Hay una bomba en Calingasta
La frustrada reapertura del turismo interno en ese municipio se convirtió en un laboratorio. Hay mucho más en juego que minivacaciones de un fin de semana largo.
Dicen los que llevan años en alguna vereda de la función pública, que el lugar más complejo, la primera trinchera, es sin dudas el cargo de intendente. Ahí, en el municipio, explotan primero los reclamos. Esa universidad de la gestión puede terminar bien o terminar mal. Hay ejemplos varios para graficar. También en esa fajina se aprende a tomar riesgos.
Algo así le sucedió al calingastino Jorge Castañeda, quien hasta anoche intentaba contener la protesta de un grupo de vecinos de su departamento disconformes con la inminente reapertura del turismo interno para el próximo fin de semana largo. Pero repentinamente el primer caso positivo detectado en Barreal puso todo en suspenso.
Un par de días antes en Banda Ancha el jefe comunal había confesado su preocupación porque tras el cierre de la mina Casposo la única actividad económica privada que nueve al distrito es el turismo. Dijo que son alrededor de 500 las familias que dependen de ese ingreso. No hay IFE que compense la parálisis.
Si tiene o no componente político la protesta de los manifestantes, a esta altura resulta secundario. Siempre habrá algún aprovechamiento cada vez que exista un temor genuino. Y este parece el caso. Es entendible que haya calingastinos temerosos de que con 1.500 permisos extendidos para el finde largo se esté abriendo la puerta al virus. Pero a la luz de los resultados, quedó probado que no era necesaria la llegada de visitantes para que el Covid-19 apareciera. Es la dinámica de la pandemia.
Está claro, clarísimo, que aún manteniendo el departamento aislado en algún momento podía entrar la peste. Porque así sucedió en el resto de la provincia, del país y del mundo. Las estrategias apenas alcanzaron para demorar el momento, pero no consiguieron evitar lo inevitable. Con o sin turismo, habría un primer calingastino con PCR positiva. Sin embargo, esa no es la discusión en este punto.
Es específicamente la desesperación de un sector importante de la economía de un municipio que vive del turismo y que encuentra cierto margen sanitario para echar a andar la maquinaria. Con protocolos, con barbijos, distanciamiento y mucho alcohol en gel, pero también con precios bastante elevados con respecto a temporadas normales, aún así hay miles de sanjuaninos dispuestos a vaciar sus bolsillos en Calingasta. Funcionaría como un respiro para ese paisaje precordillerano privilegiado por la naturaleza.
Castañeda se puso a la vanguardia y su experimento se convirtió en mucho más que la reapertura del turismo interno en un departamento. Quedó en el centro de la escena, como caso testigo que estarán mirando de cerca los otros intendentes que prefirieron no confrontar con sus vecinos: Miguel Vega de Jáchal, Jorge Espejo de Iglesia y Omar Ortiz de Valle Fértil. Están tomando nota, evitando desafiar los miedos. Resignando recursos también.
Pero Calingasta también funcionará como prueba piloto para medir la voluntad sanjuanina de ajustarse a las reglas protocolizadas. Lo dijo la propia ministra de Salud Pública, Alejandra Venerando, el lunes en los jardines de Casa de Gobierno. Si todo salía bien en esta reapertura turística, se podría avanzar hacia nuevas flexibilidades. Caso contrario, ni siquiera se podría pensar en retomar las reuniones sociales, por ejemplo. El primer positivo barrealino abrió un impasse.
La postura de Sergio Uñac, formado en el municipalismo, fue explícita este martes en rueda de prensa. Dijo que "hay que reconocer el trabajo de todos los intedentes", pero marcó una diferencia que hasta sonó a pase de factura. "Algunos tuvieron mayor posibilidad de acuerdo con los operadores turísticos de su departamento", apuntó el gobernador. Son tiempos de construir consensos. De mucho diálogo. Y de muñeca política para pilotear la tormenta.
Por supuesto que las dos o más partes involucradas deben estar predispuestas a escuchar. Sin embargo, siempre el que gobierna tiene la mayor responsabilidad. Es quien debe convocar. Por eso Castañeda fue puesto a prueba, más que nunca, para conciliar las necesidades económicas con los reparos sociales por la amenaza sanitaria. Pero también quedaron sometidos al escrutinio público sus colegas que, más conservadores, prefirieron esquivar el conflicto hasta más adelante.
Uñac dejó más sentencias. Dijo que el estatus sanitario actual le permite a San Juan darse esta posibilidad. Y que los contagios están contenidos, por lo tanto "el turismo interno debe volver". Mensaje para apuntalar a Castañeda, pero también para alentar a los rezagados para que acompañen aquella máxima de: "los sanjuaninos necesitamos salud, pero también necesitamos trabajo".
Calingasta se convirtió en un laboratorio. Anticipa las tensiones que seguramente luego vivirán los departamentos que se cerraron como último recurso. Pero también adelanta la discusión renovada acerca del regreso a las clases presenciales antes de que se apague este 2020 atravesado por el Covid-19.
Lo dijo el ministro de Educación de Nación, Nicolás Trotta, "no hace falta la vacuna para volver a clases". Se podría reinterpretar y acomodar a un criterio más universal. No se puede poner la vida en pausa eternamente.
JAQUE MATE