Con legitimidad, el esperado mensaje del gobernador Sergio Uñac este miércoles generó reacciones diversas. Por un lado, calma respaldada en que al menos hasta ahora la provincia sigue teniendo una situación sanitaria privilegiada, en el contexto nacional. En el otro extremo, disconformidad por las medidas anunciadas tras el escandaloso cuarto contagio. 

Algunos esperaban más y es entendible. Los tiempos de los sumarios internos y la propia justicia penal, no se ajustan a las urgencias del ciudadano común. Expulsar a tres profesionales del Hospital Rawson fue una decisión eminentemente política. De la investigación dependerá la exhaustiva revisión de responsabilidades. En otras palabras, tres cesantías no agotan el asunto sino que apenas representan un gesto para satisfacer la demanda de acciones inmediatas.

Uñac tomó nota de esto, cuando abrió su mensaje. Dijo que todas las expresiones son respetables y que está dispuesto a "mejorar lo que tengamos que mejorar". Pero también advirtió que hay otro componente oculto que busca fogonear los ánimos caldeados.

"Los resultados son óptimos", opinó el gobernador. Recordó aquella proyección hecha el 8 de abril, de 40000 contagios potenciales en San Juan. Se esperaba que unas 8000 personas necesitaran atención en hospitales. Pero frente a ese cuadro aterrador, la provincia sumó apenas cuatro casos positivos de Covid-19. En ese dato duro se amparó Uñac para sostener y defender todo lo realizado en materia sanitaria.

Al mismo tiempo, buscó apoyarse en este número para recuperar el ánimo social decaído, frustrado por el modo en que ocurrió el primer contagio por contacto estrecho, por negligencia de una médica y por controles relajados o cómplices de la irregularidad. 

También respondió a los cuestionamientos por el traslado aéreo del tercer paciente desde Buenos Aires, exhibiendo por primera vez la documentación que acreditaba los resultados negativos de su hisopado hecho en el hospital del municipio Malvinas Argentinas. Se trajo a una persona que tenía un cuadro de neumonía grave, pero no enferma de Coronavirus. Aquí le realizaron un nuevo testeo y se reveló positivo.

La explicación del avión sanitario habrá satisfecho a algunos, pero con seguridad no a todos. De cualquier modo, Uñac decidió ser él quien pusiera la cara para responder, el día después de los bocinazos y las cacerolas que la ministra de Salud, Alejandra Venerando, no pudo evitar con su informe del martes.

Datos, acciones, reacciones y una pandemia feroz como marco para una semana difícil, no solo para el gobierno de la provincia, sino para los sanjuaninos. Alcanza con escuchar serenamente a la gente para entender la legítima preocupación. Sin embargo, en medio de estas manifestaciones genuinas, apareció también una indisimulada intervención de mano de obra profesional en redes sociales. 

Proliferaron los comentarios de usuarios truchos, con fotos identificatorias poco creíbles, sin historias ni seguidores. Trolls en definitiva, con instrucciones obvias de echarle más nafta al fuego. ¿Para beneficio de quién? De nadie. Tal vez habría que reenfocar la pregunta. El único saldo posible era el perjuicio al gobierno provincial. Solo el daño. El Coronavirus pasó a segundo plano.

También hubo una acción defensiva, por la misma vía. Se llenaron los perfiles de funcionarios y dirigentes justicialistas con fotos de Uñac con la leyenda de "Fuerza Gobernador". Como si se tratara de una competencia de fidelidades explícitas.

En apenas unas horas el drama de la pandemia quedó reducido a una pulseada política, con fuego opositor y oficialista, menospreciando el impacto que podía generar en una sociedad herida por un incidente grave. Funcionó como describe el refrán de "a río revuelto, ganancia de pescadores", sin medir las consecuencias. Cada vez que esto sucedió, cada vez que alguien intentó sacar provecho de la confusión, siempre perdió la gente. Perdimos todos.


JAQUE MATE