Las cartas de la Negra Garro, desde la cárcel de Devoto
Al cumplirse 45 años del golpe militar de 1976, una de las hijas de la histórica militante peronista, Andrea Pardini, habló a corazón abierto. Un documento imperdible.
En la biografía de Rosalía 'La Negra' Garro confluye una parte importante de la historia que este miércoles 24 de marzo cumple 45 años. Militante fervorosa del peronismo y de Montoneros, empuñó las armas para resistir el terrorismo de Estado. Estuvo desaparecida y luego presa en el penal de Devoto durante cinco años. Desde allí escribió cartas a su madre y a sus hijas, que por aquel entonces apenas habían cumplido 5 y 3.
En la víspera del Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, la hija mayor de 'La Negra', Andrea Pardini Garro, reveló tres cartas que envió a su madre desde la prisión. Luego en Banda Ancha por Canal 13 San Juan contó cómo fueron aquellos momentos de dolor, que marcaron a toda una generación.
'Mi mamá era maestra, docente. Ella fue la jefa de su pabellón, el pabellón 5 de Devoto. Ella decía que era importante comunicarse con la familia. De las miles de cartas que nos mandó llegaron muy pocas', recordó Andrea. La mayoría fue tachada hasta el punto de quedar ilegible, por la censura que imperaba en la dictadura.
Una de las tres cartas que Andrea rescató y que publicó en sus redes sociales, tiene el sello 'Censurada' en la parte superior. Fechada el 28 de noviembre de 1976. Les contaba acerca de un sueño que tuvo. Que estaba en San Juan, en un patio, y que las nenas se le trepaban bajo el sol.
'Ella dedicaba todo el tiempo que tenía libre a escribirnos cartas a nosotras, a su mamá y a su hermana, que amó profundamente. Ella siempre hacía eso: decía que había que ser lo más feliz posible con lo que se tenía', explicó Andrea. En los tres textos, en papel amarillento y tinta envejecida por el paso del tiempo, 'La Negra' se empeñó en hablar de cosas lindas. Ahí, en el peor de los horrores.
'Ella empieza en Montoneros en la Acción Católica en San Juan. Es de ahí de donde sale Montoneros', afirmó Andrea con la certeza de haber recibido la información directamente de su mamá. Tanto ella como su hermana Valeria se educaron siempre con la verdad. Nunca les ocultaron absolutamente nada.
'Mi abuela se quedó con nosotras. Nos protegió. Nos trajo de vuelta de Buenos Aires. A mi mamá la detienen en un hospital donde trabajaba. Se había ido con un nombre distinto. Nosotras quedamos casi dos meses perdidas en Buenos Aires. Vivíamos en una pensión en San Telmo. Y mi abuela logró rescatarnos después de que los compañeros hicieron una movida que hacían', resumió Andrea. Fueron casi 60 días de angustia para esa mujer, con su hija desaparecida y sus dos nietitas en paradero desconocido. No se dio por vencida.
'Ella nos buscó y se hizo cargo de nosotras. Nos cuidó lo mejor que pudo, con todo el amor que pudo. Nos llevó a visitarla, no permitió que la olvidáramos nunca. Nos contó por qué estaba mi vieja ahí, cuáles eran sus ideales, siempre nos criaron con la verdad. Nosotras siempre hemos sido hijas muy orgullosas de ella, muy orgullosas', continuó Andrea.
Una de las cartas vino escrita en un papel recortado con la silueta de un personaje creado por 'La Negra' para sus nenas. 'Peludín', pintado con colores en algún rincón sombrío de esos muros grises donde solo se respiraba dolor, invitaba a las chiquitas al reencuentro con su mamá a través de una carta amorosa.
'Sus compañeras de pabellón siempre te contaban que ella organizaba bailes, se paraba arriba de los tablones donde comían. Eso le costaba días de detención, golpes, torturas', relató Andrea. 'Ella era muy protectora. Lo fue sus 76 años de vida. Siempre fue muy positiva', continuó. Fue su marca indeleble.
Aún durante los cinco años de encierro, jamás perdió el vínculo: 'Ella siempre se ocupó de nosotras desde la distancia. Todo el tiempo que estuvo lejos se ocupó de hacernos llegar cuentos. Nos llegaron bolsitas de jean para hacer cartucheras, ella hacía esas cosas. Era una mina intensa, fuerte, luchadora, que no bajaba los brazos de ninguna manera'.
¿Por qué Andrea decidió hacer públicas esas cartas? Su respuesta fue categórica e inmediata: 'Historia. Memoria, verdad y justicia'. Efectivamente la historia de'La Negra' sintetiza la de tantos otros y otras que pasaron por lo mismo y que lograron sobrevivir para contarlo. No fue la suerte de otros 30.000.
'Mi mamá estuvo desaparecida seis meses hasta que logró mi tío Negro, que trabajaba en el Senado de la Nación, que estaba clausurado ya, la persiguió hasta donde pudo y logró que el juez Sarmiento la pusiera a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Gracias a Dios', explicó Andrea. Estar a disposición de PEN era equivalente a estar en algún registro. Mucho peor terminaron los 'chupados', que fueron secuestrados, torturados y desaparecidos. Todo en centros clandestinos de detención.
La intensidad de 'La Negra' fue su sello. Cuando obtuvo la libertad el 17 de agosto de 1980 y pudo regresar a San Juan, lejos de achicarse redobló la apuesta. 'No bajó los brazos. Fue la que vino y abrió la primera unidad básica en San Juan en el '81 en plena dictadura bajo libertad vigilada. Armó el primer encuentro nacional peronista en El Globo. Eso era mi vieja. Combativa. La que vendía chorizos en la calle. Tenía dos escuelas y llevaba los niños en la bicicleta que le decía el buque, porque era gigante, la había comprado usada', explicó su hija.
'Era La Negra, verborrágica, apasionada, gritona, con una boca sucia que yo la he heredado (risas). Auténtica, era eso. Una mina luchadora, admirable, que no tenía pelos en la lengua', continuó Andrea, esta vez sin sorpresas. Todo aquel que pudo alternar con ella, supo de sus atributos.
El dolor también fue una cicatriz para 'La Negra' y toda su familia. 'Los momentos más difíciles que nosotras pasamos fueron los días de visitas. Durante los cinco años fuimos dos o tres veces al año y la hemos podido ver en cinco años dos veces nada más. Te hacían esperar mucho tiempo. Te hacían una requisa horrible. Te metían la mano -a nosotras que éramos unas nenas- en todos los orificios que se te pueda ocurrir', recordó Andrea.
Pero el peor de los miedos no era ir a Devoto. Era otro: 'La incertidumbre de no saber si iba a estar viva o no. Por eso agosto del '80 fue lo más importante de la vida', aseguró la heredera. Fue el momento del reencuentro.
Dolor, sí. Rencor, no. 'Mi conducción espiritual que es Néstor Kirchner dijo que el amor vence al odio. Rencor no. Memoria, verdad y justicia sí', definió la hija de 'La Negra'. La infancia no fue fácil.
'Yo tenía de compañero a Alejandro Quinto Bravo en la Escuela Superior Sarmiento, peleamos mucho. Con Alejandro me he trompeado. En el secundario no me permitieron asumir la presidencia del Centro de Estudiantes porque mi mamá era la montonera por ejemplo', recordó. 'Una se acostumbró, para nosotras eran cosas naturales. Los papás no querían que (sus hijos) se juntaran con nosotras. En el barrio teníamos dos amigos nada más. Nosotras lo vivimos con orgullo. Mi mamá lo hizo con total convencimiento. Ella encontró en el peronismo y después en Montoneros la herramienta', aseguró.
El orgullo se cultivó con la verdad. 'Yo tengo recuerdos de cuando era niña, en la casa de mi abuela se juntaban los chicos... César, José Luis, a preparar las armas, los planes, los proyectos. Nosotros siempre lo hemos sabido. Mi vieja siempre nos protegió mucho. Y de las cosas que ella sufrió (las torturas) nosotras nos hemos enterado porque nos contaron sus compañeras de celda. En muchas cosas feas que ella pasó nos mantuvo al margen', confió Andrea.
Sobre la lucha armada, que 'La Negra' defendió hasta el día de su muerte el 20 de septiembre de 2020, Andrea también tomó una postura nítida: 'La Constitución nos ampara a defender la Patria con los medios que sean necesarios. ¿Cómo hacés para combatir a un Estado que está para protegerte y lo que hace es perseguirte, asesinarte, violarte, robarte a los hijos, robarte tus propiedades? No se puede de otro modo'.