No fue casual que el sábado pasado la macrista Eugenia Raverta viajara a Córdoba, a la Segunda Convención de Dirigentes Liberales de Juntos por el Cambio. Fue toda una declaración de principios, en el marco de una interna partidaria que se viene de manera irrefrenable y que confrontará al menos a dos corrientes. O tres, según como se presenten los escenarios. La exconcejal capitalina sobrevuela como un halcón. En el PRO esta definición también tiene peso específico.

Como ya se reveló en la sección 'Tejadato' el pasado martes 15 de marzo, Raverta encabeza un sector que, con la venia de Patricia Bullrich, está agrupándose para disputarle el poder partidario a Enzo Cornejo y los suyos. La votación será a fines de noviembre porque el mandato vencerá el 4 de diciembre. 

Raverta le arrancó a Bullrich la garantía de que habrá internas en San Juan, que se habilitará la participación de al menos una lista retadora, para cortar la hegemonía que se inició en 2013 con Eduardo Cáceres, que se extiende hasta la actualidad con el diputado Cornejo.

En ese armado, Raverta prácticamente abrochó la adhesión de un sector de los autoconvocados que cacerolearon contra el gobierno de Alberto Fernández. Por ejemplo, con Belén Varela. También con algunos empresarios -por ahora en el anonimato- que quieren participar en política. Y con viejos militantes, algunos fundadores del partido en San Juan, que se fueron apartando por diferencias con Cáceres y su entorno.

Si Raverta será finalmente quien vaya por la presidencia del partido, eso está por verse. No termina de decidirlo, mientras sigue testeando voluntades. Pero si llegara a reunir el consenso, está dispuesta a ponerse al frente. Su postulación entusiasma a un sector enojado con el cacerismo, que lleva tiempo esperando una suerte de revancha. Es el grupo que se fue al Frente Consenso Ischigualasto y sueña con retomar el control partidario.

No obstante, en este punto aparece una sutil subdivisión. Los macristas que se refugiaron en Consenso Ischigualasto siguen militando asociados a Martín Turcumán y compañía. Pero no es el plan de Raverta, ni por asomo. Ella tiene en mente ir por la conducción del PRO y refrendar el acuerdo con Marcelo Orrego. Entiende que el diputado nacional sigue siendo el más competitivo para disputar las elecciones provinciales en 2023. Que por ahí pasa Juntos por el Cambio en San Juan.

El macrista asociado a Consenso Ischigualasto Fernando Patinella dijo hace un par de semanas en Banda Ancha que el PRO se subordinó a Producción y Trabajo, pagando el costo. Que en 2019 solo obtuvieron 1 diputación proporcional y 7 concejalías. Y nada más. Por lo tanto, ese relacionamiento con Orrego todavía genera algunas rispideces. De mínima, los 'dinosaurios' plantean una redefinición de los términos del acuerdo.

No es la postura de Raverta. Sí coincide con los macristas de Consenso Ischigualasto en que el PRO tiene que reconstruir su estructura en toda la provincia. Esencialmente, crecer. Pero siempre resguardando el vínculo con Orrego. A todas luces, es una bajada de línea desde Buenos Aires, donde el entendimiento con el santaluceño es total.

Hoy Cornejo ha sido el perfecto ejecutor de ese pacto. Como presidente del PRO mantiene periódicas reuniones con Bullrich y otros importantes referentes, como el jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Todos sus pasos políticos en la provincia han sido monitoreados y aprobados por la cúpula nacional. La construcción de Juntos por el Cambio en torno de la figura del santaluceño siempre fue el plan.

Aunque no lo haya manifestado en público, Cornejo iría por la continuidad al frente del PRO en la provincia. Y si no fuera él, con seguridad habrá algún otro o alguna otra referente del espacio que garantice el dominio frente al embate de Raverta y los suyos.

¿Hay alguna posibilidad de que regrese Cáceres a la máxima conducción partidaria? Difícilmente, hasta tanto logre sanear su situación judicial. Esa controversia por presunta violencia de género también involucró a la actual vicepresidenta del PRO, Gimena Martinazzo. Independientemente del curso de la investigación en Tribunales, la fractura política entre ambos repercutió hacia adentro del espacio político que siempre compartieron.

Por eso la conducción cacerista, hoy encarnada por Cornejo, se apoya en otras figuras. Están por ejemplo la concejal pocitana Belén Barboza y los ediles rawsinos Pedro Calvo y Verónica Benedetto, entre otros. Este es el oficialismo del partido amarillo.

¿Hay chances de acuerdo entre unos y otros, entre Cáceres-Cornejo y Raverta? Rotundamente no. La exconcejal denunció a Cornejo por el manejo poco transparente de los fondos que ella aportó para la campaña de 2017 y hasta el día de hoy espera alguna respuesta satisfactoria desde la comisión investigadora que inició el sumario administrativo. Hubo silencio absoluto. 

Cornejo sí respondió, con otra acusación: dijo que Raverta inventó todo con intenciones de dañarlo políticamente y que las cuentas están absolutamente claras. La controversia llegó a Buenos Aires. Bullrich conoce perfectamente este escándalo.

Las distintas líneas del macrismo a nivel nacional también influyen en la interna del PRO en San Juan. Raverta y los suyos están decididamente jugando por la candidatura presidencial de Bullrich. Ese elemento los cohesiona. Con Rodríguez Larreta está todo bien, pero prefieren el discurso duro de la exministra de Seguridad. Son los halcones de Juntos por el Cambio.

Sin embargo, son halcones con GPS. Están midiendo milimétricamente las acciones. Saben que no está todo dicho. Y que una de las condiciones para prosperar es tener vínculos con Orrego. La otra, imprescindible, es la vocación de poder.


JAQUE MATE