El lunes 17 de agosto se conmemoró el fallecimiento de José de San Martín en el exilio, hace 170 años en Boulogne Sur Mer, mientras una cantidad respetable de argentinos y de sanjuaninos se manifestaba enérgicamente en contra de una serie de acciones de gobierno. Entre otras consignas, denunciaron que detrás de las medidas de prevención del Coronavirus había una inaceptable vulneración del estado de derecho y de la República misma.

En San Juan la movilización se llevó a cabo con poco distanciamiento social y algunos barbijos convertidos en cuelleras, con la tranquilidad de estar en una provincia libre de circulación viral comunitaria. Era cierto. Tan cierto como la fragilidad de ese estatus sanitario, hecho trizas en apenas una semana.

Aquel lunes 17 de agosto San Juan informaba oficialmente 22 casos de Coronavirus, de los cuales quedaba apenas 1 en proceso infecioso. En tan solo siete días, la pandemia hizo estragos. Este lunes 24 de agosto la provincia terminó con 130 casos confirmados, de los cuales 107 estaban activos y 8 permanecían en terapia intensiva. Además, se registró dolorosamente el primer fallecido, un adulto mayor de 74 años con nexo epidemiológico en Caucete.

Va de nuevo, para no perderse en los números: de 22 a 130 casos de Coronavirus en tan solo una semana. Y contando. Es sensato prever que seguirán apareciendo personas infectadas, en el rastrillaje de contactos estrechos con los primeros pacientes cauceteros. Aún así, el enorme e indeseable crecimiento de estas cifras no fue la peor noticia sino el primer deceso. Fue verle la cara más cruel a la peste que en todo el planeta cobró miles de vidas de abuelos y abuelas, muchas veces abandonados a su suerte en sus propios hogares porque ya no quedaban camas disponibles en los hospitales.

Este lunes también dejó otra postal característica del Covid-19: se filtró dentro de un geriátrico. Salud Pública consideró a los 18 residentes como casos positivos, para darles tratamiento urgente, sin esperar a tener la confirmación a través de hisopados y PCR. Al ser una comunidad cerrada, hay pocas chances de que alguno haya esquivado el germen. La mitad de ellos ya tenía síntomas.

Este martes transcurrirá el cuarto día de aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el gobernador Sergio Uñac como medida desesperada para frenar la explosión de contagios. Que la salud es lo primero no admite discusión. Preservar las vidas, garantizar el acceso a un respirador al menos, es un deber indelegable del Estado. Sería imperdonable dejar colapsar el sistema. No puede pasar.

Sin embargo, el aislamiento y el consecuente cierre casi total de la economía hasta el viernes 4 de septiembre inclusive, será para muchos tan letal como la pandemia misma. El comercio en general logró a duras penas recuperar algunas ventas, sin igualar el paupérrimo nivel que venía desempeñando desde el último tramo de la gestión macrista, ícono de devaluación, inflación y caída del consumo por pérdida del poder adquistivo.

Como si se tratara del Infierno de Dante, aparecen nuevos niveles de descenso. Uñac es consciente del golpe asestado a la economía. Por eso durante los 150 días que San Juan sobrevivió a la peste alcanzando flexibilidades como ningún otro lugar del país, destacó la necesidad de cuidar rigurosamente el estatus sanitario. Si algo ha enseñado la pandemia de sí misma, es que no perdona el relajamiento. Y que cuando tiene la menor oportunidad, golpea a matar.

De los agresivos operativos desplegados en estos días, más el grado de compromiso social que puedan exhibir los sanjuaninos y las sanjuaninas se desprenderá el futuro. El futuro sanitario, por supuesto, pero el económico también. Fuera de control la curva de contagios, no será posible levantar las persianas. Y aún cuando el resultado de esta Fase 1 sea exitoso, el retorno a las flexibilidades demandará pasos cortos y a pie de plomo. Como en el Juego de la Oca, retroceder tres casilleros y volver a empezar.

La clave -ya no es secreto para nadie- es aprender a convivir con la pandemia, como siempre debió ser. Entender que la vacuna llegará allá por el primer semestre de 2021 y llevará un tiempo empezar a ver sus efectos en la circulación viral planetaria. Nadie puede esperar tanto. La única forma de subsistir es aceptar que el distanciamiento social no es voluntario, no es optativo, no admite berrinches. Es apenas la única manera de seguir adelante. Hubo que aprenderlo por las malas.


JAQUE MATE