Que hay una renovada vocación de diálogo en la oposición es evidente. Que el acercamiento surgió por necesidad, también. Olfatean que hay una oportunidad, una ventana abierta por primera vez en 20 años. Pero, en una infinidad de variables, hay un factor rígido, innegociable: Juntos por el Cambio quiere que los demás vengan al pie.

Es una pretensión fundada. Por un lado, el espacio liderado por Marcelo Orrego ha demostrado en las elecciones -las de 2019 y especialmente las de 2021- que es la fuerza capaz de polarizar con el Frente de Todos. Que los terceros siempre quedan lejos, reducidos a una mínima expresión. Por otro lado, Juntos por el Cambio cuenta con la franquicia nacional mejor instalada para disputar las presidenciales el año que viene. Son aspectos objetivos.

Consenso Ischigualasto exploró una tercera vía a través de Javier Milei, a instancias de Alfredo Avelín Nolléns y Cruzada Renovadora. Prontamente se sumó ADN de Martín Turcumán. Pero el entendimiento con el economista libertario duró lo que una cañita voladora. Se volvió insostenible un acuerdo político con quien defiende la libre portación de armas y el libre comercio de órganos, se permite dudar sobre la venta de niños y confiesa públicamente su admiración por Margaret Thatcher. Indefendible. Impresentable.

Avelín Nolléns rompió el acuerdo con Milei y su partido quedó en situación de recalcular el rumbo. Dijo en Banda Ancha que ahora solo queda por delante una charla posible con Juntos por el Cambio, aunque no a cualquier costo. El heredero de Don Alfredo reclama un trato igualitario, donde cada partido se siente a la mesa del diálogo sin subordinación de antemano. Difícil.

En el entorno de Orrego hay operadores que tienen línea abierta y facilitan los contactos, muchos de los cuales se guardan silenciosamente hasta ver si hay posibilidad de hacerlos prosperar. Entre estos dirigentes que tienden puentes siempre estuvo el intendente de Rivadavia, Fabián Martín.

El cacique del Oeste fue siempre receptivo y uno de los principales gestores de estos acercamientos. Su proximidad con Gustavo Fernández resultó clave para el reingreso de Dignidad Ciudadana a la mesa de Juntos por el Cambio. El resto de las charlas quedó en pausa. Los chispazos de 2021 con el candidato de Consenso Ischigualasto, Marcelo Arancibia, dejaron algunos resentimientos.

Pero la política no admite los rencores eternos y hay sobrados ejemplos a nivel provincial y nacional que dan testimonio de ello. Valga mencionar la sociedad entre Cristina y Alberto Fernández, de un lado de la grieta; y la alianza entre Elisa Carrió y Mauricio Macri, del otro lado. Los que parecían irreconciliables terminaron juntos, por imperio de las circunstancias. Y la necesidad de construir electoralmente.

Sabiéndose en desventaja, en la campaña de 2021 Arancibia extremó su discurso. Se plantó como la verdadera oposición, apuntando al orreguismo y aliados como los eternos colaboradores del statu quo. El resultado de las urnas fue categórico: la candidata de Juntos por el Cambio, Susana Laciar, quedó a un punto y fracción del candidato del Frente de Todos, Walberto Allende. Esa cuasi paridad provocó un zamarrón en el escenario político.

Arancibia no rompió con Consenso Ischigualasto, pero claramente inició un recorrido autónomo con el sello del GEN. Puso manos a la obra para constituir legalmente el partido de Margarita Stolbizer en la provincia. Y empezó a tirar líneas con Juntos por el Cambio. Primero con Fernández, de Dignidad Ciudadana. Luego con Horacio Tello, de la UCR, aprovechando su propia historia radical.

El viernes pasado en Banda Ancha, Tello valoró el convite amistoso de Arancibia, sin negar las diferencias que transitaron el año pasado. Reconoció que todavía falta activar el debate dentro de Juntos por el Cambio para admitir nuevos socios. 

Pero al mismo tiempo dejó una sentencia explícita, sin atenuantes: nadie intente refundar el Frente, porque el tablero está definido. El que quiera sumarse, podrá hacerlo si se dan las condiciones. No hay ni habrá lugar para rediscutir el orden de los factores. Como se dijo al comienzo: Juntos por el Cambio quiere que vengan al pie.

Tello entiende que Arancibia está intentando entrar a Juntos por el Cambio y se mostró receptivo. Es algo posible, aunque todavía parezca distante. Mucho más cercana está la incorporación de la Coalición Cívica, de Facundo Guzmán, quien fue candidato de Consenso Ischigualasto en tercer lugar en 2021. Hubo una gestión de buenos oficios a cargo de los lilitos que comparten el Congreso Nacional con Orrego. La expresión sanjuanina de Carrió ya tiene un pie dentro de Juntos por el Cambio, mientras se retira amablemente del búnker dinosaurio.

Si de Consenso Ischigualasto se baja la Coalición Cívica, si se baja eventualmente el GEN, los que vayan quedando tendrán por un dilema por enfrentar. Buscar asilo en Juntos por el Cambio por enésima vez o salir corajudamente a defender el tercio que les toca, con mucho ruido, con impronta propia. Ese dilema es el que estará valorando por estos días Avelín Nolléns y la cúpula de ADN, con Turcumán y José Peluc. También los exiliados del PRO, que naturalmente tienen altas expectativas de ser reconocidos en su espacio natural.

'El resultado del año pasado nos dio el aliciente para ponernos de acuerdo y olvidar las diferencias', reconoció el presidente radical. Lo han analizado en esos términos en la mesa de Juntos por el Cambio, donde se sientan Producción y Trabajo, el PRO, ACTUAR, Dignidad Ciudadana y la UCR. Sin embargo, las diferencias todavía afloran desde los cuatro puntos cardinales. Peor aún en el interior de la provincia.

Mientras más chico es el pueblo, más se conocen entre los dirigentes. Echar un manto de piedad para disolver los rencores es una quijotada. Pero están intentándolo para construir piramidalmente, desde la base hasta la cúpula.

Hay tiempo todavía, aunque el calendario empezó a correr. Unidad es la consigna, pero no a toda costa. Será un interesante test para medir los orgullos versus el pragmatismo. Juntos por el Cambio talla la baraja y pone las condiciones. 


JAQUE MATE