Consultado en privado, un experimentado dirigente opositor confirmó que el decreto de convocatoria debería firmarse 120 días antes de la elección. Se equivocó. Ese plazo clásico de cuatro meses que buena parte del arco político da por sentado, es uno de los cambios centrales de 2023. Todo quedará condensado en un paréntesis de 90 días. Los 90 días más calientes de la historia política de los últimos 20 años.

Está en la letra chica de la Ley Provincial 2348 N, sancionada en sesión ordinaria el jueves 8 de septiembre pasado. Más allá de reinstaurar el sistema de Ley de Lemas, que generó incluso una presentación judicial de parte de Juntos por el Cambio, la norma estableció plazos muy estrechos.

Ese factor será determinante: Sergio Uñac podrá jugar con las definiciones sobre el filo de las urnas, sin anticipar ningún movimiento, acotando el margen de acción de cualquier disidencia. Será una ventaja para proteger su propia candidatura por otro mandato consecutivo.

Acortar de 120 a 90 días el plazo de convocatoria para las elecciones es apenas el primer aspecto relevante entre muchos otros. Si la decisión fuera votar en mayo, Uñac debería firmar el decreto en febrero. Pero no habría que dar por cerrada esa cuestión. En esta columna siempre se dejó constancia de que el abanico de posibilidades era más amplio. Se podría, por ejemplo, votar en abril. En tal caso el decreto debería firmarse en enero a más tardar. Atención, dirigentes de oficialismo y oposición. Las vacaciones pueden venir con sorpresa.

La nueva ley electoral estableció un amplio rango para llamar a elecciones. Contando hacia atrás desde la finalización de mandatos el 10 de diciembre, se podría votar faltando 250 días como máximo y 60 días como mínimo. Es decir que los comicios podrían suceder ocho meses antes de entregar el poder, en abril. O dos meses antes, en octubre. En todo ese tiempo, cada domingo presentará una potencial fecha para ir a las urnas.

Una vez firmado el decreto de convocatoria a elecciones se gatilla el resto del calendario. Del nuevo calendario, que también merece observación con detenimiento. Como nunca antes en la historia reciente, los plazos serán muy cortitos.

Diez días después del decreto de convocatoria, los partidos políticos deberán presentar las alianzas o frentes electorales. Ese será el límite para, por ejemplo, ver hasta dónde se logra unir la oposición. Hoy perfilan no menos de cuatro espacios: el Frente de Todos (o como lo llamen más adelante), Juntos por el Cambio, Consenso Ischigualasto y la Izquierda. Ese tablero quedará definido 80 días antes del comicio.

Como habrá Ley de Lemas, bajo la nueva denominación de Sistema de Participación Amplia y Democrática (SIPAD), aparece por primera vez el plazo para inscribir los sublemas o subagrupaciones. Será 30 días después del decreto de convocatoria, 60 días antes del comicio. No confundir una cosa con la otra: registrar sublemas o subagrupaciones no es revelar candidaturas.

La presentación de listas, es decir, el blanqueo de candidaturas, sucederá faltando 50 días para ir a las urnas. Grosso modo, un mes y medio. Recién entonces se sabrá con certeza quiénes integran la fórmula para gobernador y vice por cada subagrupación, quiénes van para diputados proporcionales y departamentales, intendentes y concejales.

Este plazo de 50 días previos a la votación es posiblemente el más estratégico de todos, porque recién entonces se sabrá fechacientemente si Uñac será candidato por otro mandato. Todo lo que se diga con anterioridad será una manifestación política, insuficiente para llevar la cuestión a tribunales.

Inscripto Uñac como candidato a gobernador, recién podría alguna expresión disidente, ya sea el giojismo o alguna fuerza de la oposición, presentar algún reclamo en la Justicia alegando un impedimento constitucional. 

Al planteo más reciente lo hizo el diputado Juan Carlos Gioja, en redes sociales, el lunes pasado. Escribió que el gobernador está impedido legalmente de ir por otra reelección. A Uñac le cuentan como primer mandato el que desempeñó como vice entre 2011 y 2015. Por esa razón en 2023 estaría completando los tres periodos establecidos en la Constitución Provincial. 

Por supuesto Uñac se escuda en otra interpretación, porque asumió como gobernador en 2015. Por lo tanto está transitando su segundo mandato y está plenamente habilitado para aspirar a uno más el año que viene. De todos modos, en Paula y Libertador son plenamente conscientes de que habrá controversia judicial. Será un factor a considerar en el diseño estratégico de 2023.

Ninguna fuerza opositora podría acudir a Tribunales para impedir que Uñac vaya por otro mandato hasta que el gobernador sea efectivamente candidato. Hacerlo antes del día de inscripción de listas caería en el abstracto. Ningún juez actuaría preventivamente frente a una controversia que todavía no sucede.

Ese es el fundamento por el que no cabría pedir una acción declarativa de certeza. Sería tanto como pedirle a la Justicia que siente posición por adelantado por si acaso llegara a presentarse Uñac nuevamente. Incluso cuando sea un secreto a voces que el gobernador buscará renovar su cargo por otros cuatro años, nadie podría actuar hasta que se consume el acto formal de inscribir la lista.

Por eso será clave el estrechísimo plazo de 50 días previos al día del comicio para la presentación de candidaturas. Ese alrededor de mes y medio tendrá la oposición para actuar judicialmente en la provincia y llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Descontando los fines de semana, quedarían unos 36 días hábiles para darle un tratamiento procesal exprés. Será una carrera contrarreloj.

Pero esto no es todo. La nueva ley electoral también estableció una reforma crucial con respecto a los reemplazos de candidaturas caídas. Hasta ahora tomaba el lugar del titular imposibilitado el que lo seguía inmediatamente a continuación. Pero ya no más. En el caso de que Uñac no pudiera ser candidato porque algún tribunal se lo impidiera, la norma habilita a cambiar la fórmula completa. No asciende automáticamente el candidato a vice. Será otro as bajo la manga, en los 90 días más calientes de 2023.


JAQUE MATE