El sueño imposible de la casa propia
Hay más de 5200 viviendas en ejecución a través del IPV. Todo el esfuerzo del Estado es insuficiente si no acompaña el crédito privado.
Han pasado casi tres años desde el último mega sorteo de viviendas del IPV para el Gran San Juan y todavía el instituto sigue entregando aquellas casas. Aún hay familias que aguardan la llave de su nuevo hogar, teniendo el derecho adquirido y la construcción preadjudicada desde el año 2018. Mientras tanto, otra cantidad de personas espera que se abra nuevamente la convocatoria, sin fecha tentativa en el horizonte.
La dinámica debe cambiar. A esa conclusión llegó Marcelo Yornet, cabeza del IPV en San Juan. No están preparando un nuevo mega sorteo como aquel que concentró a miles de aspirantes en las gradas del estadio Aldo Cantoni. No sería viable en contexto de pandemia. Pero tampoco resulta operativo, en términos de resultados.
'Las viviendas que estamos construyendo en el Gran San Juan son para los sorteados en 2018', reconoció Yornet este martes en Banda Ancha. Con esa afirmación admitió el rezago. La capacidad de ejecución tiene un límite, atado a la disponibilidad de empresas, materiales de construcción y recursos humanos. Pero también hay un filtro burocrático necesario, que consiste en verificar las condiciones de cada adjudicatario para efectivizar la entrega de la casa.
Sortear casas que todavía no están construidas no fue una buena idea. No lo dijo Yornet en esos términos, pero lo sugirió. Señaló que de aquí en adelante, se harán sorteos más focales, por departamento, cuando estén los barrios disponibles. Hasta ahora no se había planteado con esa claridad. Es un giro en la política de viviendas. A menudo la verdad puede ser menos pomposa que la promesa. Pero siempre será bienvenida.
Hace casi tres años, se sortearon 1.421 viviendas distribuidas en 15 barrios ubicados todo el Gran San Juan: Capital, Rivadavia, Rawson, Chimbas y Santa Lucía, a los que se sumó Pocito. Los aspirantes se pudieron inscribir en el barrio proyectado que más les interesaba. Hubo ganadores titulares y suplentes. Muchos de ellos ya recibieron la llave, aún en medio de la pandemia, contra todo pronóstico y en el contexto más dramático del que se tenga memoria. Otros siguen aguardando.
En paralelo recientemente se descongelaron los alquileres que habían quedado fijos por disposición del gobierno nacional, en atención a las dificultades económicas que llegaron junto al Coronavirus. Pero ese bloqueo en algún momento debía terminar. Los inquilinos tuvieron que enfrentar la renegociación de sus contratos con ajustes de hasta el 70 por ciento, según denunció Víctor Bazán, cara visible del sector.
Si tienen ansias aquellos que fueron ganadores del sorteo y siguen esperando su vivienda, más aún les sucede a quienes no tuvieron suerte en 2018 y quedaron con la expectativa de que se reeditara el operativo, bolillero mediante. Hubo nuevos sorteos pero más pequeños. En Calingasta recientemente. En Valle Fértil en estos días. Es la forma en que sucederá a futuro en el resto de la provincia. Inclusive en el Gran San Juan.
El IPV tiene en ejecución 5.269 viviendas en 2021, según informó el gobernador Sergio Uñac el pasado 1 de abril en la Cámara de Diputados. En dato, importante, aparece en la planilla anexa a su mensaje anual. Esa cantidad obedece a la relocalización de asentamientos, a las familias afectadas por el terremoto y otras necesidades.
No existe en el ámbito privado un equivalente inmobiliario como el IPV. El principal motor del sector en la provincia es el Estado. El problema es multicausal, pero fundamentalmente financiero. No existe ni puede existir el crédito hipotecario razonable en una economía atacada crónicamente por la inflación. Los tomadores de préstamos UVA pueden dar testimonio de ello.
Entonces, el IPV se convierte en la única posibilidad de acceder a la vivienda propia, aún en hogares que tienen ingresos medios registrados. No importa la estrategia que asuma el instituto, siempre irá detrás de la demanda. No importa el esfuerzo presupuestario que se realice, que siempre será enorme, porque igualmente resultará insuficiente. Por cada familia que felizmente reciba la llave de su nuevo hogar, habrá una decena de otras postergadas.
En el marco del Acuerdo San Juan llevado a cabo en 2020, como fuente de sugerencias para la pospandemia, surgieron propuestas para articular al sector público con el privado. Esas nuevas alternativas, más costosas para el solicitante, todavía no se hicieron operativas. De todas formas siempre será una respuesta local, para un problema más grande, que excede a la provincia.
No debiera ser extraordinario tener un empleo o dos, calificar para un crédito hipotecario bancario, comprar la casa propia y pagarla a 20, 30 o 40 años. Pero aquí todavía es eso. Un recuerdo de otro tiempo. Un sueño imposible.
JAQUE MATE