La suma de todos los miedos
En un clima de nerviosismo, surgió una pregunta retórica desde las trincheras del justicialismo. ¿Y si antes del 14 de julio se pudiera cambiar a los candidatos, bajar ambas líneas y conformar una lista de unidad?
En 'La suma de todos los miedos', la película protagonizada por Ben Affleck y Morgan Freeman hace 21 años, la trama giraba en torno a la detonación de una bomba nuclear en territorio estadounidense. La desesperada carrera para evitar la tragedia fue el hilo conductor del argumento. Nuevamente la ficción ofrece una metáfora para entender la realidad. En este caso, la crisis que atraviesa el peronismo.
La bomba explotó el domingo 2 de julio, pero queda otra activada y en plena cuenta regresiva. La derrota en lo provincial podría ser el presagio de la caída total, cuando el PJ vuelva a medirse con Juntos por el Cambio por las bancas en el Congreso Nacional. El final de esta historia recién se conocerá el 22 de octubre. Pero la tensión se puede respirar en el ambiente.
En este clima de nerviosismo, surgió una pregunta retórica desde las trincheras del justicialismo. ¿Y si antes del 14 de julio se pudiera cambiar a los candidatos, bajar ambas líneas y conformar una lista de unidad? De acuerdo al calendario electoral, el próximo viernes vencerá el plazo para que los juzgados federales aprueben formalmente las boletas oficializadas. Lo establece el artículo 38 de la Ley Nacional 26.571. La fecha está marcada 30 días antes del comicio.
Para que prospere una idea semejante debería suceder un milagro. Es decir, que ambas corrientes enfrentadas estuvieran dispuestas a un renunciamiento histórico, en pos de la unidad del partido y como último intento para salvar lo que les queda de poder. Si es que esto fuera posible.
Por ahora es una fantasía. Requeriría una pirueta jurídica importante, para que la Justicia Electoral admitiera la modificación. Es una entelequia fundada en el temor. O en la suma de todos los miedos: someter al gobierno de la provincia a una nueva derrota, la segunda consecutiva, frente a la ola amarilla que encarna Marcelo Orrego en San Juan.
Esta vez será Sergio Uñac quien se exponga, en primera persona, no Rubén. El gobernador no parece haber retrocedido en su intención de competir como precandidato a senador. El mensaje del viernes pasado fue marcar su reserva de potencia, con anclaje en el resultado del 14 de mayo.
Reunió a los 19 diputados y diputadas electos y luego a los intendentes e intendentas que iniciarán su gestión el 10 de diciembre. Los concentró en Casa de Gobierno. Esa imagen multitudinaria de legisladores y jefes comunales en dos turnos tuvo un sentido único: siguen siendo el uñaquismo ganador de la elección original, esa que alteró la Corte Suprema.
Es el grueso de la oposición con que tendrá que lidiar Orrego. Son la síntesis del modelo San Juan que supo tener su momento de esplendor. Ese brillo sigue siendo la mejor carta disponible para Uñac, que tiene por delante dos paradas cruciales.
Primero tendrá que medirse y eliminar al giojismo en las PASO, dentro de un mes. Y luego defender la mayoría pejotista en el reparto de bancas tanto para el Senado como para Diputados de Nación. No será sencillo, en medio del malestar por la caída y el retiro forzado de cientos de dirigentes. En breve tendrán que cederle el lugar a los funcionarios del gobierno electo. Hay muchos enojados.
Lo que hizo Sergio el 2 de julio, lo hará José Luis el 13 de agosto: jugar el apellido a través de su hermano. Rubén perdió hace dos domingos. ¿Juan Carlos podría ganarle al gobernador la PASO de senadores? Y aún si lo consiguiera, ¿podría competir de igual a igual con los candidatos de Orrego el 22 de octubre?
Como se puede apreciar, para los Gioja la situación tampoco es demasiado alentadora. Esa simetría de debilidades alimenta la fantasía de un renunciamiento conjunto, para elevar a otras figuras que surjan de la unidad. Unidad de emergencia.
Mientras tanto el jueves pasado por la noche Sergio Massa llamó a San Juan. Uñac había pegado el faltazo esa tarde a la cumbre de gobernadores peronistas con el ministro candidato en el Consejo Federal de Inversiones (CFI). La silla vacía llamó la atención.
El presidenciable le bajó una instrucción directa a su representante local, Franco Aranda. Le pidió que de inmediato constituya una mesa de campaña en nombre del Frente Renovador, con todos los sectores involucrados. Es decir, con el giojismo que les dio cobijo en la elección provincial, pero también con el uñaquismo, con el bloquismo y con todos los partidos y agrupaciones adherentes a Unión por la Patria. No sobra nadie.
Como era de suponer, a Massa le provocó honda preocupación la derrota del PJ y sus aliados en esta provincia. La receta del tigrense para mitigar el impacto en las urnas es elevarse por encima de la guerra interna. Aranda se puso en acción de inmediato. Urge ese armado, que hoy no puede estar subordinado a la conducción de Uñac o de Gioja porque uno excluye al otro, recíprocamente.
Es digno de observar con la respiración contenida hasta el último segundo. Como si se tratara de una película de suspenso. Salvo que aquí no hay nada de ficción.
JAQUE MATE