Los incorrectos piden pista en la Legislatura
Son los que se salen de la partitura en un recinto donde la discusión política se esconde tras bambalinas. Empezó la cuenta regresiva y los bajos perfiles empiezan a pesar demasiado.
Hace tiempo que la Legislatura se convirtió en una suerte de templo donde la discusión política queda reservada para las comisiones, tras bambalinas, y las sesiones se resuelven rápidamente, en el mayor de los consensos. La mayoría de los proyectos se aprueba por unanimidad. Incluso los pedidos de informes que presenta la oposición, que llegan al recinto a menudo con el consentimiento del oficialismo.
Una de cal y otra de arena. Por un lado, este comportamiento permitió gobernar sin sobresaltos. Esta cooperación, que se pudo entender también como madurez, posibilitó transitar las últimas dos décadas en armonía. Pero, por otro lado cada vez resulta más difícil encontrar nombres propios en Libertador y Las Heras, donde antaño había una cantera de dirigentes potentes. Hoy los que se salen de la partitura son los menos.
El bloquista Andrés Chanampa se ganó una reprimenda interna cuando en agosto dijo en Radio Sarmiento que 'Consenso Ischigualasto representa a la oposición en San Juan'. Fue una manera de bajarle el precio a sus colegas del interbloque Con Vos. Provocó la reacción inmediata de Juntos por el Cambio y un pedido encarecido al más alto nivel para bajar el tono, porque en el oficialismo entendieron que la controversia no les iba a sumar nada. Solo corrían el riesgo de perder puntos, frente a un electorado enemistado con la política.
El inquieto diputado chimbero bajó los decibeles. El vicegobernador Roberto Gattoni tuvo que tranquilizar a los legisladores heridos de la oposición: Enzo Cornejo del PRO, Gustavo Usín de ACTUAR y Sergio Miodowsky de Producción y Trabajo. Después Chanampa tuvo que reunirse con ellos también a puertas cerradas, para cerrar heridas.
También levantó el perfil el diputado kirchnerista del Frente Grande, Horacio Quiroga, en Canal 13 luego del resultado ajustado de las primarias. El jueves 16 de septiembre, el legislador hizo un llamado interno en público: ‘no es buena receta esconder al kirchnerismo debajo de la alfombra’. Llamó a sus pares del Frente de Todos a defender el modelo nacional y no buscar despegarse. Advirtió que despolitizar equivale a mandar un mensaje peligroso a la ciudadanía, donde da igual que gobierne uno o el otro. Y todo lo dijo delante de las cámaras encendidas.
Pero no hubo otro legislador que se saliera de la partitura. Ni siquiera los tres giojistas que integran el mayoritario bloque justicialista, Graciela Seva, Juan Carlos y Leonardo Gioja. Solo hubo trascendidos acerca de acaloradas discusiones internas en reuniones a puertas cerradas. Pero a la hora de bajar al recinto, primó la disciplina y el acompañamiento absoluto.
¿Qué ganó el oficialismo con este comportamiento? Una convivencia armónica y sin sobresaltos con la oposición desde 2003 en adelante. Un año antes se había consumado el juicio político al gobernador Alfredo Avelín. Cerrado ese capítulo, la casa de las leyes adquirió un halo de sobriedad a costa de perder el brillo de los debates de antaño. Por eso cada vez que hubo algún discurso fuera de lo habitual, inmediatamente se corrigió. El bien mayor a tutelar es esa coexistencia política, garante de la gobernabilidad.
Es precisamente lo que cuestionó con dureza el candidato a diputado nacional por Consenso Ischigualasto, Marcelo Arancibia, en el tránsito de campaña. Tildó a los diputados opositores de 'colaboracionistas'. Ninguno salió a contestarle frontalmente. 'La gente no quiere que los políticos estén discutiendo todos los días, la gente quiere soluciones', dijo elípticamente el presidente del interbloque Con Vos, Miodowsky, esta semana en Banda Ancha.
Acto seguido, el rivadaviense apeló a los votantes de Arancibia porque la elección se polarizó dejando afuera a las terceras fuerzas. Dijo que hay que ponerle un freno al kirchnerismo en lo nacional y que esta vez no se discute nada, absolutamente nada que tenga que ver con lo provincial.
Entonces apareció en escena, sorpresivamente, la diputada justicialista Fernanda Paredes. Este jueves en Banda Ancha, la legisladora oriunda de Trinidad sorprendió porque se salió del libreto. Tuvo la opción de esquivar la polémica, cuando fue consultada periodísticamente por aquel contrapunto entre Arancibia y el orreguismo, sobre el 'colaboracionismo' parlamentario. Pero no. Decidió responder y hacerlo de manera contundente.
'Los escucho poco. Lo único que les escucho es que hay que combatir al kirchnerismo', dijo Paredes sin anestesia. No se quedó ahí. Sin mencionar nombres, hizo referencia a un diputado de la oposición que dijo que escuchan a la gente para presentar los proyectos de ley. Según la dirigente justicialista, muchas de esas iniciativas ni siquiera están encuadradas en la normativa vigente.
'Estar al lado de la gente no es escribir cualquier cosa, inclusive, que no tenga respaldo jurídico', disparó Paredes. Sin atenuantes. 'Y me hago cargo', aclaró, por las dudas, conocedora de que sus palabras iban a generar onda expansiva hacia afuera y hacia adentro también.
Porque el precio de salirse de la partitura y romper la armonía es ese: recibir un llamado al recato. A cuatro domingos para votar, el oficialismo y la oposición siguen cuidándose obsesivamente de cometer errores no forzados para no restar votos. Pero el calendario corre y para todos los legisladores, empezó la cuenta regresiva.
Les quedan dos años de mandato. En diciembre de 2023, en el mejor de los casos, estarán renovando la banca por otros cuatro años. Los bajos perfiles nunca fueron compatibles con la construcción de una carrera política. No al menos, para quienes tienen vocación de ser y de estar. Entonces sí, es posible que aparezcan más diputados incorrectos.
JAQUE MATE