Esta semana se cumplirán 20 días desde que la Legislatura sancionó el nuevo sistema electoral para 2023 e independientemente de las acciones judiciales prometidas por la oposición, hubo una reacción política natural, silenciosa, reservada, para reacomodar jugadores. Con el esquema de lemas la unidad no sirve tanto como antes. Por eso, por primera vez, prospera la idea de una gran interna donde Marcelo Orrego y Fabián Martín compitan por separado, en serio, cada uno como cabeza de un sublema diferente. Y que gane el mejor.

Esto que era apenas un rumor de café, había sido desmentido reiteradamente por el intendente de Rivadavia. Nunca le faltó vocación de poder, pero siempre consideró que era el momento histórico de Orrego. La relación entre ambos goza de muy buena salud. Puede haber alguna diferencia o matiz de temperamentos, pero en el fondo siempre caminaron por el mismo sendero. Quien los imaginó enfrentándose, se equivocó. Hasta ahora.

El Sistema de Participación Amplia y Democrática o SIPAD cambió los planes originales. Esa gran armonía que venían cultivando en la versión sanjuanina de Juntos por el Cambio quedó desfasada. Para jugar con el esquema de lemas, hace falta multiplicar las listas porque gana quien tenga más ventanas diferentes para sumar votos. La clave está en ofrecer varios candidatos para la misma categoría, porque quien salga primero recibirá el caudal de sus contrincantes internos. Entonces, mientras más sean, mejor.

Para el PJ eso no sería problema, porque desde el arranque podrían anotarse dos pesos pesados para la gobernación: Sergio Uñac y José Luis Gioja. Incluso el viernes pasado en esta misma columna se reveló que podría aparecer 'un tapado', otra figura que pueda captar el voto que no tengan el uñaquismo ni el giojismo. El SIPAD abrió el juego indefinidamente. No habrá límites para anotar subagrupaciones. En definitiva, todos los votos que pertenezcan a una misma alianza se terminarán sumando horizontalmente.

A diferencia del sistema de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, en 2023 no habrá doble instancia, doble votación. Todo se resolverá en un solo domingo. Por lo tanto, habrá menos chances para especular. La apuesta será a matar o morir. El resultado que arrojen las urnas será inapelable y definitivo. Por eso tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio están sacando cuentas nuevamente desde cero.

En esa revisión integral surgió la posibilidad de que Martín sea finalmente candidato a gobernador. Ya lo conversaron con Orrego, aunque aún no tomaron una decisión final. Tienen meses todavía por delante para seguir midiendo escenarios hipotéticos. Pero apareció nítidamente la chance de ofrecerle al electorado una interna potente. Si el oficialismo medirá a Uñac con Gioja, Juntos por el Cambio también debería proponer una disputa atractiva.

Claro que todo esto tiene sus bemoles. El primero de ellos es que Orrego y Martín no tienen un enfrentamiento político como sí lo tienen Uñac y Gioja. ¿De qué serviría montar una confrontación entre el santaluceño y el rivadaviense si tienen más similitudes que diferencias? Habría que resolverlo. Es precisamente uno de los cabos sueltos a primera vista. Pero no es insalvable.

Si Martín entendiera que tiene que jugar, debería hacerlo 'en serio'. Es decir, debería empezar a marcar los matices personalísimos que lo diferencian de Orrego. Caso contrario, se dividirían el mismo voto. No tendría sentido que jugaran por separado. La ganancia siempre estará en ampliar la base de sufragios.

Aunque Orrego ha mostrado un temperamento un tanto más duro en los últimos meses, fundamentalmente al momento de referirse a la reforma electoral que impulsó Uñac, Martín considera que puede tener un discurso todavía más agudo.

Sabe el intendente de Rivadavia que, en la hipótesis de medirse con Orrego, arranca abajo. Que el santaluceño tiene mayor instalación, mayor grado de conocimiento e incluso mejor imagen a nivel provincial. Por eso debería apostar fuerte para no quedar reducido a candidato testimonial. No le serviría al espacio, si lo que buscan es dar el batacazo frente a la cantera peronista. Por otro lado y después de dos mandatos consecutivos en el municipio, a Martín no le gustaría ir para atrás. Siempre tuvo vocación por la ofensiva.

La primera opción sigue siendo construir una fórmula Orrego-Martín, como cabeza de uno de los sublemas o subagrupaciones. Y que aparte vaya Marcelo Arancibia, por ejemplo. El acercamiento del GEN a la mesa de Juntos por el Cambio es prácticamente un hecho.

Arancibia tuvo un interesante caudal electoral en las legislativas de 2021. Aún así, quedó bastante alejado de las dos primeras fuerzas. Por eso sigue sobrevolando la idea de desdoblar la fórmula de Orrego y Martín, sin anular la tercera vía de Arancibia o cualquier otro que se sume. 

Poner a competir a Martín con Orrego cobra sentido bajo la dinámica del sistema SIPAD. No está tan claro tampoco. A pesar de las similitudes con la Ley de Lemas de los años '90, tiene también particularidades reguladas que no existían hace tres décadas. Entonces, por ahora, está todo en los papeles. El debut será en 2023 y recién entonces se podrá cotejar cuál fue la estrategia más inteligente, la más acertada, en función de los resultados.

Todo esto, por supuesto, con una única certeza: siempre ganará la alternativa que haya sumado más votos. De eso se trata, de captar todo lo que se pueda. Descifrar de antemano qué quiere la gente. ¿Querría alguien votar a Martín pero no a Orrego? Esa es la pregunta que se están haciendo. Por ahora la respuesta es un misterio.


JAQUE MATE