Hay que reconocerlo. Ninguna de las dos expresiones enfrentadas dentro del PJ contiene a la totalidad del justicialismo. No lo logra el uñaquismo ni el giojismo. Esta sentencia puede pecar de obvia. Pero no deja de ser una verdad incómoda. Mucho más cuando salió de boca de uno de los referentes más escuchados dentro del peronismo local, como Walberto Allende.

El diputado nacional, referente inequívoco de Sergio Uñac, nunca cortó el diálogo con José Luis Gioja. Ni siquiera en el peor momento de la relación entre ambas cabezas. Este miércoles en Banda Ancha dijo lo que algunos vienen pidiendo enfáticamente: superar la grieta interna como requisito indispensable para reconstruir el partido castigado en las urnas.

Es el clamor de algunos. Otros siguen esperando con ansias el domingo 13 de agosto para cobrarse viejas facturas y exterminar en esa primaria a la otra agrupación. Consideran que la PASO dentro de 24 días servirá para ordenar posiciones. Para definir quién manda y quién se debe subordinar.

Allende planteó exactamente lo contrario. Dijo que esa interna encarnizada fue una de las razones de la derrota sufrida el 2 de julio. Se focalizaron tanto en la pelea intestina que dejaron de observar al adversario. Marcelo Orrego supo aprovechar la ventana y creció paulatinamente. Mientras tanto, el peronismo siguió concentrado en la disputa por el bastón de mariscal.

El 13 de agosto habrá un ganador en este nuevo capítulo de la interna justicialista, Sergio Uñac o Juan Carlos Gioja. Solo uno de los dos se quedará con la candidatura a senador en Unión por la Patria. Allende está trabajando políticamente junto al gobernador, sin perder de vista que la verdadera pelea será el 22 de octubre, cuando haya que confrontar con el poderoso Juntos por el Cambio.

Después del revolcón del 2 de julio, subestimar a los amarillos no es opción. Entonces el peronismo tiene dos alternativas: volver a tensar la cuerda hasta que se corte o tragar saliva y sumarse al ganador de la primaria, por puro instinto de supervivencia. Habría que imaginarse al giojismo militando para que Uñac llegue al Senado. O viceversa, al uñaquismo trabajando en el territorio para que Gioja ocupe esa banca en el Congreso. Hoy parece improbable semejante gesto de concordia.

Es la preocupación que dejó plasmada Allende este miércoles en Canal 13. Atar el futuro del peronismo sanjuanino al resultado de la primaria inminente sería un grosero error, bajo su punto de vista. La razón está contenida en la sentencia que abría esta columna: ninguna de las dos expresiones del PJ contiene a la totalidad del justicialismo. Ni el uñaquismo ni el giojismo.

Esa verdad incómoda empuja otra conclusión: la nueva conducción partidaria que tendrá que resolverse en 2024, no podría quedar en manos de uno u otro. Por eso Allende se atrevió -porque fue efectivamente eso, un atrevimiento- a pedir que las primeras figuras den un paso al costado. Uñac y Gioja, por igual. Esa sería la condición necesaria para dar un paso en positivo en la reconstrucción del PJ.

De origen municipalista, Allende apostó por los intendentes como los nuevos referentes obligados de la etapa política que viene. Reconoció que el veinticinqueño Juan Carlos Quiroga Moyano suma adhesiones para liderar este tiempo de transición. Pero también habló de los referentes de la corriente Lealtad Justicialista como parte imprescindible para la conformación del nuevo alto mando. Mencionó, específicamente, a Leonardo Gioja.

El nuevejulino rechazó enérgicamente ir a otra interna partidaria el año que viene. Reclamó hacer todos los esfuerzos por lograr una lista de unidad. La experiencia de marzo de 2020 finalmente no sirvió para conservar el poder provincial. En aquel momento ganó Uñac con el 70 por ciento, mientras Gioja obtuvo el 30 por ciento restante. A pesar de la diferencia ostensible, la militancia quedó dividida. 

Allende está haciendo fuerza junto con otros referentes de peso para barajar y dar de nuevo. Se puede advertir en todos aquellos que, de uno y otro lado, empiezan a hablar reiteradamente de unidad y diálogo. Habría que anotar entre ellos a dos ex candidatos a vicegobernador: Fabián Gramajo y Cristian Andino. Pero también hay intendentes electos como el rawsino Carlos Munisaga.

Hay otras miradas, claro. Tanto Uñac como Gioja conservan un núcleo duro de dirigentes que pueden ser reactivos a esta revinculación. Tal vez sea por la proximidad de las primarias. Pero dos ejemplos grafican con claridad las posiciones. 
El presidente de la Junta Departamental del PJ de Rawson, Marcos Andino, dijo en Banda Ancha que el resultado del domingo 13 de agosto será importante para definir la futura conducción del justicialismo. Huelgan las aclaraciones. El joven funcionario de Desarrollo Humano sigue levantando la bandera del uñaquismo con fervor.

Idéntica efervescencia se puede testear del otro lado. El precandidato a diputado nacional elegido por Gioja, Facundo Perrone, fue muy duro con Uñac el martes pasado en Paren las Rotativas. Responsabilizó al gobernador por la derrota del 2 de julio y por no haber sido capaz de construir la unidad a partir del diálogo.

En este clima caldeado, Allende dejó constancia de la verdad más incómoda de este peronismo fracturado: ni uñaquismo ni giojismo contienen a la totalidad de la militancia. Aceptarlo será durísimo. No más que haber perdido el gobierno después de 20 años.


JAQUE MATE