Marchan baldes de Reliverán para Rawson
Hay temor de que los rencores sean más poderosos que el instinto de supervivencia. Y que la interna explote antes de llegar al calendario electoral de 2023.
'¿Qué tendría que hacer el Frente de Todos en Rawson para ganar las elecciones el año que viene?', preguntó una primerísima figura del justicialismo provincial en una charla de café para tres. La respuesta fue: 'tienen que tomar mucho Reliverán y competir todos por adentro para sumar cada voto que puedan'. No queda otra alternativa.
El sentido común indica esa estrategia, a partir de la reinstauración de la Ley de Lemas. Pero hay temor de que los rencores sean más poderosos que el instinto de supervivencia. Y que la interna explote antes de llegar al calendario electoral de 2023.
Rawson es un departamento con peso específico propio, donde el PJ mantiene una hegemonía intocable desde 2003 hasta ahora. Por supuesto que al peronismo le interesa retener ese bastión municipal, por razones obvias. Pero Rawson está más allá de las conversaciones departamentales. Reviste un interés provincial.
De hecho, quien hizo la pregunta inicial de esta columna es un dirigente que no vive en Rawson ni tiene ninguna aspiración en ese distrito. No hace falta estar empadronado ahí para seguir con detenimiento los avatares del territorio. Visto desde el PJ, ganar en Rawson es una necesidad para retener la Gobernación.
La magra diferencia de apenas unos 5.000 votos por encima de Juntos por el Cambio obtenida en las legislativas del año pasado encendió las alertas. La avalancha peronista de antaño no apareció esta vez y las múltiples cabezas que conviven en el departamento nunca aunaron criterios. Hubo acusaciones cruzadas, se echaron culpas recíprocamente por el deterioro sufrido en las urnas y cada uno siguió por su andarivel.
Por eso el sistema SIPAD vino como anillo al dedo para resolver esa dispersión rawsina. Con Ley de Lemas, cada uno podrá competir con su propia lista, ganará el que salga primero y sumará los votos del resto de los adversarios internos. La división que amenazaba la continuidad de repente se convirtió en una fortaleza. Mientras más candidatos presenten, mejor será el guarismo al final.
Pero siempre hay un pero. Para que todo esto resulte, primero habría que garantizar una mínima convivencia. Porque aún en el sistema de lemas hace falta acordar para jugar dentro del mismo frente. Declararse enojado, pegar el portazo y competir por afuera implica restar. Expulsar a alguien también significa restar. Es bastante obvio, pero a veces las pasiones pueden nublar la vista.
Esta semana que termina el Concejo Deliberante en pleno incomodó al intendente Rubén García, al rebotar la aprobación del ejercicio 2020. Detectaron dos expedientes por 70.000 pesos que llevan la firma del entonces secretario de Gobierno, Elías Robert, por la impresión de talonarios contratada a la empresa de su propia madre.
El asunto puede quedar ahí nomás, con una explicación administrativa que aplaque a los concejales. O no. El propio Robert dio sus razones en Banda Ancha al manifestar que su firma nunca tuvo incidencia en el procedimiento de compra, porque dependía de otra área. Dijo que su rúbrica fue únicamente una formalidad. Que el negocio familiar ya era proveedor del municipio desde mucho antes de que empezara la gestión de Rubén García.
Robert contraatacó a los concejales acusándolos de montar una 'persecución política'. El ex secretario de Gobierno de Rawson renunció al cargo para incorporarse al Frente Renovador de Franco Aranda que por ahora integra el Frente de Todos. Por ahora. Pero el apercibimiento para Robert es fundamentalmente un remezón para el intendente.
La relación de Rubén García con el Concejo Deliberante ha sido delicada desde el inicio de su mandato. El presidente del Legislativo es el giojista Juan Carlos Salvadó, quien nunca se allanó a la conducción política del intendente. Por el contrario, funcionó como un veedor del pacto que lo llevó a la victoria en los comicios de 2019 y que luego se fue desgranando.
Hoy no queda nada de aquella relación original de Rubén García con el giojismo. El intendente tuvo que refugiarse debajo del ala del gobernador Sergio Uñac para sobrellevar la administración, muchas veces enfrentado con el Concejo Deliberante. Esa tensión entre los dos poderes de Rawson, el Ejecutivo y el Legislativo, no ha menguado. Apenas se aplacó circunstancialmente.
Y es precisamente lo que provoca temor en cierto sector del peronismo provincial, que observa con preocupación el clima beligerante en el principal bastión del PJ. La desconfianza radica en que esa tregua fabricada con mucho esfuerzo se termine de romper.
Desde Casa de Gobierno han operado políticamente para que todos los uñaquistas que tienen aspiraciones en Rawson eviten desgastar al intendente. Fue una suerte de blindaje, entendiendo que el derrumbe de la gestión municipal tendría onda expansiva hacia todo el peronismo y aliados.
Una cosa es silenciar las críticas -que por cierto existen- y otra muy diferente es salir a apoyar a Rubén García en público. Eso no ha sucedido ni sucederá. Hasta ahí llega el compromiso de los compañeros uñaquistas que miran con apetito el sillón de Villa Krause.
El intendente está resuelto a buscar la reelección y entiende que el sistema SIPAD le puede jugar a favor. Solo debe obtener un voto más que el resto de los rivales internos para quedarse con la sumatoria de todo el espacio. Y seguir otros cuatro años, ya sin la mochila de la pandemia. Pero todavía sangra la herida con el giojismo que lo catapultó hace 3 años.
Esa fricción apenas disimulada tendrá rienda suelta en breve. Para el espacio liderado por José Luis y Juan Carlos Gioja es la oportunidad de recuperar el poder en un territorio vital para el mapa peronista de la provincia. La confrontación debería suceder cuando esté en marcha la campaña. El problema es que los tiempos se adelantaron.
Marchan baldes de Reliverán para Rawson
JAQUE MATE