Aunque el PJ logró consensuar una sola lista partidaria, falta mucha alquimia todavía para hablar de unidad. Acuerdo hubo, pero unidad es otra cosa. Lo reconoció en voz baja uno de los dirigentes que participó activamente de las negociaciones. El camino de la reconstrucción todavía está por delante. La magia aun no sucedió. Harry Potter no vino.

La alegoría literaria salió de boca del mismo dirigente, con media sonrisa dibujada en el rostro. Fue una mueca típica del que reconoce que hay un discurso hacia afuera y una realidad hacia adentro. Si el peronismo aprendió algo -por las malas- fue que la interna puede convertirse en una espiral sin fin.

Ya les pasó en 2020, cuando confrontaron Sergio Uñac y José Luis Gioja. Se impuso uno sobre el otro y se repartieron los cargos en proporción 70-30. Pero la división se prolongó. Nunca hubo amalgama. Hoy tampoco existe, a pesar de la discreta presentación del nuevo cuadro de autoridades.

El primer objetivo se logró. Evitaron la confrontación. Como si se tratara de una baraja, repartieron lugares para uñaquismo y giojismo casi equitativamente.

Consideraron a Fabián Gramajo, que perdió la vicepresidencia primera del partido pero conservó para una figura de su espacio la cuarta ubicación. No está mal.

A Romina Rosas le reservaron un lugar entre los congresales nacionales. Fue un gesto, pero quedó muy lejos de la pretensión original de la caucetera. Ella tenía vocación de liderar, más que acompañar.

Emilio Baistrocchi ya no es considerado un compañero, por lo tanto todo lo que posteó sobre su partida no mereció réplica. No quisieron contestarle Walberto Allende ni Leonardo Gioja, ambos consultados este lunes en Canal 13.

Pero todos los que se quedaron tienen todavía cuentas pendientes. La lista de consenso reflejó el pacto entre Uñac y Gioja. Por lo tanto, lo que suceda en adelante seguirá pasando por el filtro de ambos.

Incluso cuando Sergio no tendrá ningún cargo partidario, será senador nacional hasta el 2029. José Luis encabezará la lista de congresales nacionales para tallar en la reconstrucción del peronismo que enfrentará a Javier Milei. Suponer que alguno de los dos se desprenderá de lo local sería insensato.

Esta injerencia presupuesta es la que generó y sigue generando incomodidad en algunos sectores que pretendían una renovación total. Borrón y cuenta nueva. No sucedió y no sucederá de esa manera. A la vista quedó.

El nuevo/futuro presidente partidario, Juan Carlos Quiroga Moyano, llegará al poder gracias al padrinazgo de Uñac, al visto bueno de Gioja y al apoyo político de los intendentes. Es mucho condicionamiento para quien debe liderar un partido con tanta diversidad interior.

No habrá que imaginarlo a Quiroga Moyano como un conductor peronista clásico. 'No tiene capacidad de daño', dijo César Gioja hace alrededor de un mes en Banda Ancha y su definición todavía retumba. Para algunos, ser inofensivo no es la mejor cualidad.

Leonardo Gioja reconoció que, por no ser gobierno, los justicialistas abrirán una nueva etapa y Quiroga Moyano no mandará solo, sino que trabajará en una suerte de conducción colegiada. El hijo de César se incluyó en esa mesa decisoria, a la par de la vicepresidenta primera, Graciela Seva; el vice segundo, Fabián Aballay; y la gramajista Agostina Testa.

Todos, atravesados por la palabra permanente de Sergio y de José Luis. Valga la reiteración.

Hacia abajo los intendentes también tendrán situaciones que atender. Por haber ganado las elecciones en sus departamentos el año pasado, les tocará liderar las juntas respectivas. Pero eso no significa que tengan a toda la militancia alineada. Hay que recordar que llegaron al poder con sistema de lemas. Hay capas y capas de rencores acumulados.

En los departamentos donde el intendente no es justicialista, el consenso fue mucho más difícil. Incluso en Rivadavia, donde el giojista Facundo Perrone entendía que tenía el camino allanado por haber sido el peronista más votado el año pasado. Hasta última hora hubo roces con otro emergente del mismo departamento: Matías Sotomayor, legislador del Parlasur y referente uñaquista.

Aunque Rivadavia fue uno de los distritos más peleados, en todos los departamentos hubo y hay tensiones que requieren todavía un fino trabajo político para suavizar las diferencias.

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JAQUE MATE