Hay dos interpretaciones posibles respecto a 2023. La primera y más conservadora es que todavía falta 'una era geológica' para llegar a esa otra elección general, como dijo el consultor Maximiliano Aguiar. La otra lectura es que esa campaña empezó el pasado lunes 15 de noviembre, de uno y otro lado de la grieta. El oficialismo sabrá poner sus barbas en remojo. La oposición también.

Curiosamente pueden ser compatibles ambas interpretaciones, acerca de lo lejos o lo cerca que quedan los comicios de 2023. Para tomar algunas decisiones es prematuro. Dar por sentado el voto faltando dos años todavía sería ridículo. Pero la cuenta regresiva comenzó. Entonces el tiempo, que es relativo, puede agotarse apenas en un parpadeo.

A eso obedecen los movimientos que se vieron en los días subsiguientes a la elección legislativa del domingo. Si hasta el propio Sergio Uñac hizo un anuncio de carácter electoral, en Radio Sarmiento, cuando planteó la necesidad de eliminar las PASO provinciales. La mirada puesta en 2023 quedó explícita.

El gobernador le sacó lustre a la victoria sin reparar en público acerca de cómo se achicó el margen de ventaja sobre la segunda fuerza. Fueron poco más de 5.000 votos de diferencia. Suficientes para mantener las dos bancas que se ponían en juego, pero llamativamente escasos teniendo en cuenta el diferencial positivo que tiene Uñac en encuestas de imagen pública.

Es cierto que San Juan quedó en el selecto grupo de 9 provincias argentinas pintadas de azul. Pero también algunos referentes del oficialismo empezaron a plantear la necesidad de aplicar algunos ajustes. Particularmente, en el equipo.

Lo hizo el martes por la noche en Paren las Rotativas Mauricio Ibarra, mientras jugaban Argentina y Brasil en Pocito. En jerga futbolera, el rawsino dijo que algunos funcionarios de gobierno ya llevan 120 minutos en el campo y que deberían pedir recambio. Huelgan las aclaraciones.

Off the record y por separado, otros dos dirigentes del peronismo coincidieron con Ibarra. 'Se terminaron los amigos, los amigos son para comer asados, no para gobernar', dijeron cada uno por su lado. ¿Fue pura coincidencia o es una corriente de opinión interna que están instalando después del domingo? En cualquier caso, la decisión le corresponde a Uñac.

El próximo 10 de diciembre habrá un cambio obligado en el gabinete, porque Fabiola Aubone dejará el Ministerio de Gobierno para asumir su banca en la Cámara de Diputados de Nación. Hay versiones que señalan al Asesor Letrado de Gobierno, Carlos Lorenzo, como el sucesor de la funcionaria. Podría Uñac aprovechar esta circunstancia para hacer otras modificaciones en la grilla de colaboradores. O no. Simplemente, podría cubrir la vacante de Aubone y seguir adelante.

Para la oposición también empezó a correr el cronómetro. Juntos por el Cambio quedó 1,2 por ciento abajo del Frente de Todos, un número imposible de predecir en encuestas porque entra dentro del margen de error. No les alcanzó para ganar. Solo renovaron la banca que pusieron en juego, que el 10 de diciembre dejará Eduardo Cáceres y tomará Susana Laciar.

La derrota el domingo en el bunker de Marcelo Orrego fue celebrada con la vista puesta en 2023. Por primera vez en dos décadas el reparto de votos fue más parejo, sin diferencias abismales con el oficialismo.

Fabián Martín en Paren las Rotativas y Rodolfo Colombo en Banda Ancha coincidieron en un dato objetivo: prácticamente el 60 por ciento del electorado apoyó a expresiones de la oposición. Con seguridad estarán preguntándose cómo hacer para captar una mayor porción de ese padrón, que optó por Consenso Ischigualasto o el Frente de Izquierda Unidad.

Según el consultor Aguiar, parte del voto de izquierda fue ideológico pero también hubo voto bronca. Por lo tanto, hasta Juntos por el Cambio podría apuntar a la captación de ese sufragio. Con Consenso Ischigualasto las similitudes son mucho más nítidas, tanto así que los dinosaurios también se referencian en los cuarteles del PRO, la UCR y el ARI a nivel nacional.

Martín y Colombo se mostraron predispuestos a hablar con Consenso Ischigualasto nuevamente, pero pudieron parecer respuestas acomodadas a la pantalla televisiva. Hay heridas difíciles de sanar, después de una campaña en la que Marcelo Arancibia criticó severamente al orreguismo. Podría decirse, sin camino de retorno.

Colombo dijo que Arancibia captó el voto histórico que antes habían logrado Martín Turcumán y Nancy Avelín. A decir verdad, el expresidente del Foro de Abogados estuvo un poco por arriba de aquellos guarismos.

El líder de ACTUAR le recriminó a Arancibia que no se haya bajado en la general, para colaborar con la victoria de Juntos por el Cambio, si lo que buscaba era ponerle un freno al avance del kirchnerismo. Y puso como ejemplo el comportamiento de terceras fuerzas en otras provincias. Consenso Ischigualasto, por el contrario, acusó al orreguismo de haberles cerrado la puerta cuando hubo que conformar el frente electoral.

'Parecía que competían más contra nosotros', se quejó Colombo. 'Eso genera también alguna rispidez pensando para adelante', terminó reconociendo.

En este cruce de dedos acusadores hay una sola verdad: la oposición jugó dividida y al oficialismo le bastó con poco más de 40 puntos para alzarse con la victoria. ¿Es moraleja para 2023? Obvio.


JAQUE MATE