Veinte años después puede haber un punto de inflexión en la historia democrática de San Juan. José Luis Gioja y Roberto Basualdo no dejarán de hacer política jamás. Pero las elecciones de 2023 podrían ser la bisagra, si es que de verdad ninguno de ambos apareciera en una boleta. Sería la primera vez en dos décadas de presencia ininterrumpida.

Lo de Basualdo es un hecho, a juzgar por sus propias declaraciones en público y en privado. Hace tiempo anunció que no será candidato nunca más y este martes volvió a ratificarlo en vivo en Banda Ancha. De hecho, el año pasado circuló la versión luego desmentida de que podía renunciar a su banca en el Senado para irse antes de concluir mandato. No sucedió y no sucederá. Finalizará el 10 de diciembre de 2023.

'Yo no quiero ser más candidato', dijo con la concisión que lo caracteriza, este martes en Canal 13. 'Voy a caminar para que otros puedan ser candidatos', aclaró, porque aunque quisiera no podría clausurar definitivamente su carrera política. Seguirá estando desde otro lugar. Y ese será el verdadero punto de inflexión.

'Todos nos preparamos para llegar, pero nadie se prepara para irse. Yo me estoy preparando para irme', agregó Basualdo en tono filosófico. Igualmente ese 'irse' no debe ser sobreinterpretado. Dejar la función pública de ninguna manera debería suponerse como una desaparición del tablero político. A lo largo de su trayectoria tejió relaciones que hoy resultan de suma utilidad para el espacio que él mismo fundó y que hoy es el centro gravitatorio de Juntos por el Cambio en San Juan.

Efectivamente, el rol de Basualdo sigue siendo central. Delegó la conducción en Marcelo Orrego y no lo rivaliza, a diferencia de lo que puede estar sucediendo en el PJ, donde las tensiones entre Gioja y Sergio Uñac quedaron expuestas hace tiempo

La palabra de Basualdo cuenta. La mejor demostración está apenas en 2021, cuando la candidatura de Susana Laciar a diputada nacional fue consultada con él antes de resolverse. Fue una postulación consensuada con el senador. Tal vez promovida por él mismo, contra otros pretendientes. No quiso reconocerlo en Banda Ancha.

Basualdo pivoteó con Gioja desde 2001, cuando fueron compañeros de fórmula. Uno a diputado nacional y el otro a senador. La Alianza de Fernando de la Rúa ya había caído en desgracia y la dupla peronista ganó las elecciones de mitad de mandato. Luego sobrevino la ruptura.

Gioja, que era presidente del PJ, se quedó con el sello. Basualdo, que era el vicepresidente del partido, fundó su propia fuerza, Producción y Trabajo. Detrás suyo se fueron importantes referentes, como Alberto Hensel y hasta Rosalía Garro. Había peronismo de uno y de otro lado.

En 2003 Gioja ganó la gobernación y Basualdo quedó cerca, pero segundo. La distancia entre uno y otro se fue agrandando con el correr de los años, pero el basualdismo se convirtió en un signo de los tiempos. Se convirtió en primera minoría y nunca fue desplazada por ninguno de los partidos tradicionales que intentaron arrebatarle esa jefatura de la oposición. 

Con un estilo de no confrontación, Basualdo se convirtió en un alter ego dialoguista para el giojismo. Fueron años de paz política. El empresario soportó las críticas del resto de la oposición, precisamente por su exceso de moderación.

El futuro de Gioja está por verse. No parece tan claro como el de Basualdo. Sin embargo, en la intimidad suele confesar que no le quedan materias pendientes. 'Yo ya estoy hecho', repite una y otra vez. Asegura que seguir en Buenos Aires no le quita el sueño. Por lo tanto la especulación de que una senaduría sería la prenda de cambio para un acuerdo con Uñac tiene su bemoles. 

Si llegara a ser candidato, iría por la gobernación directamente. Pero esto es menos que un borrador. Tiene todavía pendiente una charla con Uñac. En el fondo, comparten con el pocitano la misma preocupación: que el peronismo pueda sostenerse en el poder luego de 20 años ininterrumpidos.

Mientras tanto, Gioja sostiene a su propia tropa. Con tono setentista, sigue añorando la 'épica' como contrapeso del marketing político. Pero, más allá de las visibles diferencias, no pierde su cuota de pragmatismo, asociada al peronismo desde su propia génesis.

Gioja tiene su módica cuota de poder, a través de una construcción partidaria que equivale al 30 por ciento. También conserva a sus tres diputados ahora con bloque propio, integrado por Juan Carlos Gioja, Leonardo Gioja y Graciela Seva. ¿Cuánto de eso podrá sostener el año que viene? Es parte de las conversaciones pendientes. Todo, atado a un sistema electoral que todavía no está claro, tras la supresión de las PASO.

Basualdo tiene su espacio propio, construido a lo largo de la historia. Hoy tomaron la posta Orrego, Fabián Martín y toda una generación de dirigentes que siguen referenciados en la figura del senador. Como Gioja, tendrá lo suyo para decir llegado el momento.

Darlos por retirados a ambos sería ignorar los antecedentes. A una edad muy avanzada, Don Leopoldo Bravo bajaba línea aún estando en cama en la planta alta de su casa de calle Mitre. Está claro que la trayectoria política no concluye por el solo hecho de no figurar en un voto.

Aún así, por primera vez en dos décadas Gioja y Basualdo parecen encarar una época distinta. Otra etapa. Otro ciclo. Con otras reglas. Con otra realidad.


JAQUE MATE