El problema no es Milei
La motosierra apenas le hizo mella a la imagen presidencial. Los despidos en masa en el Estado provocaron una discreta reacción. La justicia social se convirtió en mala palabra.
Un interesante contraste surgió de las últimas dos encuestas difundidas a nivel nacional, acerca de Javier Milei. La consultora Zuban Córdoba y Asociados reveló que 9 de cada 10 argentinos consideran que el ajuste no lo está pagando la casta sino todo el mundo. Pero la consultora Opina Argentina midió un ligero repunte de la imagen presidencial en marzo, alcanzando el 52 por ciento de nota positiva. Esta aparente contradicción es muy reveladora.
Se puede estar peor económicamente, pero aún así bancar el modelo. Porque no todo es plata en esta vida, ¿vio?
Milei no solo ganó como la opción 'outsider' frente al fracaso de la política tradicional. También está intentando gobernar con lógicas inéditas en los 40 años de democracia. Sin fuerza propia en el Congreso, apostó a la confrontación y al escrache de toda voz discordante. Así consolidó a su núcleo duro de militancia, sobre todo en redes sociales. La batalla no es contra la inflación. Es una cuestión mucho más profunda. Es una cruzada cultural.
Nuevamente habrá que darle la derecha al presidente. Lo dijo en campaña y lo reiteró cada vez que tuvo la oportunidad. Para él, la justicia social es 'una aberración'. Es lícito interpretar que buena parte de la sociedad adhiere. Se convirtió o lo convirtieron en mala palabra. En un nicho de corrupción. O una bolsa de planeros que merecen palos y gases del protocolo antipiquetes. Sépase disculpar la simplificación.
La ola de despidos en el Estado Nacional no provocó una reacción popular como tal vez hubiera sido esperable. Ni siquiera los sindicatos levantaron la voz. El termómetro social marca la indiferencia general hacia los males del otro. En eso también el presidente fue honesto desde el principio: la libertad individual está por encima del derecho colectivo. El que opine lo contrario será atacado por las fuerzas del cielo, preferentemente en la red del amigo Elon Musk.
En esta línea, en unos 10 días llegará el cierre definitivo de la histórica oficina nacional de pensiones. El Centro de Referencia (CDR) del ex Ministerio de Desarrollo Social está condenado al desguace desde el 10 de diciembre. Este miércoles encendió el alerta la ex titular de la repartición en San Juan, Romina Albarracín. Se enteraron por redes sociales.
Desarrollo Social mutó en el Ministerio de Capital Humano, pero debajo de Sandra Pettovello no se completó el organigrama que debiera tramitar las pensiones no contributivas. En San Juan, el cierre implica dejar en la calle a 48 familias, contando personal de planta permanente y personal contratado. Su futuro es incierto. Para el Estado Nacional será bajar el gasto. Equilibrio fiscal.
Aunque el destino de los trabajadores y trabajadoras resultara un tema menor -no lo es-, el cierre del CDR dejará en absoluta orfandad a beneficiarios y beneficiarias de pensiones que tenían en esta oficina una cara visible para realizar sus trámites. En adelante tendrán que acudir a un 0800.
Las pensiones no contributivas abarcan cuatro categorías. La primera y más numerosa está destinada a personas incapacitadas en forma total y permanente. Luego están los beneficios para madres de siete hijos, para la vejez y graciables entregados por el Congreso.
Según datos del segundo trimestre de 2021 -los más recientes disponibles-, en San Juan recibían la pensión por invalidez 23.860 personas. Madres de siete hijos 7.349. Pensiones graciables del Congreso 1.623. Y pensiones a la vejez, trasplantes, leyes especiales y familiares de desaparecidos, apenas 105.
Vale subrayar el dato: la inmensa mayoría de los beneficiarios de pensiones corresponde a sanjuaninos y sanjuaninas que no tienen otro ingreso y quedaron imposibilitados de ganarse el sustento por sus propios medios.
Todos los beneficios que estaban en trámite y no obtuvieron resolución antes del 10 de diciembre, quedaron en un limbo. No hay firma en Buenos Aires. No hay noticias de nuevas altas. Ni nadie a quien consultarle.
'La crueldad está de moda en la Argentina. Luce bien, cae bien', dijo el escritor Martín Kohan en una entrevista radial que luego reprodujeron varios medios digitales. Fue a propósito del intempestivo cierre de la agencia de noticias Telam. ¿Acaso alguien se acuerda?
Crueldad o no, el ajuste sigue recibiendo aplausos por una parte suficientemente grande de la sociedad. Según la encuesta de Opina Argentina, solo el 39 por ciento de la ciudadanía le exige a la oposición que intente bloquear el plan libertario. Solo cuatro de cada diez. Muy poco.
Este miércoles una militante justicialista repitió lo que vienen diciendo otros compañeros suyos aquí en San Juan: se sienten huérfanos. Las cúpulas decidieron resguardarse. Acusaron recibo de que el clima no acompaña. Cada punto de respaldo a Milei parece blindado, incluso cuando el castigo económico sea implacable para empresarios pymes, trabajadores y jubilados. No solo de plata vive el hombre.
En definitiva, el problema no es Milei. El presidente logró sintonizar con una sociedad que parece estar dispuesta a darle la espalda al que tiene al lado. No sucedió por generación espontánea tampoco. Mucho pasó en el medio.
JAQUE MATE