Había terminado ya la sobremesa del sábado cuando entró el comunicado oficial de UPCN. Exactamente a las 15.39 se disparó el mensaje de difusión dando cuenta de que el sindicato estatal mayoritario iba a solicitar la cláusula gatillo para los sueldos de septiembre a diciembre. Era un pedido lógico, esperable, en el marco del descalabro económico argentino. Pero fundamentalmente fue una jugada de política sindical con evidente efecto residual del levantamiento autoconvocado.

En un contexto normal -¿cuándo las cosas fueron normales en Argentina?- un comunicado semejante se hubiera difundido el viernes a más tardar o hubiera esperado hasta el lunes. Hacerlo un sábado en la siesta fue una rareza. Una pensada rareza que puso a UPCN en el centro de la escena, con esperable repercusión mediática durante todo el fin de semana. E incluso le garantizó estar en la agenda periodística para el arranque del lunes.

Y así fue. En Banda Ancha el secretario general José 'Pepe' Villa ratificó lo que había anticipado el escueto comunicado del sábado, pero agregó alguna otra definición interesante para terminar de cerrar la idea. La propuesta de una cláusula gatillo de septiembre a diciembre significaría, para el veterano dirigente sindical, dejar las discusiones para el año que viene. Salir 'rápidamente' y 'en paz'. Ganar tiempo sin convulsiones en el medio.

Fue todo lo contrario a lo sucedido entre el 25 de mayo y el 8 de junio. Durante esas dos semanas las protestas multitudinarias ganaron las calles. Solo así terminaron conquistando un aumento salarial sin precedentes del 40 por ciento en una sola cuota. Solo así totalizaron un 65 por ciento de incremento en el primer semestre del año.

Los sindicatos en general, docentes y no docentes, quedaron sumergidos en una profunda crisis de representatividad. Sucedió particularmente en el ámbito educativo, donde por primera vez desde el regreso de la democracia hubo un paro autoconvocado, sin intervención de ningún gremio.

El efecto contagio no tardó en alcanzar al resto de la administración pública. Hubo petitorios paralelos que el gobierno terminó aceptando e incorporando a la paritaria, porque claramente la firma de los sindicatos ya no alcanzaba para restaurar el funcionamiento del Estado.

El sábado Villa madrugó a sus colegas de otros sindicatos y a los propios autoconvocados. La revisión salarial había sido acordada para septiembre. Agosto es, por lo tanto, la última oportunidad de primerear. Si se deja pasar este mes, ya nadie podrá atribuirse haber activado la comisión de diálogo salarial, porque estaba prevista hace meses.

La cláusula gatillo que propuso Villa así, precipitadamente, buscó recuperar la iniciativa política y ofrecerle al gobierno, al mismo tiempo, un seguro de paz social hasta fin de año. Parece mucho decir, en tiempos inciertos.

Pero el líder de UPCN fue más allá este lunes en Canal 13. Dijo que 'en San Juan estamos bien, dentro de toda esta miseria que está viviendo el país'. Si aquí las cosas no están mal y además se garantiza una actualización salarial conforme a la inflación, bueno, no debería haber inconvenientes. ¿Seguro? A Seguro se lo llevaron preso, dice el refrán.

Sergio Uñac esbozó una sonrisa cuando en la puerta del Consejo Profesional de Ciencias Económicas los periodistas le preguntaron por la cláusula gatillo. 'No lo veo mal, lo veo anticipado', contestó el gobernador. Si el compromiso fue reabrir la discusión salarial en septiembre, ¿qué sentido tiene adelantarse un par de semanas?

La respuesta sigue siendo política. Los sindicatos quedaron en off side frente a los autoconvocados y necesitan revertir esa imagen. Si UPCN o cualquier otro gremio ataca ahora, ya no podrán imputarles a los dirigentes que jugaron para atrás, en perjuicio de los trabajadores. Al menos, así funcionaría en los cálculos. Luego estará la realidad para verificar o quemar los papeles.

Por supuesto Uñac no puede abrir la compuerta antes de tiempo. Este lunes advirtió que la provincia ya hizo un 'gran esfuerzo'. Que la discusión de un nuevo aumento de salarios debería suceder cuando el 65 por ciento otorgado en el primer semestre se vea amenazado por el avance de la inflación. Para eso falta todavía.

Los fríos números son un arma de doble filo, naturalmente. Según el INDEC, durante los primeros seis meses de 2022 hubo un índice de precios al consumidor acumulado del 36,2 por ciento. Pero esta semana, el próximo jueves, se dará a concer la cifra de julio. El mes de los tres ministros de economía y la corrida cambiaria más fenomenal desde que empezó el gobierno de Alberto Fernández.

Aún cuando se cumplan las proyecciones de consultoras privadas y el índice de julio sea récord, el aumento a los estatales sanjuaninos todavía estará holgadamente por encima. Aún así, el desahogo que recibieron en junio, con el 40 por ciento más en una sola cuota, se verá reducido significativamente.

Frente al agobio de la remarcación, la planilla de Excel del Ministerio de Hacienda puede no calmar las ansiedades. El desánimo es muy difícil de medir en las ecuaciones. Escapa a las ciencias exactas.

Uñac reiteró este lunes que 'el presupuesto no es elástico', que el Estado tiene otras obligaciones además de pagar los 43.000 salarios de la administración pública, incluidos docentes, personal de salud y de seguridad. Que la población económicamente activa en la provincia asciende a 350.000 trabajadores. Por lo tanto hay que administrar los recursos racionalmente.

Pero a los fríos números se contraponen los climas de opinión. Villa desenfundó el pedido antes que el resto, precipitadamente, casi adivinando lo que viene. No siempre el debate se puede encauzar en la amistosa intimidad de la paritaria. A veces es necesario acompañarlo de gestos políticos hacia afuera. Para la tribuna. Tal vez sea uno de los efectos residuales de los autoconvocados. Con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes.


JAQUE MATE