lemas acomodada a los tiempos que corren, aunque no hay ni siquiera un borrador ingresado a la Cámara de Diputados. El sistema electoral sigue empantanado en la Justicia y hasta que eso se resuelva habrá justificación suficiente para no sancionar ningún esquema alternativo.
Está pendiente la resolución en segunda instancia de la causa iniciada por Juntos por el Cambio para sostener las PASO. Después quedará la tercera causa, presentada por el Partido del Trabajo y el Pueblo (PTP), que deberá hacer un recorrido similar.
Sea cual fuere el veredicto en la Cámara Civil, que ya falló en contra del giojismo, la parte no favorecida irá a la Corte de Justicia. Y a la Corte Suprema, si fuera necesario. El sistema electoral podría patinar en el barro varios meses más, mientras el calendario entra en tiempo de descuento para el 2023 electoral.
Por eso son momentos de mucha agudeza política. Y de pragmatismo, si fuese posible. Algo así deslizó el lunes pasado en Banda Ancha el diputado nacional Walberto Allende, un veterano del PJ que tiene un vínculo directo con Uñac pero también habla frecuentemente con José Luis Gioja. Esa posición le confiere un rol específico.
'Siempre he pregonado que tiene que haber un acuerdo', dijo Allende en Canal 13. Es cierto y el archivo lo respalda. Lo que nunca había hecho hasta ahora, es lanzar una advertencia con tono de ultimátum. Partiendo de que la diferencia con la oposición ya no es abismal, como supo serlo tiempo atrás, la unidad es imperativa para el justicialismo.
'Seamos realistas', pidió Allende. 'En la situación actual así vamos todos unidos eso no te garantiza abolutamente nada', sentenció con honestidad brutal. Sin embargo, aún así vale la pena juntar cabezas, bajo la perspectiva del diputado nuevejulino. 'La imagen que se da para el resto de la sociedad es importante', sostuvo.
El Frente para la Victoria primero y el Frente de Todos después lograron ampliar la histórica base electoral del peronismo. Los sucesivos gobiernos lograron seducir a votantes que nunca antes habían optado por el PJ. Fue claramente una identificación con un proyecto en una circunstancia histórica traumática: la quiebra del Estado Provincial en 2001/2002 que terminó con el derrocamiento de Alfredo Avelín.
Veinte años después, Argentina transita por otra crisis histórica. Allende se permitió criticar al gobierno nacional encabezado por Alberto Fernández. Dijo que 'se dilapidó' el respaldo social conseguido en el primer tramo de la pandemia y que se demoró excesivamente el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero poco sentido tiene llorar sobre la leche derramada.
La salida es hacia adelante y el pragmatismo peronista empieza a jugar. Ese pragmatismo redobla la expectativa depositada en el superministro Massa. Y ese pragmatismo implora dejar de lado los rencores en la cúpula del PJ sanjuanino. No hace falta restaurar los afectos. Alcanza con tener la calculadora en la mano.
JAQUE MATE