Le preguntaron a Franco Aranda desde el comando porteño del massismo cómo veía el panorama en San Juan después del remezón del domingo. Y él volvió a cargar las tintas sobre la interna entre Sergio Uñac y José Luis Gioja, como principal obstáculo a vencer si quieren levantar cabeza el 22 de octubre. Aparentemente la ola violeta estaría logrando lo que nadie más pudo hasta ahora: reflotar el instinto de supervivencia clásico del peronismo, su vocación de poder, su orgullo herido.

Contó Aranda que el martes habló con Gioja y le preguntó directamente, sin rodeos, qué tenía pensado hacer. El veterano dirigente justicialista lo tranquilizó. Le contestó que iba a acompañar a Uñac. Pudo haber sido meramente declamativo, pero por tratarse de una conversación privada merece algo más de crédito.

El día previo, Uñac llamó a Aranda en son de paz, para cruzar impresiones y fundamentalmente, allanar el camino que debiera encontrarlos a todos juntos. O divididos y condenados a la catástrofe. Es decir, otra derrota como la sufrida el 2 de julio.

No fue la primera vez que existió un tanteo unificador. Sin embargo, en ocasiones anteriores todas las recetas terminaron en la frustración. La Ley de Lemas, o SIPAD, no les alcanzó para vencer a Marcelo Orrego. Y la competencia en las PASO los dejó apenas encima del novísimo candidato libertario, Bruno Olivera, el 13 de agosto. El joven contador se benefició por el arrastre histórico de Javier Milei.

La furiosa disputa entre giojistas y uñaquistas no atrajo votos. Los espantó. Aranda se quejó en Buenos Aires porque entendió que ese empecinamiento provincial terminó invisibilizando la cuestión mayor, la candidatura presidencial de Sergio Massa.

La interna se liquidó en favor de Uñac. Con 70.000 votos, eliminó a Juan Carlos Gioja y se quedó con la candidatura a senador. Sin embargo, eliminar es un verbo complicado cuando se trata de política y, sobre todo, en tiempo de vacas flacas.

Gioja obtuvo 57.000 votos. Como se viene diciendo desde el mismo domingo de primarias, Uñac necesitará cada uno de esos puntos para llegar al Congreso. El giojismo se enfrenta a una decisión vital: acompañar a Uñac para resguardar lo poco que queda en juego, o dinamitar todo.

Pero no es una cuestión de índole local solamente. Uñac quedó consagrado como el candidato a senador de la fórmula Massa-Rossi. Por lo tanto, militar para un Sergio implica hacerlo para el otro Sergio también. El giojismo no estaría en condiciones de soltarle la mano al proyecto, tras la potencia electoral demostrada por el libertario.

Ya perdieron la provincia. La Nación es el último refugio que les queda, en un escenario de alto riesgo. Se parece bastante a un abismo. Posiblemente sea el punto exacto en que el peronismo reaccione.

Lo dijo el propio José Luis Gioja el martes 4 de abril en Banda Ancha. Aquella mañana se refirió a las tensiones nacionales por la sucesión de Alberto Fernández y confió en que primaría la cordura, basado en una metáfora aplicable a San Juan también.

'Los peronistas llegamos al borde del precipicio. Miramos para abajo, vemos que está todo feo, negro, mal. Nos corremos y arreglamos', dijo el diputado nacional. Fue antes de ir a votar por primera vez en San Juan. Ni siquiera la Corte Suprema había metido mano en los comicios, como hizo después faltando apenas cinco días para las urnas del 14 de mayo.

En ese contexto tan preliminar, Gioja sacó su libro de peronismo histórico y aseguró que, frente a la inminente autodestrucción, los compañeros terminan acordando. ¿Habrá llegado el momento finalmente en San Juan?

El 14 de mayo el Frente San Juan por Todos arrasó en las urnas. Ganó casi dos tercios de las bancas en la Legislatura y 15 de las 19 intendencias. La autoestima del uñaquismo trepó hasta las nubes. Prácticamente un 70 por ciento del electorado había optado por el peronismo y sus aliados.

Pero el 2 de julio, cuando llegó la hora de votar por gobernador y vice, las urnas tuvieron un giro drástico. Orrego, prácticamente sin ningún aporte de sus compañeros de agrupación, derrotó a José Luis Gioja y a Rubén Uñac sumados. El hermano del gobernador quedó tercero. El giojismo pidió las llaves del Partido Justicialista y dio a Sergio Uñac por extinto.

Se agravó la disputa. No lograron acordar una lista de unidad para el Congreso y la campaña escaló con panfletos ofensivos divulgados en redes sociales. Sergio Uñac tuvo su desquite. Al borde del knock out, se puso de pie nuevamente. Le ganó la primaria al giojismo y lo celebró en el PJ con la militancia. Pero todavía queda el 22 de octubre. Y la ola libertaria ruge amenazante.

También está Juntos por el Cambio, con Orrego a punto de asumir la gobernación, en la cúspide de su popularidad. La ola amarilla no fue lo que algunos consultores pronosticaban. No hubo un tsunami de votos para Horacio Rodríguez Larreta ni para Patricia Bullrich. La halcona ganó la candidatura, pero en el ranking individual quedó tercera debajo de Massa.

Es de esperar que Orrego haga los ajustes que estén a su alcance para imponer a sus legisladores. El peronismo no tendrá una elección fácil.

Si desde ambos sectores, uñaquismo y giojismo, empezaran a compartir este diagnóstico, tal vez habrá llegado la hora de asomarse al precipicio, mirar para abajo, retroceder y arreglar.


JAQUE MATE