Es un tema delicado el de la rentabilidad en tiempos de pandemia, cuando a buena parte de la economía, de pequeña, mediana y gran escala, le tocó sacar cuentas finitas para lograr apenas la subsistencia. Mucho más aún cuando se tiene en cuenta el antecedente, la feroz recesión que sufría la Argentina mucho antes de que apareciera el Coronavirus en el lejano oriente. Peste importada y peste propia también, fueron un cóctel amargo y difícil de digerir.

Que la economía se terminó de derrumbar durante los tres meses de cuarentena obligatoria que transita la Argentina, es una media verdad. Nuevamente habrá que analizar rubro por rubro, para evaluar el resultado de cada uno. Los supermercados tuvieron un crecimiento notable en la demanda, por tratarse de bocas de expendio de alimentos y otros artículos de primera necesidad, que aún en la peor de las restricciones tuvieron autorización para seguir en actividad.

Pero claro, la economía es bastante más compleja que las grandes cadenas de supermercados. Por eso el gobierno nacional tuvo que actuar con un amplio programa de asistencia a sectores vulnerables y a empresas desde las micropymes hasta los holdings más ricos del país, con el denominado ATP. Es decir, el pago de la mitad del salario de bolsillo a todos los trabajadores de cada firma que requiriese el auxilio económico.

Un dato no divulgado hasta ahora fue cuántas unidades locales accedieron al ATP. Una alta fuente oficial reveló a Canal 13, en estricto off the record, que la ayuda salarial llegó a más de 2.600 empresas por un total superior a los 29.000 empleados en relación de dependencia. Por supuesto que no abarca a la totalidad del universo del trabajo sanjuanino ni mucho menos. Pero no por eso el número deja de sorprender por su magnitud.

¿Por qué el número no se difunde abiertamente? Posiblemente porque sería abrir otro frente de conflicto como le pasó al gobierno nacional cuando trascendieron los abultados salarios de gerentes de empresas como Techint. Más que una ayuda o un gesto de acercamiento, el ATP se transformó en otro punto de choque. A eso puede obedecer la prudencia del uñaquismo cuando se refiere al asunto.

Le tocó al ministro de la Producción, Andrés Díaz Cano, referirse al tema cuando estuvo este lunes en vivo en Banda Ancha. En términos globales dijo que "se ha movido la rueda, la provincia y los comerciantes estan pagando aguinaldos". Y enumeró los rubros que se vieron favorecidos por el ATP. Para sorpresa de algunos, hasta entraron colegios de gestión privada en el inventario de beneficiarios considerados por Nación.

Este despliegue de asistencia al sector privado, sumado a la apertura de más del 90 por ciento de las actividades en la provincia, hicieron que el gobierno provincial tenga un diagnóstico un tanto menos pesimista que el de muchos analistas privados. Es cierto que el mismísimo Sergio Uñac pronosticó una caída del Producto Bruto Geográfico y del empleo tras la pandemia en San Juan, al momento de convocar a un gran acuerdo social para salir adelante sin rencillas que obstaculicen la gestión. Pero también es cierto que, en el fondo, hay una cuota de optimismo.

En esta línea, hubo llamados que no se atendieron en las jornadas previas al Día del Padre. Eran algunos comerciantes que buscaban apoyo oficial, mediación gubernamental, para extender la jornada laboral de los mercantiles el sábado 20 de junio a pesar de la resistencia del sindicato. Hubo una audiencia en la Subsecretaría de Trabajo que resultó salomónica.

Sin embargo, más allá de la intervención de la autoridad laboral, hubo intentos privados para llegar un poco más arriba. El teléfono apagado tuvo un mensaje subliminal para todos los que intentaron: que la crisis no sea argumento para avanzar sobre los derechos de nadie. Y si el costo es ganar un poco menos, que así sea.

Que la rentabilidad en tiempos de pandemia es un tema delicado, nadie puede desconocerlo. Que cada uno debe resignar un poco, también resulta evidente. Parece un buen punto de partida para el Acuerdo San Juan.


JAQUE MATE