Durante muchos años en la escuela los docentes fueron reproduciendo, de generación en generación, una metáfora que explicaba aparentemente el buen camino. Era aquella acerca de la manzana podrida, que una vez detectada había que separarla del resto porque, caso contrario, terminaría echando a perder a las otras. La moraleja no solo era extirpar a cualquier elemento indeseable sino separarse inmediatamente, para evitar el efecto contagio.

Para muchos sonará simpático el relato porque trae a la memoria los recuerdos de la infancia. Pero vale replantearse aquellas verdades aprendidas, ponerlas en crisis y tal vez concluir que, más que verdades, eran una arenga al 'sálvese quien pueda'. Una manzana podrida no tiene recuperación posible. No sirve. Se desecha como desperdicio. Trasladar la lógica a las personas es grave. Hacerlo con niños, niñas y adolescentes, es peor aún.

La introducción tiene mucho que ver con el movilizante episodio ocurrido entre la noche del sábado y la madrugada del domingo en el interior del Banco Macro, en San Juan. La Policía logró detener a un muchacho de 16 años de edad para someterlo al régimen penal aplicable para su edad, que no es el mismo para los mayores de 18 años. Esa diferencia normativa otra vez agitó el debate sobre el endurecimiento de la ley, porque si son capaces de cometer actos aberrantes también deberían afrontar las consecuencias.

No es el caso. Un robo en grado de tentativa es claramente un delito, pero ni por asomo tiene la gravedad de un hecho que pudiera haber puesto en riesgo la integridad física de un tercero. Fue al fin de cuentas, un hecho menor que el banco habrá podido resolver con relativa facilidad. Claro que están los otros casos, los más graves, esos que interpelan a la sociedad de verdad, como cuando hay alguna víctima lastimada o directamente fallecida. Pero no sucedió esta vez.

Igualmente es legítimo que se reabra el debate sobre los menores en conflicto con la ley penal. Lo que no estaría bien sería plantearlo con la vieja lógica naturalizada acerca de la manzana podrida. ¿Cómo puede un chico de 16 años ser material de descarte?

Es, antes que nada, una luz de alerta. Habrá que sondear acerca de su historia, si está vinculado al sistema educativo o no lo está, si sufre alguna adicción o no, si tiene un entorno familiar apropiado o nunca lo tuvo, si finalmente puede salir adelante, porque apenas está empezando a vivir.

Pareció desproporcionado semejante despliegue de efectivos policiales para contener a un adolescente que había ingresado por la fuerza a la entidad bancaria. Pero en realidad, nadie imaginó que se trataba de un muchacho solo, que decidió sin planificación previa, sencillamente entrar a vandalizar y tomar cualquier objeto de valor. Quienes pudieron ver la grabación del CISEM, relataron que iba caminando por la vereda, se detuvo frente a la puerta del banco y arremetió con su propio cuerpo. Le bastó su fuerza para abrirse paso.

De inmediato se recibió el alerta bancario y un llamado de un cliente al 911, que se había acercado al cajero automático y vio que algo andaba mal. Un patrullero comprobó que había gente en el banco, tan solo cinco minutos después. Lo que vino a continuación pareció salido de una película de Hollywood. Decenas de uniformados cercaron el perímetro de la zona.

Cuando arribaron los fiscales Iván Grassi y Adrián Riveros, se autorizó el ingreso del Grupo Geras. Unos 20 efectivos armados con fusiles, especialmente entrenados para combatir a delincuentes profesionales. También entraron los negociadores. Solo encontraron destrozos. Y el chico escondido en el cielorraso. Tal vez como estrategia defensiva dijo que estaba acompañado, que había otras personas.

Era inverificable porque había inhabilitado el sistema de videovigilancia del banco. Eso aumentaba las sospechas. Mientras tanto con drones sobrevolaban la manzana, en busca de los supuestos cómplices. Cuando se logró restablecer el sistema de videovigilancia se pudo constatar que nunca hubo otras personas. Había sido él simplemente.

¿Fue un 'loco suelto'? ¿Estaba bajo los efectos de alguna sustancia? Son hipótesis posibles. Pero algunos comisarios experimentados sugirieron medir el caso con detenimiento. No descartaban que el muchacho hubiera estado encargado de hacer un reconocimiento para medir la reacción de la fuerza de seguridad. Es decir, que podría ser mano de obra de una banda más compleja, más sofisticada, para dar un golpe con posterioridad.

O no. Simplemente fue un pibe que caminaba por la vereda, se detuvo frente a la vidriera del banco y decidió en ese momento que era una buena idea entrar. Había alcanzado a sustraer una computadora y algún otro elemento electrónico. Y un manojo de cheques inservibles en su poder. El nivel de improvisación seguramente será su mejor defensa.

El Régimen Penal de la Minoridad vigente en Argentina fue sancionado en 1980, durante la última dictadura cívico militar. Establece que son punibles los adolescentes entre 16 y 18 años con respecto a delitos con penas superiores a los 2 años de prisión. Es un régimen tutelar. Por eso salvo excepciones no aplica la privación de la libertad. Si un muchacho que está empezando a vivir cometió un delito, no es una manzana podrida. No se desecha en el tacho de la basura. 


JAQUE MATE