Pese al azote en la tarifa eléctrica, al aumento de la nafta y el transporte público, pese al terror a perder el empleo, el 60 por ciento de los sanjuaninos todavía considera que 'el esfuerzo valdrá la pena'. El dato es muy fresco. Lo reveló esta semana el consultor Antonio De Tommaso. Es una de las caras del veranito de Javier Milei que impone un silencio estratégico en el arco político local.

Tiene correlato esta información con la alta imagen de Marcelo Orrego, que supera los 60 puntos. Según el IOPPS, la gente valora la moderación del gobernador. Sus apariciones justas e imprescindibles. Que hable poco. Es la marca de toda su administración. Ninguno de sus funcionarios se caracteriza por la verborragia. Está calculado. Así debe ser.

En frente, hay un par de opositores más enérgicos que el resto. En general, la prudencia se apoderó de todos y todas. Por ejemplo, le costó al diputado del Frente Grande, el kirchnerista Horacio Quiroga, involucrar al interbloque uñaquista en la pegatina de cartelitos en las bancas en contra de la proscripción de Cristina. Terminaron todos exhibiendo la cartulina, finalmente, pero no fue al unísono.

Como se dice en la calle, nadie come vidrio. Hay una percepción generalizada de que la gente la está pasando mal. Muy mal. Pero eso no implica el desgranamiento automático del respaldo a Milei. Mucho menos significa que estén implorando el regreso del peronismo. Para eso falta bastante todavía.

Esta semana la intendenta de Capital, Susana Laciar, ofreció una mirada armónica con este diagnóstico. En Banda Ancha reconoció que su administración ha pasado 'un año muy complejo', debido a la restricción de fondos. Una fuente cercana a ella admitió que al principio no tenían ni siquiera una puerta donde ir a golpear en Buenos Aires.

Pero Laciar se cuidó muchísimo de cuestionar la motosierra. Dijo que 'se logró atacar la inflación' y se mostró esperanzada en que no haya un rebrote. El electorado de la intendenta es muy compatible con el de Milei. El año que viene esos vecinos tendrán que optar nuevamente por Juntos por el Cambio o mudarse a La Libertad Avanza.

En este veranito del presidente el silencio estratégico del resto resulta obvio. Laciar optó por focalizar sus esfuerzos en la gestión. La vara cambió. Ya nadie le exige obras faraónicas, simplemente por el eco del slogan mileísta: no hay plata.

'El vecino de Capital me pidió que me ocupe de lo fundamental', dijo la intendenta. Así es. Mal no le va, según De Tommaso. Laciar no figura en los primeros puestos del ranking de jefes municipales, pero está de la mitad de tabla hacia arriba. En un departamento tan arisco, es un rendimiento más que aceptable.

A quién vayan a votar los capitalinos el año próximo para diputado nacional, eso por ahora es ciencia ficción.

Hay un peronismo duro, más identificado con José Luis Gioja que con Sergio Uñac, más afín al kirchnerismo que al justicialismo dialoguista o moderado, que reclama resistir con vehemencia el avasallamiento libertario. El resto optó por regular el discurso. Criticar sí, pero muy suavemente.

Esta semana volvió al ruedo el ex senador Ruperto Godoy. En Banda Ancha, el histórico dirigente, muy cercano al Instituto Patria, alertó sobre las políticas de ajuste de Milei. Pero también se hizo cargo del pasado reciente: 'Venimos de haber llevado adelante un gobierno malo, que no cumplió con las expectativas', reflexionó.

Todavía están pagando el costo de esa equivocación. En la contracara, Milei puede seguir atribuyéndoles todas las desgracias. Y gozar del beneficio de algunos números de la macroeconomía, de la patria financiera, que lo están acompañando.  Luego si esto impactará en una mejor calidad de vida o se quedará en manos de unos pocos, será materia de debate.

Milei logró el respaldo de alrededor del 50 por ciento de la población. Su imagen positiva en San Juan ronda el 48 por ciento, según De Tommaso. Pero incluso los que tienen dudas apuestan al sacrificio como peaje inevitable para alcanzar un futuro mejor. Es una suerte de purgatorio.

Como en política nadie come vidrio, hay una evidente apuesta a administrar el silencio. Un silencio estratégico.


JAQUE MATE

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