Desorientados todavía por el golpe anímico sufrido el domingo, los peronistas siguen masticando el resultado y buscando responsabilidades, por ahora silenciosamente. Sin embargo, en medio del aturdimiento, se percibió una tímida reacción de parte de los sub-50, la generación que venía empujando por la renovación. Las circunstancias posiblemente hayan jugado a su favor, aunque parezca una ironía.

La primera derrota en 20 años fue un mazazo. Hay toda una generación que nació a la política al abrigo del poder. El 2 de julio de 2023 fue su primera experiencia amarga: ver al adversario festejar la victoria. Lo peor para ellos vendrá el 10 de diciembre, cuando deban desalojar cada oficina, cada escritorio, para dejarle el lugar al nuevo gobierno.

Pero hay una franja muy específica de dirigentes que no está pensando en esta ¿pequeñez? de haber perdido la fuente de ingresos. Son los referentes que tienen otra proyección y, fundamentalmente, otros planes a futuro. En este selecto grupo hay a primera vista dos nombres destacados: Fabián Gramajo y Cristian Andino.

El intendente chimbero le entregará el municipio a su esposa, Daniela Rodríguez, con lo cual conservará el bastión del norte como su búnker político durante los próximos cuatro años. Sin embargo no está en los planes de Gramajo refugiarse allá, pasando la avenida Benavidez. Por el contrario, como se canta en la cancha: en las malas, mucho más. En los próximos días abrirá su propia sede de 'San Juan te quiero' en pleno centro capitalino.

Aún en la derrota, ha nacido el gramajismo como corriente interna del PJ. Disputará su espacio dentro de la conformación del partido y demandará su silla en la mesa chica del diálogo político forzado por el revés electoral del domingo. Su alianza con José Luis Gioja fue eso: un acuerdo frentista. No fue una adhesión sino un pacto.

Gramajo entendió que junto a Gioja iba a tener la posibilidad de provincializar su figura. Esa puerta se le había cerrado al lado de Sergio Uñac. Quedarse en el oficialismo significaba aceptar la banca de diputado departamental. Nunca estuvo en los planes del chimbero. Fue el motivo de su salto al lado de Gioja, pero no al giojismo.

El 2 de julio les dejó un sabor amargo a todos. Pero la fórmula Gioja-Gramajo al menos terminó con una agridulce victoria interna. Le ganaron a Uñac. ¿Fue un premio consuelo? Parece poco, pero para la disputa peronista puede significar bastante.

Andino también consolidó su territorio. Ganó de manera contundente en San Martín. Sin embargo, la dimensión del municipio limitaría su potencial. Haber aceptado la candidatura a vicegobernador de los Uñac le permitió recorrer toda la provincia y estrechar lazos con el peronismo militante que pudo mirarlo con recelo, por su condición de 'recién llegado'.

El sanmartinano pagó el derecho de piso, en la vieja jerga. Como Gramajo, no tendrá cargos públicos a partir del 10 de diciembre y será todo un desafío no diluirse al quedar en el llano. ¿Habrá llegado la hora de alumbrar el andinismo? El intendente salió herido de la contienda del 2 de julio, pero las heridas en algún momento sanan. No piensa en el retiro ni nada que se parezca. Llegará el momento de volver a competir. No perderse en el rebaño será su misión en el corto y el mediano plazo.

Dos intendentes peronistas, en cambio, tendrán chances de exhibir sus habilidades: el pocitano Fabián Aballay y el rawsino Carlos Munisaga. El primero ya fue jefe comunal en dos oportunidades y ministro de Desarrollo Humano. En algún momento se barajó la hipótesis de que fuera el 'plan B' de Uñac para la gobernación. Podría decirse que Pocito seguirá siendo el asilo del uñaquismo en los años venideros.

Munisaga ya fue diputado provincial y secretario de Estado de Seguridad. Desde ahí pudo construir su candidatura a intendente de Rawson y finalmente conquistar el gigante del Sur del Gran San Juan. Le tocará administrar un departamento con muchos problemas. Podrá lucirse rápidamente si logra limpiar la basura acumulada en el corto plazo. Tendrá alta visibilidad política, como nunca antes, en el distrito del mayor padrón electoral de la provincia. ¿Seguirá llamándose ibarrismo este espacio o el intendente se verá tentado a fundar su propio movimiento interno?

En Capital, Emilio Baistrocchi dejó de ser la gran promesa del uñaquismo. La victoria inesperada y categórica de Susana Laciar el 14 de mayo presagiaba el resultado del 2 de julio. Le tocó primero al intendente probar la hiel de la derrota. Su gestión tenía niveles aceptables de aprobación entre los vecinos. Sin embargo, a la hora del voto, le fue mal. 

¿Aquí se termina la carrera política del otrora ministro estrella? Parece prematuro dictar una sentencia semejante. Pero la única verdad es la realidad y el 10 de diciembre Baistrocchi quedará fuera de la gestión pública. Tendrá que decidir en los próximos meses si activa su propio espacio político para tener presencia en el concierto del PJ sub-50.

Hay cantidades de dirigentes departamentales con expectativas. En Rivadavia, el giojista Facundo Perrone disputará la candidatura a diputado nacional después de haber sido el peronista más votado en su distrito el 14 de mayo. Más que cualquiera de los ministros del gabinete provincial. En el mismo municipio tiene su propio espacio militante el secretario de Estado de Ambiente, Francisco Guevara. ¿Pasará a desguace o seguirá militando esperando la revancha?

Y un último dato, tal vez el más relevante de todos: Sergio Uñac todavía tiene la chance de ganar la PASO del 13 de agosto y convertirse en senador el 22 de octubre. Dependiendo de la posición que obtenga, podrá rescatar su liderazgo o no. Más que nunca, el PJ empezó a barajar y dar de nuevo. 


JAQUE MATE