La Ley de Lemas no funciona en piloto automático
Que no espere la política que el nuevo sistema electoral venga a resolver todas las cuestiones internas. Necesitará buena muñeca para compatibilizar intereses.
Que no espere la política que el nuevo sistema electoral venga a resolver todas las cuestiones internas. La Ley de Lemas ofrecerá una vía razonable para facilitar los acuerdos, claramente. Pero de ninguna manera funcionará en piloto automático. Necesitará buena muñeca para compatibilizar intereses. Pasará a nivel provincial y también en los municipios, en diferente escala.
La única manera de que un candidato potencial pudiera prescindir de los acuerdos sería que tuviese un caudal propio arrasador. Solo un dirigente con una indiscutible posición dominante podría actuar con indiferencia frente a los otros aspirantes internos. Podría esperar que vengan al pie sin demasiado temor a que alguno intente desafiarlo.
Pero no parece ser este el escenario. Los sondeos preliminares arrojan en todos los casos posiciones muy parejas, como si fuera el signo de los tiempos. La nueva Ley de Lemas como Sistema de Participación Amplia y Democrática (SIPAD) permitirá juntar a los que hasta ayer parecían irreconciliables. Será una herramienta útil para construir la unidad en la diversidad.
Con el régimen anterior de elecciones primarias y generales las desavenencias no se liquidaban en las urnas. El voto no se trasladaba automáticamente entre una y otra fecha. Por el contrario, a menudo se desgranaban esos puntos porque pesaban más los rencores internos que el instinto de supervivencia del espacio. Sucedió particularmente en los municipios.
Aquella consigna de 'el que gana conduce y el que pierde acompaña' se convirtió a menudo en 'el que gana conduce y el que pierde conspira'. Para comprenderlo alcanza con recordar los números obtenidos por el Frente de Todos en Rivadavia en 2019.
En la primaria el PJ y aliados obtuvieron más votos que Fabián Martín, sumando las tres listas alternativas encabezadas por Marcelo Delgado, Ruperto Godoy y Raúl Alonso. Pero en la general se revirtió el orden. Creció Delgado, sí. Pero no le alcanzó para derrotar al intendente de Producción y Trabajo. Algunos puntos se perdieron en el camino.
Traer a colación el caso de Rivadavia no es aleatorio. Este martes en Banda Ancha habló la exintendenta Ana María López de Herrera. Luego de su renuncia a la Casa de San Juan en Buenos Aires se retrajo. Pero recientemente volvió a asomar. Son tiempos de marcar posición y la histórica dirigente sindical docente conoce el oficio.
Ana María dijo mucho durante la entrevista, pero más dijo entre líneas. 'Es importante convocar a la unidad', sostuvo la fundadora del Partido Popular Participativo que gobernó Rivadavia entre 2011 y 2015. Y agregó: 'no sé si vamos a acompañar o nos acompañarán...'. A continuación soltó una ruidosa carcajada.
Hay que pasar en limpio ambas definiciones. La primera, la apelación a la unidad es un recordatorio para todo el arco de peronistas y aliados que ningún voto sobra. Menos en un distrito donde viene ganando sostenidamente Juntos por el Cambio desde 2015 hasta la fecha.
Es verdad que en 2023 se abrirá una ventana, una oportunidad para el Frente de Todos, debido a que Martín no podrá ir por otra reelección. Sin embargo, el intendente ya activó una línea sucesoria bastante potente, liderada por el diputado Sergio Miodowsky. Nada será regalado. Habrá que militar cada punto, de uno y otro lado de la grieta.
Entonces Ana María se ocupó de marcar la necesidad común. Ningún candidato con aspiraciones en Rivadavia podría despreciar los apoyos. Pero la exintendenta disparó una sugestiva segunda frase, cuando dijo que no sabe si van a acompañar o van a encabezar. Fue una manera de decir que no están fuera de carrera. Porque el que se borra desde el arranque, pierde valor en la tabla de posiciones.
Hay una gama de candidatos ya lanzados en Rivadavia dentro del Frente de Todos. Delgado está dispuesto a insistir, según él mismo confirmó el viernes pasado en Banda Ancha. Pero posiblemente no será el postulante de la Junta Departamental, que sigue cocinando su propia propuesta. En paralelo y también con su propio espacio está Francisco Guevara. El bloquista Walter Vásquez. Y los nombres siguen.
¿La receta será abrir el juego a una infinidad de nombres con el solo efecto de sumar votos, aprovechando la lógica de la Ley de Lemas? Posiblemente. Pero eso sería poner el piloto automático y la política demanda otros buenos oficios, no solamente la aritmética. Lo primero será que Uñac oficialice su candidatura y eso no sucederá hasta bien entrado el primer semestre del año que viene. Podrá el gobernador lanzarse políticamente apenas termine el mundial de Qatar, pero la fecha para inscribir listas vendrá faltando apenas 50 días para ir a las urnas.
Extraoficialmente se echó a rodar el criterio de que lo ideal sería no más de tres listas municipales por cada departamento. Sin embargo, la ley no establece esa limitación. Por lo tanto, todo lo que no está prohibido, está permitido. La diáspora de candidatos no debería ser inconveniente, porque los votos se terminarán sumando siempre y cuando integren el mismo frente electoral. Pero la política siempre encontrará recovecos creativos para infligir daño cada vez que falten los acuerdos mínimos.
¿Quién será el más amplio en Rivadavia? ¿Hasta qué punto abrirá el juego Uñac en el afán de sumar puntos para la construcción provincial? ¿Y si no todos los que amagan con presentarse finalmente compiten? La lista de interrogantes podría extenderse batante más. Pero alcanza con esta mínima muestra para acreditar la misma idea: la Ley de Lemas no funciona en piloto automático. O, dicho de otro modo, siempre es bienvenido un buen piloto de tormenta.
JAQUE MATE