Grieta, el fallido de Uñac y la pasta opositora
Hubo una cena de aproximación y a la vista de todos. Empezaron los tanteos en cuenta regresiva.
Pastas y una mesa larga para aproximarse. A la vista de todos, en una esquina vidriada. Fue una acción concreta para alcanzar un objetivo todavía lejano: unificar a la oposición. El anfitrión fue Marcelo Arancibia. Entre los invitados estuvo la conducción de la UCR, una de las patas fundacionales de Juntos por el Cambio. Hubo buenas vibraciones, pero también una definición tajante. Será con Marcelo Orrego o no será.
Todo sucedió el jueves por la noche con un par de periodistas como testigos. Arancibia dio las palabras de bienvenida apelando a recomponer el diálogo perdido. Luego habló la nóvel dirigente Luciana Cuk, una exfuncionaria de Fabián Martín que acaba de fundar su propio partido municipal con aspiraciones para 2023. También expuso el liberal Miguel Arancibia, un hombre salido de las filas del bloquismo de Enrique Conti, que hoy representa a Ricardo López Murphy en la provincia. Y finalmente el presidente de la UCR, Horacio Tello.
El sucesor del fallecido Antonio 'Nito' Falcón llegó acompañado por el presidente de la Convención Radical, José Luis 'Chicho' Aracena, y por la vicepresidenta segunda del partido. Hubo una fuerte coincidencia acerca del diagnóstico de situación y la urgencia por construir una gran alianza opositora al justicialismo. Pero Tello trazó una línea rígida que sonó a condición para cualquier tipo de diálogo a futuro: llámese grieta o no, hay dos espacios posibles, 'es blanco o es negro', y la manera de enfrentarse al Frente de Todos es a través de Juntos por el Cambio. No hay lugar para una 'avenida del medio'.
Fue claramente un llamado a subordinar aspiraciones en pos del pragmatismo. Hay que ganar en 2023 y la única manera posible de conseguirlo es orbitando en torno de Juntos por el Cambio, dijo el vocero radical. Los demás tragaron saliva. Todavía hay desconfianzas cruzadas por eventos del pasado reciente y otros más alejados en el tiempo. Ese es precisamente el mayor desafío. Resetear los antecedentes como requisito fundamental para entenderse a futuro.
Ese pasado necesita varios remiendos todavía. Lo dejó plasmado Miguel Arancibia cuando admitió ahí, de pie y públicamente, que tienen miradas diferentes con Marcelo Arancibia. El exbloquista fue colaborador directo de Conti en la Intendencia de Capital entre 2003 y 2007. El dirigente del GEN fue concejal ultraopositor a Conti en el mismo periodo. Algo de aquella áspera relación volvió a la superficie el año pasado.
En contexto de campaña electoral en 2021, Marcelo Arancibia inició un jury contra Conti, porque como vocal del Tribunal de Cuentas está inhibido de participar de actividades políticas pero igualmente había asistido a algunas reuniones con Orrego y referentes nacionales de Juntos por el Cambio. El bloque orreguista de la Legislatura intentó frenar la embestida pero se impuso la mayoría justicialista/bloquista para activar el Jurado de Enjuiciamiento. Derrotados, los diputados de Producción y Trabajo acusaron a Arancibia de ser funcional al Frente de Todos.
Fue paradójico, porque Arancibia los había tildado a ellos precisamente de haber sido colaboracionistas con los gobiernos de José Luis Gioja y de Sergio Uñac. ¿Se pueden borrar estos antecedentes? No. Pero sí pueden dejarse en segundo plano, siempre y cuando haya un acuerdo pragmático. Parece ser el camino que están empezando a sondear.
Sin cita de autores, como hizo Marcelo Arancibia, sin mencionar pasajes de la historia helénica, como hizo Miguel Arancibia, el radical Tello fue al hueso. Dijo que la elección en 2023 se resume como "República o Populismo". Reconoció los errores del gobierno de Mauricio Macri, pero reivindicó a Juntos por el Cambio como la herramienta más eficaz para recuperar el poder a nivel nacional. Y también en San Juan.
Dijo que los cinco partidos políticos que componen el frente en la provincia tienen un plano de igualdad. Juró que no hay candidato a gobernador puesto de antemano. Evitó notablemente mencionar el nombre de Orrego. No era necesario. Entre los comensales, todos eran buenos entendedores. Incluso la exfuncionaria de Rivadavia, Luciana Cuk, hoy enfrentada a Fabián Martín.
Sin embargo, es sabido que Orrego lidera el espacio. A fuerza de votos, se consagró como heredero político de Roberto Basualdo. Por lo tanto, cualquier definición debería pasar por él, tarde o temprano. En 2021 se mostró rígido frente a las señales de Consenso Ischigualasto. Quedó a menos de dos puntos del Frente de Todos con una candidata propia como Susana Laciar y renovó credenciales. Está en posición de regular los términos de cualquier entendimiento.
Del año pasado a esta parte, Consenso Ischigualasto tuvo algunas fisuras. Con intervención nacional, la Coalición Cívica prácticamente migró a la mesa de Orrego. Cruzada Renovadora y ADN firmaron prematuramente un acuerdo con Javier Milei que se cayó a pedazos luego de las declaraciones increíbles del libertario, a favor de la libre portación de armas, la comercialización de órganos y ¡venta de niños!. Insostenible. Alfredo Avelín Nolléns dijo el viernes pasado en Banda Ancha que se podría retomar la conversación con Juntos por el Cambio. No quedan más opciones.
El GEN, de Marcelo Arancibia y Diego Seguí, también está recalculando, como diría el GPS. Invitaron a un conversatorio al presidente de Dignidad Ciudadana, Gustavo Fernández. Unos días después sentaron a la mesa a los radicales. Todos, gestos de aproximación en cuenta regresiva.
Los plazos empezaron a correr. El viernes en el aniversario del fallecimiento de Juan Domingo Perón, Uñac tuvo un acto fallido al decir que en el primer semestre del año que viene el Frente de Todos volverá a ganar las elecciones. Se corrigió inmediatamente. Podrá ser en el primero o en el segundo semestre. Peronistas y no peronistas tomaron ese fragmento como un anticipo de lo que ya se sabe: en San Juan se votará antes que en Nación.
Para la oposición es toda una coordenada. El tiempo de acercarse es ahora. Hará falta mucha pasta.
JAQUE MATE