¿Por qué razón los intendentes justicialistas le siguen reservando un lugar en el palco de autoridades a Cristian Andino si no es funcionario? La única respuesta posible es de carácter electoral. El ex intendente de San Martín y ex candidato a vicegobernador está disponible e interesado en ser candidato a diputado nacional el año que viene.

¿Acaso los intendentes le están haciendo la campaña a Andino por pura solidaridad? No, en absoluto. Todo obedece al instinto de supervivencia primario. En muchos casos, los jefes comunales tendrán que enfrentar su primer plebiscito en 2025. No pueden permitirse una derrota en su distrito.

Para las legislativas del año próximo falta una eternidad y en Argentina todo puede pasar. Pero incluso en este marco de incertidumbre hay una certeza: el domingo de elecciones por la noche, cada intendente tendrá que poner las costillas para que le cuenten cada voto que pudo aportar. Habrá caras felices y caras largas, según la ocasión.

Por lo tanto, tener una fórmula competitiva para el Congreso Nacional se convertirá, para los intendentes, en una obligación de cara a su propia subsistencia. Si les fuera muy mal en 2025, se alejará la chance de intentar la reelección en 2027. Ni pensar en recuperar la gobernación.

Darle lugar en el palco a Andino tiene este trasfondo. Están ensayando un anticipo de campaña muy sutil, pero evidente. Andino, agradecido. Por ahora.

Como ya se dijo en esta columna, lo que está sucediendo por estos días en la interna peronista tendrá impacto directo en la conformación de listas del año que viene. Andino cuenta con el respaldo del uñaquismo duro. Pero hay toda una diversidad de posturas. Nadie puede considerarse favorito.

Fabián Gramajo también tiene aspiraciones para 2025. En la previa de esta interna partidaria aceleró su gira por cada departamento, hilvanando respaldos. Fortaleció su vínculo con José Luis Gioja, pero también retomó el diálogo con Uñac que se había enfriado.

Si Andino tiene chances de encabezar, Gramajo también puede reclamar su oportunidad. Por supuesto aparecerán más nombres a medida que corra el calendario. Y un factor intrínseco al justicialismo: el peronómetro.

La semana pasada, Ruperto Godoy recibió a Andino en la Junta Departamental del PJ de Rivadavia. Le ofreció al sanmartiniano un baño de militancia, para ir bajando las barreras de los puristas que le siguen echando en cara su afiliación tan reciente.

Andino, como Carlos Munisaga, cargan con el estigma de haber nacido a la política por fuera del PJ. Para los ortodoxos es difícil digerir la iniciativa de respaldar a un recién llegado.

Godoy y otros, conscientes del mal momento que transita el peronismo, advierten que el contexto no admite esta rigidez. No están en posición de desechar candidatos potables. No sobran las figuras que puedan batallar con alguna chance real en 2025.

Un alto dirigente del peronismo más añoso confesó la incógnita que martilla a las cúpulas por estas horas: ¿Cómo llegará Javier Milei a la elección de mitad de mandato? ¿Y si conservara los niveles de adhesión que parece haber solidificado?

En tal caso, el PJ se enfrentaría a otro achicamiento. Ya les pasó en 2023. Terminaron mandato Gioja y Graciela Caselles en la Cámara de Diputados del Congreso. Solo pudieron renovar una banca, para Jorge Chica.

En 2025 también jugarán dos escaños: el de Walberto Allende y el de Fabiola Aubone. La hipótesis de retener ambos lugares es remota. Para los intendentes, soportar que les pinten el municipio de violeta o de amarillo, es una amenaza latente.

Porque no solo Milei se someterá a plebiscito, sino también Marcelo Orrego. El gobernador pondrá a su propio candidato para el Congreso, pero en definitiva apostará su propia figura como gancho para el electorado. Ya lo hizo en 2021 y lo repitió en 2023.

El PJ tendrá dos frentes en esta cacería de votos. Milei por un lado, Orrego por el otro. La mayor apuesta del peronismo será que el electorado se polarice y que Marcelo termine diluido entre el oficialismo libertario y la oposición justicialista. Pero esto es literatura de ciencia ficción.

En el Casa de Gobierno, en Desamparados, ponen la firma al reparto de tercios. Si así fuere, será una mala noticia para el PJ. Y un motivo palpable de preocupación para los intendentes.


JAQUE MATE