Que Emilio Baistrocchi tenga como prioridad para el primer semestre de 2020, enviar una ordenanza de transición al Concejo Deliberante, para acotar el margen de los intendentes salientes, habla a las claras de una situación de tensión implícita en este tránsito compartido con Franco Aranda. Ambos tuvieron una reunión cordial y el jefe comunal en ejercicio abrió todas las oficinas y expedientes para que los funcionarios entrantes tengan acceso irrestricto. Hubo incluso un acuerdo no publicitado, acerca de congelar las designaciones en planta permanente, para evitar inflar el gasto sobre la hora de partir. Pero el recelo, igualmente, está.

La suspicacia parece plasmarse también en la súbita decisión del oficialismo en el Concejo Deliberante, de acompañar algunas acciones de la oposición. Ocurrió con el rebote y vuelta a comisión del proyecto de fotomultas. Y más recientemente con el convenio de tasas entre el municipio y la empresa IVISA, remitido a la Justicia para que investigue si la gestión cometió alguna irregularidad. Un convenio que se concretó en 2017 y que recién ahora, casi en la despedida, los ediles interpretaron que había que purgar.

El futuro presidente del Concejo Deliberante, Ariel Palma, también dejó alguna impresión en este mismo sentido, cuando ponderó la decisión política de Baistrocchi de hacer un ajuste millonario en el gasto político, para invertir esos recursos en obras públicas. Esta valoración tuvo también un lado B, porque se alejó explícitamente del esquema administrativo de Aranda. Y si están dispuestos a cambiarlo, es porque consideran que el modelo actual está mal.

Según Palma, en el próximo presupuesto municipal habrá un 20% menos de planta política, lo cual implicará un ahorro de unos 30 millones de pesos, contando funcionarios del Ejecutivo y del Legislativo. Además, habrá una readecuación de salarios en la planta política, porque están por encima de sus equivalentes en la provincia, según manifestó el actual subsecretario de Tránsito y Transporte aquí en Banda Ancha. Fue otro tiro por elevación para la gestión capitalina saliente.

En términos relativos, ahorrar 30 millones de pesos en planta política y destinarlos a obras de infraestructura no representa un monto muy significativo, menos después de la escalada de los costos de la construcción. Pero es claramente un gesto en el arranque del mandato, decidido ex profeso para marcar diferencias y edificar el intangible más preciado de todo gobierno, que es la aprobación del electorado. Al finalizar los cuatro años, Baistrocchi tendrá que someterse nuevamente a las urnas y entonces su capital se contará estrictamente en votos.

Le pasó a Aranda. Curiosamente, deja el palacio municipal con un aceptable nivel de aprobación. Pero el acompañamiento popular le resultó mezquino en aquella interna que tuvo que asumir con entereza, sabedor de que Baistrocchi irrumpía en el distrito alentado por el propio Sergio Uñac. La aparición del ministro de Gobierno en escena obedeció al temor fundado del oficialismo, de que Aranda no tuviese la espalda para retener el municipio. En frente se habían unido las principales cabezas de la oposición, detrás del siempre competitivo Rodolfo Colombo. El riesgo encendió la luz amarilla y la decisión del Frente Todos resultó exitosa, a la luz de los resultados.

Fue difícil echarle un manto de piedad a la interna peronista en Capital y pretender hacia adentro y hacia afuera que no había heridas e incluso, desde lo discursivo, que era igual si ganaba uno o el otro. Nunca lo fue. Y los raspones de la contienda todavía arden. No terminaron de cicatrizar. Más complejo aún está resultando camuflar las tensiones de una transición eterna,  de seis meses. Ya falta poco, apenas 18 días. Hasta entonces, seguirán los buenos modales. Al menos, es lo que parece.

JAQUE MATE