Tarea difícil les dejó a los gobernadores el presidente Javier Milei el domingo por la noche, por cadena nacional. Como si no hubieran sufrido ningún ajuste en el primer año de gestión, les ordenó pasar la podadora para ahorrarle a la Nación otros 60.000 millones de dólares. Despídanse de las obras públicas, de construir 'rutas que no llevan a ningún lado' o 'viviendas que nadie quiere'. Lo que vino a continuación fue un largo silencio provinciano que duró casi 48 horas.

Marcelo Orrego evitó hacer alguna declaración pública hasta después de la reunión aclaratoria de la que participó el lunes por la tarde con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro de Hacienda, Luis 'Toto' Caputo. Los funcionarios mileístas intentaron llevar algo de tranquilidad a los gobernadores. Pero no pudieron prometer demasiado tampoco. La motosierra tiene nafta para rato.

Por supuesto Orrego está impedido de salir a chocar con Milei, como sí hizo rápidamente el bonaerense Axel Kicillof. El sanjuanino tiene el deber institucional de sostener los vasos comunicantes con la Casa Rosada, con la esperanza de recibir alguna vez el alivio prometido. Pero hay otra razón para conservar el vínculo, a pesar de las diferencias inocultables: el presidente y el gobernador comparten el cemento anti-k.

Si el adversario o el enemigo es el mismo, entonces no queda más remedio que entenderse. 

Desde el 10 de diciembre e incluso antes, durante la campaña, Orrego se plantó en contra del modelo kirchnerista. Llegó al poder con la consigna de la austeridad. Cerró el grifo de los grandes eventos culturales y deportivos. Desactivó las designaciones hechas por Sergio Uñac sobre la hora. Fusionó un par de ministerios para bajar el gasto político. Milei fue mucho más allá.

Basta citar tres ejemplos muy sobresalientes para entender la severidad del modelo libertario: de la noche a la mañana le sacó a la provincia hasta el último centavo para obra pública, provocando entre otros efectos la parálisis del dique El Tambolar; cortó el Fondo de Incentivo Docente y el Fondo de Conectividad; y eliminó el subsidio al transporte público de pasajeros para los sanjuaninos.

A todo tuvo que resolverlo la provincia con fondos propios. Orrego debió afinar el lápiz para reactivar la obra pública aunque sea a un ritmo menor. Mantuvo con plata sanjuanina tanto el Incentivo como la Conectividad de los docentes. Y dispuso subsidiar los pasajes de la Red Tulum para evitar que el boleto se dispare por encima de los 1.000 pesos.

Mientras Milei sostenía que 'no hay plata', en San Juan la plata se sacaba de algún lado para tapar cada agujero que Nación provocaba en su afán de perseguir el déficit cero. Quienes pensaban que el mayor esfuerzo ya pasó y que luego vendría algo de oxígeno terminaron con las esperanzas rotas el domingo por la noche. No solo no habrá flujo de fondos nacionales para las provincias, sino que las provincias estarán bajo vigilancia.

La pretensión del presidente, explícita, es que los gobernadores imiten la motosierra. Con la austeridad no alcanza. La diferencia entre una y otra es notable. La motosierra es libertaria, la austeridad es orreguista.

El secretario general de la Gobernación, Emilio Achem, fue el único funcionario sanjuanino que hizo alguna referencia pública al discurso presidencial este lunes. Fue en Radio Sarmiento. 

El funcionario político más importante de Orrego evitó criticar el nuevo ajuste. Rescató los ahorros hechos en San Juan. Dijo que no queda mucho más por recortar, pero admitió que puede hacerse más eficiente el gasto. Fue una hábil voltereta para zafar de la encerrona libertaria.

Achem aprovechó la ocasión para volver a la carga contra los K. Criticó el costo de mantenimiento y de funcionamiento que insumen tanto el velódromo Chancay como el autódromo El Villicum. Los dos monumentales espacios construidos por la gestión uñaquista son emblemas de aquella etapa cuando sobraban los pesos en circulación.

Entonces, Achem volvió a mojar el cemento anti-k. Más que nunca, el recuerdo del kirchnerismo es la mezcla imprescindible para mantener unidos los ladrillos de Milei y Orrego. Ladrillos que son diferentes, no cabe duda. Por momentos cuesta mantenerlos alineados. Pero están destinados a coexistir hasta 2027.


JAQUE MATE