Cuando llegue la medianoche y en cada hogar se levanten las copas, habrá un momento de indecisión. Por un lado, surgirá el reflejo espontáneo de dar el abrazo más fuerte del año, tan profundo que pueda condensar los largos meses de angustia, tan sentido que sirva para renovar la esperanza. Por otro lado, aparecerá el temor. Un instante de duda. El contacto físico puede ser también un pasaporte al contagio. Al aislamiento. A la enfermedad. Será una opción familiar. Habrá que conversarlo y resolver. No habrá inspección policial en cada mesa de Nochebuena, porque sería inviable y, ante todo, ridículo.

Al momento de levantar las copas también sería un buen gesto, pensar en los otros. Una dosis de humanidad para darse cuenta de que este 24 de diciembre habrá más de 3.000 sanjuaninas y sanjuaninos en aislamiento porque tienen Covid 19. En el mejor de los casos, esas personas estarán encerradas en sus domicilios sin contacto con nadie del exterior, asintomáticos. Aún en esa hipótesis, recibirán la Navidad con un nudo en la garganta.

Según las estadísticas oficiales de Salud Pública, bajó la cantidad de contagios y la ocupación de camas. Pero todos los días se suma un centenar de nuevos casos, de manera constante, porque el virus está en circulación. Basta un contacto estrecho sin el menor cuidado del distanciamiento social para contraer la peste. La pandemia está lejos de haber terminado. Esta es apenas una tregua, precaria, provisoria, que podría romperse de un momento a otro con un rebrote como el que está haciendo estragos en el Hemisferio Norte.

Alemania retrocedió al aislamiento total hasta el 10 de enero. Varias regiones de Italia no tendrán reuniones familiares durante las fiestas de fin de año, al igual que la zona sur de Gran Bretaña, donde apareció la mutación del virus, mucho más contagioso aún.

En San Juan la estacionalidad hizo lo suyo. Los números han cedido. Pero aún así, habrá personas para las que la Navidad tendrá un sabor amargo. De acuerdo al último parte oficial, 129 sanjuaninas y sanjuaninos recibirán la Nochebuena en internación en áreas Covid 19. En una cama de hospital. De todos ellos, 72 estarán en terapia intensiva luchando por su vida. Y 21 conectados a un respirador como último recurso para dar la batalla.

Esta noche también sería noble detenerse a mirar a los ojos a cada uno de los seres queridos que están compartiendo la mesa. Porque esta noche habrá más de 300 ausentes. Fueron 313 las vidas que se llevó la pandemia en la provincia exactamente en cuatro meses. Se fueron abuelos y abuelas, padres y madres, hermanos y hermanas, tíos y tías. Sus sillas estarán vacías por primera vez. Solo quienes han pasado por una situación semejante podrán dimensionar la tristeza de las primeras fiestas sin los que partieron.

El gobierno de la provincia resolvió levantar la restricción de 8 personas por reunión familiar. La mesa podrá ser tan extensa como cada hogar resuelva. Las reglas quedarán reservadas a la responsabilidad de cada grupo. Y los resultados se verán en 14 días. Esas dos semanas marcarán el saldo de la conducta y también la evolución de la curva de contagios, la posibilidad de adelantar el rebrote.

Al levantar la copa esta noche también habrá esperanza. Ya no es una sino dos las vacunas aprobadas por la autoridad sanitaria argentina para aplicar en el país. Tanto la Sputnik V como la del laboratorio Pfizer fueron habilitadas de emergencia, en tiempo récord, con la premura propia de una carrera que todavía no tiene línea de meta a la vista. El vuelo procedente de Moscú con las primeras 300.000 dosis llega simbólicamente en la Navidad. De ahí en adelante, comenzará un operativo histórico, sin precedentes. Los primeros en la lista serán los médicos y auxiliares que están en la primera línea de combate contra el Coronavirus. A San Juan se estima que llegarían unas 4.700 de ese primer embarque.

Aún así, la vacuna no resolverá el problema de fondo. No cortará la circulación viral comunitaria, que llegó para quedarse. Simplemente permitirá ponerle un escudo a los trabajadores y las trabajadoras de la Salud, para luego inmunizar a los adultos mayores y otros grupos de riesgo. Se buscará por esta vía reducir la demanda de camas en terapia intensiva y bajar drásticamente la cantidad de fallecidos. Pero los contagios seguirán ocurriendo. Los aislamientos también.

El gobierno de Alberto Fernández pretende vacunar con la Sputnik V hasta febrero, llegando a los 10 millones de dosis. De ahí en adelante se intentará empalmar con la de Pfizer, para no interrumpir el proceso. Mientras tanto seguirá corriendo la cuenta regresiva rumbo al otoño. Con el descenso de temperaturas se espera que indefectiblemente haya un rebrote. El confinamiento estricto como alternativa inmediata parece muy difícil, en una economía que no tolera más postergaciones.

Esa será la otra arista del brindis de esta noche: las familias que no tendrán los recursos mínimos porque la pandemia las dejó sin sustento y llegaron a diciembre con la promesa de una reactivación que se demora.

El virus está y seguirá estando. Esto impone no cometer errores. Y levantar la copa con sobriedad. Celebrar la vida. Respetar a los que se fueron. Ponerse de pie y seguir adelante. Feliz Navidad.

JAQUE MATE