Los trapos sucios
El gobierno nacional y los gobiernos provinciales revisan prolijamente las acciones a seguir para frenar al Covid-19. Pero ya se toparon con un límite infranqueable.
Fue noticia que San Juan terminara este jueves sin ningún caso nuevo confirmado de Coronavirus, después de una seguidilla bastante regular de confirmaciones que elevó a 19 la estadística en el transcurso de la semana, contando repatriados y transportistas. Fue noticia que la totalidad de las pruebas de PCR dieran negativas, porque el país atraviesa un momento crítico, con nuevas cifras récord. El gobierno nacional y los gobiernos provinciales revisan prolijamente las acciones a seguir. Pero ya se toparon con un límite infranqueable.
Esa barrera impenetrable para los gobiernos está en la puerta de cada hogar argentino o sanjuanino, donde el derecho a la privacidad aparece como escudo pero, al mismo tiempo, también como espada de doble filo. Los comportamientos individuales están poniendo en riesgo la salud colectiva y el Estado se encuentra en el borde de las restricciones tolerables. La cuarentena cercenó libertades por cuatro meses consecutivos. Hubo y hay una razón de fuerza mayor, de escala planetaria, pero eso no le quita antipatía al confinamiento y su alto costo económico y emocional.
Sin embargo, la única verdad es la realidad. La cuarentena sirvió para cuanto menos demorar la curva de contagios lo suficiente como para ampliar la cantidad de camas hospitalarias, en especial las de terapia intensiva con respiradores artificiales. Pretender el encierro para siempre, hasta tanto exista una vacuna que vuelva las cosas a la normalidad, no parece ser una alternativa. Por eso el objetivo ahora es construir compromiso social, sumar voluntades individuales para ponerle freno a la peste.
Hubo expresiones sorprendentemente coincidentes tanto en el ámbito nacional, como en la región y en la provincia, de parte de funcionarios que apuntaron todos en el mismo sentido: la urgente colaboración de cada uno desde el lugar que le toca.
Desde Buenos Aires, el ministro de Salud de Nación, Ginés González García, reconoció que no esperaba este pico de contagios que ayer superó los 6.000 nuevos casos diarios y sumó otras 114 muertes, después del aislamiento obligatorio dispuesto para el área metropolitana entre el 1 y el 17 de julio. ¿Qué pudo salir mal? Básicamente, que no hubo el nivel de obediencia del 20 de marzo.
Para el funcionario albertista, "mucho de lo que está pasando hoy es por hacer asados, juntadas, mateadas". Por eso reiteró que "la responsabilidad individual es fundamental". Hasta ahí llega el poder del Estado.
Mendoza, que este jueves pasó oficialmente a la categoría de provincia con circulación viral comunitaria, también llegó al punto límite de los esfuerzos oficiales. El miércoles el gobernador radical Rodolfo Suárez publicó una extensa carta abierta a los mendocinos. Y ayer volvió a apelar a las conciencias.
"Cada ciudadano tiene que hacer su parte, pero hay un lugar en el que el Estado, a pesar de todas las acciones sanitarias, económicas, sociales, o financieras, no puede intervenir: la responsabilidad individual, que hoy, más que nunca, también es colectiva", posteó Suárez en Twitter. A tan solo 160 kilómetros de la Ciudad de San Juan, continúan en aislamiento voluntario.
Contra la avalancha de Covid-19 que parece alzarse en todo el país, San Juan sigue extremando el blindaje en los controles interprovinciales. El secretario de Seguridad, Carlos Munisaga, anunció ayer en Banda Ancha que trasladarán el puesto de Bermejo unos 100 kilómetros hasta el límite mismo con La Rioja. Y algo similar ocurrirá con el control de El Encón, que se mudará a Las Trancas, en el borde del mapa junto a San Luis.
Además, se pusieron controles policiales permanentes, las 24 horas, en huellas paralelas al control de San Carlos, tanto por la zona de las Lagunas como de Cañada Honda. Ahí donde no hay nadie, sigue filtrándose el tránsito clandestino para zafar del aislamiento obligatorio en hoteles, los hisopados y los pinchazos. Ya no más.
Aún así, las medidas oficiales se toparon también en San Juan con las realidades particulares. El episodio con los chicos en la puerta del Patio Alvear, en el Día del Amigo, puso a la provincia en boca de los medios porteños, con una mirada cuestionadora del accionar policial. Eran niños de unos 12 a 14 años y fueron trasladados a la Comisaría Cuarta.
Sin embargo, Munisaga puso el cuerpo. En Banda Ancha dijo que él mismo fue testigo, porque pasó con su vehículo y su familia frente al shopping. Que vio aproximadamente a "50 chicos distendidos, relajados y sin tapaboca", como si fuera cualquier otro contexto, como si no hubiera pandemia. Justificó que fueran trasladados a la comisaría para protegerlos del escrutinio o el escrache público en la vereda. Y aseguró que todo se resolvió en media hora. Ahora tendrán que responder los padres por su responsabilidad ante la Justicia de Faltas.
Los policías igualmente están bajo investigación interna en manos de civiles. El episodio merece una aclaración, de eso no hay dudas. Sin embargo, el punto sigue siendo el mismo: llegó el momento en que todos los esfuerzos del Estado no alcanzan. El relajamiento de uno, pone en riesgo al resto. Llegó la hora de mirar hacia adentro y hacerse cargo de los trapos sucios. No es una carrera de velocidad sino de resistencia.
JAQUE MATE