La víspera del día del trabajador encuentra a los argentinos, a los sanjuaninos, con el corazón en la garganta. Plenamente conscientes de la situación que afecta al empresariado, los sindicatos pactaron frenar despidos a cambio de resignar una porción de salarios. Fue el mal menor, frente a una pandemia que derivó en una cuarentena asfixiante. Fue un alto costo a cambio de cuidar la vida humana.

La parálisis tiene números oficiales publicados por el Comité de Evaluación y Monitoreo del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP). Según estos datos, la mayoría de las ramas de la economía terminó con bajas y algunos sectores en estado terminal. Esto se combinó con una inflación interanual estimada en torno al 50 por ciento.

Por supuesto, la mayor preocupación es el cierre de empresas afectadas. Los peores derrumbes ocurrieron en el ámbito del turismo, con pérdidas del 57 por ciento. También en el entretenimiento y la cultura, con una caída del orden del 55 por ciento. Entre ambos grupos emplean a unas 380.000 personas en todo el país.

La industria manufacturera y el comercio también tienen serios inconvenientes y es donde más impacta la crisis en términos laborales, porque es el segmento de mayor concentración de salarios. Se estima que allí trabajan más de 2,2 millones de argentinos y argentinas.

Mientras el gobierno de Alberto Fernández puede exhibir con cierto alivio el achatamiento de la curva de contagios, pero no puede dar por ganada la batalla contra el Covid-19, hay un malestar ostensible en al menos un grupo de empresarios que presiona por una liberación de su actividad. No conforma el programa de pago de salarios con ayuda del Estado, porque esto no remedia las pérdidas.

En este marco, el industrial textil sanjuanio Sergio Vallejos tuvo un exabrupto tras ser condenado por la Justicia de Flagrancia, por haber violado la cuarentena concentrando a su personal dentro de su fábrica sin autorización. Dijo que todo lo que se ve en la televisión es virtual y que las víctimas reales de la pandemia son los empresarios. "Somos las verdaderas víctimas", insistió disgustado.

Sugirió de esta manera que la cuarentena solo ha tenido efectos nocivos para la economía. Desde su punto de vista, fue inútil el aislamiento domiciliario. Desde ese enfoque, si San Juan aún no tiene Coronavirus en las calles, eso no tiene absolutamente nada que ver con las medidas sanitarias. Fue pura casualidad, azar o destino. Como no hay camas repletas de infectados, como no hay fosas comunes, entonces se está pagando un sacrificio económico para sostener un relato de ficción.

Claramente la furia del momento le habrá nublado el pensamiento al empresario Vallejos. Hay sobradas pruebas para entender que sin cuarentena la realidad sería muy diferente. Está el ejemplo de otras naciones de Latinoamérica, donde no hubo las restricciones argentinas y se dispararon los contagios y los fallecidos. En esos países también, de yapa, terminó dañada la economía. Porque sin gente, no hay fuerza de producción.

En paralelo, un grupo de comerciantes prepara un bocinazo este jueves en los alrededores de la Plaza 25 de Mayo contra la "inoperancia del gobierno". Detrás de la calificación, lo que están exigiendo es la apertura total de la actividad. Resulta entendible la desesperación. Pero hoy más que nunca cabe reiterar que solamente la cuarentena puso a San Juan en una posición de privilegio.

Es una de las tres provincias argentinas que solo tuvieron casos importados y que no existieron más contagios. Las otras dos son La Pampa y Chubut. La flexibilidad de la cuarentena administrada llegará antes a San Juan que a otros grandes conglomerados urbanos, ciertamente más comprometidos. Todo esto se ganó con una vigilancia epidemiológica y con medidas extremas, que tuvieron efectos colaterales.

El día del trabajador llega muy diferente a lo que cualquiera podría haber imaginado. Explotó el Coronavirus a nivel internacional y barrió como un tsunami. La crisis sanitaria parece controlada, aunque esa situación sea precaria, momentánea. Frente al achatamiento de la curva de contagios, aparece con urgencia la reactivación económica. Porque sin producción no hay empleo, sin empleo no hay salarios, sin salarios no hay consumo y sin consumo, la producción termina ociosa.

Este 1 de mayo, más que nunca, habrá que ajustarse el barbijo, arremangarse y volver a empezar. Esto también pasará.


JAQUE MATE